El 31 de diciembre por la noche, un grupo de personas se acercó a hacer ruido a la nueva ubicación de la cárcel de deportación de Schiphol (Amsterdam). Ir a las prisiones a romper el silencio y el aislamiento en la víspera de Año Nuevo es una tradición internacional.
En la nueva cárcel ‘De Poort’ de Schiphol encerrarán a más de 1000 personas. Aun más celdas para un sistema asesino. Esa noche, se emitieron mensajes grabados desde la RefugeeChurch — una iglesia abandonada y okupada por ilegales (indocumentadxs) en Amsterdam— para lxs que están dentro.
En Holanda, hay miles de personas encerradas por no tener papeles (los correctos), en condiciones aun peores que en las cárceles normales. Encierran a la gente durante meses y, luego, o lxs deportan o lxs echan a la calle por ser “prácticamente no deportables” y, meses más tarde, el circo comienza de nuevo. Quienes deciden estas ‘medidas’ son las pocas personas que andan inventándose leyes ante las que todo el mundo debería doblegarse; son quienes sacan dinero de la represión.
Todo el sistema carcelario está basado en su necesidad de regular y controlar a la ‘sociedad’. Encierran a la gente solo porque no encajan en esa sociedad, porque no contribuyen lo suficiente en términos económicos o, simplemente, para asustarlas. Para el Estado, solo se trata de proteger a los ricos y el orden, para perpetuar la explotación y la represión.
Por eso seguiremos regresando, para que resuene nuestra solidaridad con lxs presxs.
Hasta que todxs seamos libres, hasta que ya no existan ni las fronteras ni los muros de las prisiones.