Grecia: Comunicado de la Iniciativa de Prisioneros Anarquistas de Koridallos sobre el asesinato de Marjan Kola

«Sabíamos que todxs mueren. Pero hay muertes que pesan más, porque son ellas las que eligen el cómo»
–Katerina Gogou.

Con la continua y extensa cobertura de los mass mierda, prosigue la cacería de los prófugos de las prisiones de Trikala desde hace cuatro meses, manteniendo al público en vilo, puesto que cuenta con todos los elementos de una superproducción: fuga «cinematográfica», asesinos «sin escrúpulos» y «sanguinarios», pacos «duros y determinados», enfrentamientos, muertos y cacería humana en gran parte del territorio griego.

El cuatro Poder es el mayor nodo para el funcionamiento de la democracia, dado que media entre los otros Poderes y los ciudadanos para recordarnos una vez más las reglas del juego: el régimen democrático no escatima tiempo, energía ni dinero cuando se trata de hacer comprender el dogma de la seguridad.

Durante todo este tiempo, los estresados periodistas que informan desde los lugares de las operaciones, los reportajes con música martilleante, los adjetivos amarillistas usados para los fugitivos, las imágenes de pacos armados hasta los dientes, todo esto tiene un solo fin: revertir el subconsciente colectivo en relación con los fugados y que se acepte la omnipotencia estatal. La cobertura mediática de los acontecimientos es tan útil para el éxito de las operaciones estatales como las armas de la policía.

Incluso si algunos de los fugados que aún viven momentos de libertad, consiguen, finalmente, escapar de una manera u otra, debería darse la impresión de que esto no es por debilidad del Estado, sino gracias a la invisible red de apoyo que tienen, o gracias al apoyo del UCK (Ejército de Liberación de Kosovo) o, posiblemente, a sus poderes metafísicos.

El objetivo es siempre la mente.

Por mucho que extrañe a los sensibles reflejos humanitarios de quienes cierran los ojos por sí mismos, la pena de muerte es algo absolutamente aceptable en democracia, aunque con una diferencia significativa. Se decide, se ordena y se ejecuta, no en ningún tribunal, sino a través de los noticiarios televisivos, quedando solo pendiente el cómo y el cuándo será posible su aplicación.

La sonrisa que acompañaba las declaraciones victoriosas de Dendias (ministro de Orden Público) por la presentación de los fugados ante la justicia, «sí es que esto es posible», demuestra de la manera más cruda la lógica y la moral del Poder. De un Poder desgastado que considera que ha sido una gran victoria y mayor logro el hecho de que cientos –tal vez miles– de pacos, reforzados por fuerzas especiales del ejército y el servicio marítimo, con miles de armas y medios técnicos a su disposición (helicópteros, perros de policía, cámaras térmicas), y rotándose los turnos (es decir descansados) consiguieron, hasta el momento en que se escriben estas líneas, localizar a cuatro personas.

La sed infinita por lograr la libertad y la determinación por mantenerla es la única motivación capaz de hacer a una persona no entregarse, aunque tenga en su contra tal número de fuerzas.

Pero el espectáculo no acaba con la ejecución de los fugados. El Estado debe vengarse por la humillación que sufrió. Debe seguir, por lo tanto, la humillación a los insubordinados y dar ejemplo a lxs que continúan sin reconocer la omnipotencia estatal.

Desde la era de Homero y el laceramiento del cadáver de Héctor por Aquiles, hasta la contemporánea era cibernética, la humillación del enemigo muerto es una de las características de la arrogancia del Poder.

Las fotografias del cadáver de Marjan Kola demuestran lo puros que eran los tiempos del bandolerismo, cuando las cabezas cortadas de los bandidos se colgaban de manera ejemplar en la plaza de algún pueblo. En la era digital, el mensaje se transmite por completo y al instante en cualquier parte del mundo, mientras nosotrxs nos sentamos frente a nuestra pantalla. Y, lo más importante, es que el mensaje ya no está cargado de la sangre y el hedor que acompañan el contacto directo con el cuerpo muerto. La arena se ha vuelto digital y el pulgar hacia la garganta ha sido sustituido por los respectivos emoticonos en los comentarios del público. ¡Trabajo limpio!

