Marsella, el verano… su sol… sus playas… ¡y su centro de detención!

Mientras los turistas se repantigan junto al mar, visitan el antiguo puerto en obras y beben sorbitos de su anís a la espera del 2013, la máquina de deportar sigue su curso…

En el centro de detención, la tensión aumenta. El centro está lleno, unos 120 retenidos. Bajos de efectivos, los maderos piden refuerzos a la prefectura. Además, solo permiten una comunicación a la vez. Hace quince días que una gran parte de los retenidos hacen el ramadán. Lo que implica un cambio de horarios (almuerzo a las 21:00, cierre de las celdas de 23:00 a 03:00) y una tensión palpable dentro del centro. A los retenidos los atiborran de medicamentos y, si a pesar de todo se rebelan, tienen derecho a una inyección. Estos últimos días, ha habido palizas por norma.

Sigue una pequeña cronología no exhaustiva de los acontecimientos de los últimos días:

Durante la semana del 23 al 28 de julio, un detenido se corta el brazo. Lo llevan esposado a la enfermería. El médico le pone una inyección. De vuelta a su habitación, duerme dieciocho horas.

Domingo, 29 de julio:
Expulsión de 13 personas a Túnez. Salida del centro a las seis de la mañana. Cuatro deportaciones voluntarias embarcaron sin dificultades. De los otros nueve, uno sale corriendo por la bodega del barco, donde están todos los coches de los turistas. Rompe el cristal de un coche. Los otros ocho aprovechan para dispersarse en diferentes direcciones. Al no ser muchos polis, deciden volver a llevar a los retenidos de vuelta al centro.

Lunes, 30 de julio:
Rechazo de embarque de un marroquí al avión. Hay un teléfono con cámara de vídeo y fotos integrada en el centro de detención. Es un teléfono prohibido, para evitar la difusión al exterior de imágenes molestas… Un retenido, conocido en el centro por ser un chivato protegido por los maderos, les cuenta que hay un móvil. Los maderos recuperan el teléfono sobre las tres de la mañana. Los retenidos se resisten. En medio del caos, un retenido se rompe un pie. Como la policía no quiere llevar al herido a la consulta del médico, los retenidos deciden llamar a los bomberos. Una vez en la entrada, los maderos no dejan pasar a los bomberos. Los retenidos insisten varias veces para que los maderos acepten llevar al herido al hospital.  Después de un rato, tres maderos se ponen los guantes y, supuestamente, llevan al retenido a la consulta del médico. En realidad, lo llevan a una sala sin cámaras y lo apalean.

Martes, 31 de julio:
Por la tarde, se tira alguna mierda desde el exterior al patio de ejercicios. Un retenido la recoge. Los maderos lo identifican con la ayuda de las cámaras. Lo mandan a una habitación sin cámaras. Usan una porra eléctrica para dejarlo KO. Una vez en el suelo, lo apalean. Siempre son los tres mismos maderos los que actúan, mientras dos están dentro y muelen a palos, el tercero se queda por fuera de la puerta cerrada para cubrir a sus colegas. Cuando los maderos se van, el retenido está en el suelo, inconsciente. Son los otros retenidos quienes lo evacúan y lo animan con agua.

Con regularidad, los maderos tienen que contar por nombre a los retenidos. En el centro, hay interfonos que permiten a la policía hacer la llamada sin tener que desplazarse. Los interfonos sirven también para que los retenidos llamen a los maderos. Esa noche, al menos en un edifico, los retenidos dejaron fuera de servicio todos los interfonos, obligando así a que los maderos se desplazaran.

Miércoles, 1 de agosto:
Se reparan los interfonos. Los retenidos los hacen sonar durante toda la noche para acosar a los maderos. Tiene lugar una comunicación salvaje. A las 23:00, los maderos encierran a los retenidos en las celdas. Se ponen los guantes y les dicen: “entra en tu jaula”.

Las revueltas estallan mucho en los centros de detención, en Francia y en todas partes. Desde hace varios días, es en la prisión para sin papeles de Canet donde los detenidos manifiestan colectivamente su cabreo. No es una novedad, hace ya un año, varios retenidos intentaron pegar fuego al centro de detención.

Esta vez, ¡no dejamos a los retenidos solos ante sus carceleros!
¡Paremos la pasividad y el silencio!
¡Solo nuestra solidaridad activa puede derribar los muros!

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