A primera hora de la mañana del 19 de enero, asestamos otro pequeño golpe a la maquinaria del capital. Como pequeño gesto de rabia, se destrozó y pegó fuego a la planta baja de uno de los muchos bloques de apartamentos en construcción en Toronto, donde se encontraba el material de construcción y los planos arquitectónicos. Nuestra ira se dirige contra la continua, e infame, gentrificación de la ciudad y el constante encarcelamiento de compas anarquistas por todo el mundo.
La gentrificación es la infame muerte, a cámara lenta, de la comunidad. La irrupción de espacios caros individualizados en una comunidad, expulsa a las personas para las que la vida de moda es inasequible, rompiendo amistades de toda la vida y relaciones personales. Con esto, llegan las carroñeras cadenas de tiendas echando a un lado los esqueletos de las tiendas locales independientes y, también, la inevitable “limpieza” de la zona, eliminando cualquier indeseado signo de vida o sufrimiento . Los anuncios pretenciosos que acompañan a estos acontecimientos, esconden el secreto de que, en vez de un cambio de vida o mejora, lo que se vende es una caja aislante y vacua con adornos y revestimiento de lujo, así como el papel de cada unx en la destrucción de una comunidad que ya existía.
Con un cambio de vesturario, pasamos desapercibidxs en la noche. Ni intentamos presumir ni glorificarnos, sino mostrar lo fácil que sería repetir estas acciones en cualquier otro sitio. Hagámosles la vida tan difícil como intentan hacérnosla a nosotrxs. Este es una escalada en nuestras tácticas, pero somos conscientes de que estos actos siguen siendo a pequeña escala en comparación con las acciones de compxs de todo el mundo.
Con esto, también reconocemos la necesidad de intensificar nuestros ataques contra el Estado y el Capital en Norteamérica en relación con la intensidad de la represión y los ataques contra la comunidad anarquista /antiautoritaria. A cada ola represiva debe seguirle una respuesta objetiva, crítica y cada vez más militarista [sic].
Este es un acto de solidaridad con la gente de las okupas Villa Amalias y Lelas Karagianni en Atenas, allanadas por la brutal policía fascista griega. Elegimos como objetivo una nueva obra de construcción de viviendas, que abastece a la burguesía de la ciudad, mientras se encuentran en contraste directo con la comunidad y solidaridad vibrantes que se encuentran en las okupas de todo el mundo. Otra cruel diferencia es la naturaleza económicamente excluyente de la propiedad privada. No luchamos por “viviendas asequibles” o “viviendas basada en los ingresos”, luchamos por una vivienda para todo ser humano, sin importar su estatus económico.
Enviamos también un caluroso abrazo de amor y rabia a Panagiotis Argirou. Fuerza compa, para que sigas luchando.
Por la negación de toda opresión de la que esta sociedad es cómplice.
Hasta que caigan los muros de la última prisión
La Célula Solidaria de Toronto