Con la muerte de Kola, el sistema judicial–policial–penal, sintió que restauró su honor perdido. Fue él a quien se había señalado desde el principio como el «cabecilla», «líder» del grupo, el más «cruel» y «sanguinario».

Nosotros no llegamos a conocer a Kola personalmente, ni a ningún otro de los fugados. Nuestro objetivo no es santificar ni heroizar a algunos. Obviamente, tampoco estamos escribiendo un obituario, sino aprovechando estos acontecimientos, queremos compartir unas reflexiones acerca de la manera en que el régimen trató la situación, tanto a nivel mediatico como a nivel policial-militar. Sin embargo, las informaciones que tenemos provienen igualmente de la prensa corporativa, pero lo que difere es la interpretación de lo ocurrido.

La policía griega tenía cuentas pendientes con Kola desde su fuga de la comisaría de la ciudad de Tebas y, aún más, tras la operación en el barrio ateniense de Vyronas, donde fueron arrestados Marjan Kola y Santri Pema. En este caso, y tras ráfagas de disparos por los pacos, es decir, disparando a matar, cayó muerto Nikolas Todi [joven de 25 años que pasaba por allí en febrero de 2010], sin que se abriera una investigación al paco que lo asesinó, recibiendo incluso la descripción de «despiadado». El día anterior, en Marousi, Kola y un compañero de él desarmaron a los pacos de un coche patrulla y huyeron.

Lo mismo intentaron hacer en el pueblo de Distomo (Boeocia) y, aparentemente, toda la escena hubiera acabado sin sangre, si no hubiera aparecido la segunda patrulla de policía. Tanto en el incidente en Marousi, como tambien en el de Distomo, demuestran sin más que se trata de personas de sangre fria y no de sanguinarios. Cualquiera puede entender que es más peligroso intentar desarmar a una persona armada que matarla.

Ahora bien, el sentido común nos lleva a concluir que los adjetivos usados por los periodistas para los fugados, sirven solo para el juego de crear impresiones y no tienen nada que ver con la realidad.

Por supuesto, los fugados van armados y es normal que usen sus armas para escapar en caso de que les vayan a apresar. Pero una cosa es disparar contra gente armada para garantizar tu libertad y otra, asesinar «sin escrúpulos» ni ton ni son. Otra cosa que demuestra lo arriba mencionado es que los fugados nunca dispararon a un/a ciudadanx, a pesar de que se encontraron muchas veces con varios.

La moral actual manda la sumisión ante las órdenes de la policía. La moral amotinada proyecta la libertad, riéndose irónicamente ante las órdenes policiales.

Teniendo esto en cuenta, los pacos no dudaron en operar en áreas sobrepobladas (Vyronas) o en autovías (zona del Istmo de Corinto), aceptando la posibilidad de que hubiera heridxs o muertxs entre lxs que pasaran por allí por casualidad, como en el caso de N. Todi y K. Zogali (que cayó muerta durante una operación policial contra los fugados en marzo de 2013).

Como anarquistas no aceptamos los conceptos de la compensación de víctimas o de las pérdidas colaterales, estos son características de la lógica autoritaria que desprecia la vida. Tras los arrestos en Vyronas, el entonces ministro de Orden Público, Chrysochoidis, nos reafirmó, diciendo de manera cruda que: «Puede ser que se matara a un ciudadano inocente, pero se ha detenido a dos peligrosos malhechores».

Los medios de masas y gran parte de la opinión «pública» culpan de las muertes de estas dos personas en Vyronas y en Isthmia a los fugados, con el pretexto de que ellos reaccionaron cuando la policía les ordenó entregarse. Esta persepción ignora que, para algunas personas, la libertad no es negociable. A pesar de todo esto, no podríamos sino señalar la diferencia concreta entre los dos incendentes, puesto que Todi fue ejecutado porque los pacos lo confundieron con quien quierían detener, mientra que la muerte de Zogali fue un accidente.

