Las rebeliones sociales y la ley de la inercia

En los ecos de las manifestaciones, los enfrentamientos y la huelga del 15 de diciembre, el ambiente en charlas y análisis parece ser ambivalente e inestable: para algunos, lo sucedido constituye el preanuncio (o al menos la señal) de una rebelión social inminente, otros se muestran escépticos, y a las antípodas, algunos lo ven todo negro y hablan de derrota y retroceso.

En este ambiente de incertidumbre y confusión, lo único que el observador promedio (y no sólo él) puede concebir con certeza es la reacción de sorpresa a la constatación de que los hechos parecen correr a una velocidad mucho mayor que antes, así como el hecho de que las interpretaciones tradicionales no pueden explicar lo que está sucediendo ante nuestros ojos, sin conducirnos a contradicciones.

El llamado «sentido común» no puede explicar algunas cosas: ¿cómo es posible que hoy, en condiciones de ofensiva generalizada contra importantes conquistas sociales, tanto en Grecia como en Europa, no se note una reacción social general? ¿Por qué el gobierno actual no ha recibido un voto de fuerte desaprobación en las últimas elecciones, si tomó las medidas económicas más gravosas contra el pueblo desde hace varias décadas? ¿Es tan importante Grecia para que la crisis de su deuda amenace con hacer saltar por los aires un proyecto capitalista de gran calibre como la zona (del) euro? ¿Cómo puede ser que la Canciller de Alemania y líder de los conservadores (lo más capitalista del mercado) invite al Capital privado a sacar dinero del bolsillo para hacer frente a la crisis de la deuda en la zona (del) euro? Tampoco los expertos de las ciencias sociales ofrecen respuestas o las que dan no son satisfactorias.

Por lo tanto, cuando los fenómenos parecen ya difíciles de explicar, el problema radica en el modo de abordarlos. Entonces, la transformación de la teoría resulta necesaria. Esto es difícil para las ciencias sociales, que no tienen la ventaja de la observación directa (a través de los sentidos) del objeto observado, como ocurre con las ciencias naturales. Sin embargo, pueden seguir el ejemplo de estas últimas.

Por ejemplo, la Física. Durante siglos, para la explicación del fenómeno del movimiento, se basaba en Aristóteles: «todo cuerpo en movimiento deja de moverse cuando la fuerza que lo empuja hacia adelante ya no puede obrar impulsándolo». Esto concuerda plenamente con la experiencia cotidiana: si dejamos de empujar un carrito, este dejará de moverse, pero no instantáneamente, sino que poco a poco su velocidad se reducirá hasta inmovilizarse. Podríamos retrasar el detenimiento del carrito, engrasando sus ruedas o alisando la superficie sobre la cual se mueve. Teóricamente podríamos llegar a un estado de fricción nula por el rozamiento nulo de los neumáticos, del suelo, de las moléculas del aire, etc, y el carrito nunca va a parar. Este experimento mental realizó Galileo y una generación después fue constatado por Newton lo que seguramente recordamos de la escuela como la ley de la inercia: Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él. Así que la velocidad no nos enseña si unas fuerzas externas se ejercen sobre un cuerpo, por oposición a la intuición corriente, la cual en este caso se equivoca. Sólo el cambio de la velocidad nos muestra la influencia de fuerzas externas.

Haciendo una alusión a la sociedad, se deduce que cualquier movimiento no es evidencia de acción o de algún cambio significativo. Los análisis de estilo antiguo con las herramientas teóricas del pasado, así como los medios de lucha tradicionales ya no parecen ser suficientes. Quizás antiguamente dieran una explicación satisfactoria de los fenómenos socio-políticos y propusieran unas acciones factibles y unas políticas. Hoy, sin embargo, las sociedades son cada vez más complejas y la tecnología hace que la interacción social sea caótica, y como resultado de todo esto es que la » actualización «de nuestro pensamiento sea apremiante. ¡Pero cuidado! Esto no significa eliminar, o deshacer los esquemas teóricos fundamentales anteriores que describen la realidad, por ejemplo, la estructura de clases de las sociedades. En general, en la ciencia el nuevo conocimiento está basado forzosamente en el anterior y se va desarrollando de forma espiral: tiene el mismo recorrido, pero a un nivel más alto.

Hoy pues, para emplear el ejemplo del movimiento de la Física, tal vez estamos todavía en tiempos de Aristóteles, o en tiempos aún más antiguos con respecto a la aproximación de los fenómenos sociales. Mientras el capitalismo se va ampliando, profundizando y transformándose en el curso de la historia, los que luchan contra él parecen casi incapaces de comprenderlo, aún menos de derrocarlo. Por lo cual, tenemos que hacer algunos experimentos mentales, tales como los de Galileo, si queremos comprender lo que está sucediendo ante nuestros ojos y por consiguiente actuar basándonos en nuestro conocimiento.

Zanasis Jalkiás, Atenas, 20 de diciembre de 2010

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Εl texto en griego.