Este fue nuestro trabajo. Pero ya no lo es.
Tras tres años desde el día de la primera publicación en This Is Our Job, he decidido finalizar este proyecto anarquista particular para dedicarme a otros proyectos anarquistas. Principalmente, quiero emplear más tiempo en la traducción y preparación de libros largos que se publicarán a través de memory_lapse press, que es mi pequeña iniciativa de imprenta.
Aun no estoy seguro del tema que tratarán los primeros libros, si es que llegan a ver la luz del día. El anarquismo insurreccionalista ha significado mucho para mí a lo largo de los últimos cuatro o cinco años, pero con toda honestidad esto también ha tenido efectos negativos en mí de los que necesito distanciarme. Así que, quizás, los libros traten temáticas tanto relativas al enfrentamiento como constructivas, contemporáneas o históricas, pero siempre manteniendo como núcleo las ideas antiautoritarias y su inmortal relevancia para aquellxs que pueden ver la verdad de este mundo a través de su velo de falsedades, con la certeza de que debe ser, puede ser y será un lugar mucho mejor.
Tengo algunas cosas que decir sobre la forma actual del anarquismo insurreccionalista como una corriente dentro de un antiautoritarismo más amplio, así como el papel y la efectividad de lo que viene a ser conocido como contrainformación, como una forma de difundir las noticias y el discurso derivados de la insurgencia anarquista. Debo admitir que tenía mis reservas sobre ir al grano y compartir abiertamente lo que quería decir, pero como este es mi último post, creo que haré de él todo lo que debería ser.
Siempre, desde mi primera exposición al anarquismo insurreccionalista, he ido gradualmente destilando ciertos aspectos esenciales de la teoría que hay tras él y he descartado el resto. Para mí, una insurgencia anarquista fecunda es difusa, ilegal, ofensiva, estratégica, consistente y ética. Su primer objetivo debería ser atacar la infraestructura física de la represión, para reducir y, finalmente, paralizar la capacidad de funcionamiento de esa represión. Lo que sigue a esto no es la destrucción total de todo elemento de la sociedad tal y como la conocemos, sino la apertura de un espacio en cuyo interior puedan florecer las iniciativas anarquistas constructivas. Cuando se hace retroceder a la dominación, la liberación avanza.
Pero en la práctica, esto no es lo que he estado observando de la mayor parte de los grupos de acción y las individualidades comprometidxs con el anarquismo insurreccionalista. A pesar de mi enorme respeto a su heroísmo al poner sus vidas en la línea de ataque contra la brutal irracionalidad del Poder, muchos de ellos han sido seriamente deficientes a la hora de elegir sus objetivos y la ejecución técnica.
Sin señalar con el dedo ejemplos específicos de ataques que he encontrado más bien inútiles – ataques que, aparentemente, se llevaron a cabo únicamente como excusa para darle a un comunicado cierta visibilidad en Internet y permitir a sus participantes flexionar un poco sus músculos, incluso si es solo por aparentar –siento que la estrategia básica no está siendo tenida en consideración por esxs que actúan en la insurgencia anarquista. Esto está llevando a largos períodos de encarcelamiento para muchxs compañerxs, a menudo, a cambio de un insustancial daño infraestructural y eso supone una ecuación insostenible para una tendencia ya tan marginal que solo se puede considerar la vanguardia de la vanguardia.
Cuando atacamos un objetivo, una buena primera cuestión que plantearse es: ¿Qué importancia tiene el papel que este objetivo específico juega en la represión (o incluso, ¿hasta qué punto estoy siendo yo personalmente reprimidx por él?) y cuánto se debilitaría la represión si se destruyera? Es una pregunta simple, pero una revisión de mucho de lo que constituye el ataque del anarquismo insurreccionalista en estos días demuestra claramente que no se está formulando.
El Estado emplea elementos represivos específicos de primera línea: la policía (precintos, vehículos y otros equipamientos), los tribunales (y los edificios que los albergan) y las prisiones (incluyendo las empresas privadas y agencias estatales que las gestionan). La siguiente línea consiste en las agencias de inteligencia y su infraestructura física (oficinas, vehículos, ordenadores y redes de comunicaciones, etc.). Finalmente, está la infraestructura militar y todo lo que implica.