Finalmente, estamos de acuerdo con la opinión de los medios: los fugados carecen, o carecían, de escrúpulos. No tenían ningun reparo en defender la libertad que tan difícilmente habían logrado. Como escribió sobre Kola su co-preso Marusko, que lo conocía personalmente: «Marjon Kola era uno de los presos, o rehenes, del Estado que te daba la impresión de que estaba acusado de no tener carné de conducir, calmo y correcto, con un comportamiento respetuoso hacia los demás presos, pero que tenía una ‘debilidad’, como todos aquellos que se han encontrado entre los dientes de hormigón del Estado. Quería a toda costa su libertad. Más tarde, arresgaría hasta su vida, pero no la de otrxs.»

La militarización del régimen avanza a ritmos vertiginosos. Cada vez más a menudo, se eligen soluciones de tipo militar para diferentes cuestiones que, ya sea de facto o potencialmente, perturban el frágil equilibrio social.

Los últimos seis meses, la unidad antiterrorista de la EKAM se encargó del quiebre de la huelga de lxs trabajadorxs del metro, redadas a espacios anarquistas okupados, arrestos a personas en la zona de Skouriés (Calcídica), registros en celdas y palizas a presos en las prisiones.

La misma unidad fuertemente armada y con entrenamiento especial se utilizó para misiones de cáracter tan diferente, donde en la mayoría de los casos no existía ni una probabilidad de enfrentamiento armado. La única razón de su uso era la internalización del miedo y de la fuerza represiva estatal.

Las operaciones contra los prófugos sirvieron de muy buen pretexto para la puesta en marcha de la doctrina de la interdisciplinariedad de las operaciones especiales. Por primera vez, en territorio griego, existe coordinación y actuación de fuerzas especiales de diferentes cuerpos en un área temporal y geográfica amplia. Policía, ejército, el servicio marítimo están dirigidos por el centro administrativo y operan juntos.

Esto no significa que la policía no sea suficiente para estas operaciones. Sería tonto pensar algo así, dado que los grupos de los otros dos cuerpos son extremadamente reducidos y las dos emboscadas, hasta ahora, se dieron de cuerpos policiales. Simplemente, este caso sirve de pretexto para que se desarrolle la doctrina contemporánea de mano dura de la democracia. Es así que los conceptos básicos de la democracia burguesa se reestructuran con la vista puesta en los futuros conflictos sociales.

Las fuerzas enemigas, pues, se agrupan, se refuerzan, evolucionan e intentan imponer condiciones cada vez más desfavorables. Ante esta realidad, hay que colectivizar nuestra resistencia, equiparnos a todos los niveles –organizativo, de conciencia, logísitico–, desarrollar y enriquecer los caminos y formas de la lucha. Destrocemos las separaciones artificiales que produce el mundo del Poder, buscando los puntos que pueden unirnos a las personas que, por sus propias razones, se rebelan y desafían de forma práctica el orden legal.

Ya sea individual o colectivamente, ya se tiren piedras en las manis o se dirigan los kalashnikofs hacia aquellxs que imponen la esclavitud generalizada. Y, partiendo de las experiencias comunes, construyamos el substrato consciente de las relaciones solidarias.

La solidaridad con lxs desheredadxs de la sociedad–cárcel no se expresa solo cuando no hay coste, como al apoyo a lxs presxs con la condición de que permanezcan pasivxs, sino también cuando algunxs se activan, se fugan, exigen y defienden, armadxs, su libertad.

Especialmente, en último caso, cuando se encuentren personas, literalmente, en el punto de mira y el cuarto Poder las difama noche y día preparando su ejecución, la complicidad con los asesinatos de Estado no consiste solo en los gritos de la multitud interconectada, sino también de los silencios convenientes.

Iniciativa de Prisioneros Anarquistas de Koridallos

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