En el 2009 el gobierno de aquel entonces aprobó en el parlamento unas clausulas que penalizan el encubrimiento de los rasgos faciales, convirtiendo las sanciones relevantes de delitos menores en mayores, si ellas se cometen con el uso de una capucha. Los años de condena son dejados al juicio del tribunal, ya que la ley prevé tan sólo límites mínimos. Las penas adicionales oscilarán entre 2 y 10 años.
Estas clausulas se incluyeron –del todo legalmente para el régimen de la democracia – en el decreto de ley «de las reformas de la organización del servicio forense y el tratamiento terapéutico de consumidores de drogas»(!), y conciernen a la agresión con lesiones, daños materiales de propiedad, perturbación del orden público, con encubrimiento o incluso con enmascaramiento de la cara. Es digno de mencionarse que en dos casos hasta el uso de espray y rotulador fue usado de pretexto para la detención de compañeros en Tesalónica, mientras que en otra ocasión el uso de la máscara antigás para evitar las peligrosas sustancias químicas con los que la Policía nos suele rociar, fue considerado agravante para compañeros, considerado resistencia pasiva contra la autoridad. En el mismo decreto de ley fue aprobada la clausula del transporte de un acusado a un juzgado lejos del que normalmente tendría que ser juzgado, por motivos de «seguridad y orden públicos» y para «la protección de la sociedad». Esta ley, junto con la llamada ley del terror, el estado policial, las redadas en ocupaciones y locales, la ley que prevé fianzas altas, la eliminación de las supuestas libertades que el régimen permitía, recuperan el ambiente de la etapa anterior a la segunda guerra mundial, así como el estado policial después de la guerra civil, en su versión más modernizada. Es una dictadura con apariencia de democracia.
Mientras el gobierno y la democracia con esta ley enseñaban su verdadera faceta, los partidos de la izquierda en el parlamento reaccionaban sólo verbalmente y de una manera suave. El Partido Comunista, siguiendo su táctica firme desde hace muchas décadas, chillaba contra los encapuchados que «se infiltran en el movimiento social y causan provocaciones en sus manifestaciones masivas». Mientras el lema «los maderos no son hijos de obreros, son los perros de los amos» se oía en las calles de Atenas, la Coalición de Izquierda, olvidando el papel social de la Policía, era la que exigía ¨la reestructuración de la Policía así que esté al lado del ciudadano¨ con «una educación moderna» y «un reforzamiento de las comisarías».
El objetivo evidente de la «ley de la capucha» es la detención de la ola de indignación de las personas oprimidas contra los que tienen el poder y su función disuasoria para potenciales rebeliones en el futuro. La facción más extrema e inmovilista de los gobernantes creyó que de una manera mecanicista como ésta pararía el flujo del río. A pesar del beneplácito y la unidad entre todos los amos en el ataque que estamos experimentando, a lo mejor no van a ser los obtusos partidarios de la directa y tosca represión la vanguardia de este ataque. No obstante, la resistencia al intento de ¨la imposición de la ley y del orden¨ mediante la represión directa muestra una de las debilidades del sistema en Grecia. Después de la rebelión de diciembre de 2008, el movimiento de resistencia contra el sistema capitalista levanta la voz cada vez más.