En el lado capitalista, la represión fluye desde la industria financiera, la industria publicitaria y la industria de la fabricación y la venta al por menor, entre otras. Pero tomemos la industria financiera como un ejemplo. Causando un daño menor (o incluso mayor) a un cajero automático o a la sucursal de un banco es, para el conglomerado bancario, prácticamente equivalente a una picadura de mosquito. La verdadera infraestructura operativa del capitalismo reside en oficinas y sedes corporativas y, aunque estos objetivos puedan ser de difícil acceso, no deben abandonarse de forma rotunda.
Sin embargo, raramente se ataca estos objetivos estatales y capitalistas. ¿Es porque la posible pena de prisión por taponar con pegamento la ranura de tarjetas de un cajero automático es mucho menor que la impuesta por prenderle fuego a un helicóptero de la policía?, ¿es una falta de visión, ambición, capacidad, recursos? Me gustaría saberlo. Todo lo que puedo decir con certeza es que atacando lo que yo considero objetivos de poca relevancia –objetivos cuyo valor represivo para el sistema es tan bajo que podría ser igual a cero – el anarquismo insurreccionalista está cayendo en la misma trampa que el resto de corrientes anarquistas, confiando en rutinas manidas que no conducen a ninguna parte más allá del gueto subcultural de aquellxs que ya están involucradxs.
Como un añadido a la crítica de arriba, quiero decir algo sobre las bombas. Creo que está claro que el uso de bombas por anarquistas insurreccionalistas debería o bien descartarse por completo o, al menos, dejarlo en manos de aquellxs que realmente tienen una habilidad experta en la fabricación de explosivos improvisados que sean seguros y efectivos. ¿Cuántas veces hemos leído sobre bombas que no llegaron a explotar, que detonaron en el momento equivocado dañando transeúntes aleatoriamente en el proceso o que estallaron según lo planeado pero causando un daño ineficaz? Esto sin tener en cuenta lxs compañerxs que ya han sido asesinadxs o seriamente mutiladxs por la explosión prematura de las bombas que intentaban utilizar contra sus objetivos. Creo firmemente que, en lugar de bombas, debería hacerse un esfuerzo coordinado para utilizar artefactos incendiarios portátiles bien diseñados, dado que un potente incendio arrasador hará siempre más daño que una explosión de baja intensidad.
Ahora, la contrainformación. Mi principal frustración con This Is Our Job ha sido que muy poca gente lo leía. Quizás la culpa sea mía, dado que podría haber habido cosas que pude haber hecho para promocionarlo más. Pero el dilema se mantiene: si la meta de la contrainformación es difundir –tanto como sea posible– noticias y discursos procedentes de la acción de la insurgencia anarquista, la contrainformación en sí misma debe ir más allá que hasta ahora. Realmente, no sé cómo hacer que esto suceda y esa deficiencia me ha preocupado la mayor parte de los tres años que This Is Our Job ha estado activo. No estoy al tanto de qué clase de tráfico han estado obteniendo otras páginas de contrainformación, al margen del idioma, pero puedo decir que mis propias cifras han sido positivamente débiles.
Así que, dicho todo lo anterior, parece adecuado poner fin al proyecto en este momento particular en el tiempo. Los archivos seguirán online, tanto en lugares antiguos como actuales. Siempre intentaré cumplir con las solicitudes para recuperar fragmentos específicos que fueron publicados en algún momento. Y sigo agradeciendo propuestas de traducción de los medios de habla griega -y española- a la dirección de correo electrónico habitual: tioj[arroba]thisisourjob.org. Quizás podría incluirlos en un libro en algún momento.
Para terminar, quiero agradecer a todxs lxs compañerxs que emplearon su tiempo en leer el blog con regularidad y a quienes contactaron personalmente conmigo para mantenerme informado, coordinar esfuerzos, enviarme cosas para traducir o, simplemente, para saludar. Solo espero que un día, de alguna manera, podamos encontrarnos cara a cara para compartir una bebida, una comida, un abrazo y las intimidades susurradas de nuestra pasión por la liberación.
Arriba lxs rebeldes, siempre.
Nota: El compa anarquista, Mathew, se inspiró en un comunicado de una joven rebelde a sus padres durante las batallas callejeras de diciembre de 2008 en Grecia para dar nombre a la página This is Our Job (Este es nuestro trabajo): “(…) Deciáis que la revuelta es desorden y destrucción. Ahora que me rebelo, tendréis desorden y destrucción. Os quiero. A mi manera, os quiero. Pero tengo que construir mi propio mundo para poder vivir mi vida en libertad y, para ello, debo destruir vuestro mundo. Es lo más importante para mí. En vuestras palabras: este es mi trabajo [this is my job].”