Sobre terrorismos en boca de los Estados

Después de los asesinatos de París se ha desatado una nueva ofensiva de los Estados y sus aparatos en la guerra civil mundial en curso. Nuevas leyes de excepción que antes no habían podido ser impuestas porque las condiciones no eran propicias para justificar un cambio en la sacrosanta imagen de Democracia, son ahora impuestas por decreto en diversas formas.

Leyes que incrementan aún más el control de los ciudadanos a través de intervenciones telemáticas o telefónicas o datos proporcionados por empresas, que restringen el espacio de aparente libertad de fronteras en Europa, que fomentan la delación de conciudadanos sospechosos de salirse de la norma (especialmente funcionarios al servicio del Estado en centros de salud, prisiones, etc), que puentean a la judicatura y las legislaciones vigentes para llevar adelante investigaciones o nuevas leyes o endurecimiento de éstas, que permiten un mayor control de las fronteras, que dotan de mayor poder para órganos policiales… Generan así un estado de emergencia ficticio usando el concepto de terrorismo, sobre todo aludiendo al yihadismo porque es lo que asusta más en tanto es culturalmente diferente y, en el discurso del Poder, no tiene una raíz socioeconómica sino religiosa y autoritaria. Un concepto que quieren redefinir ahora en términos más prácticos para su uso policial y judicial cuando pretenden incluir bajo ese paraguas a individuos que actúan en solitario (los ya bautizados ‘lobos solitarios’ por toda la prensa) o a individuos que se organizan de forma informal y no jerarquizada.

El Estado español, después de la aprobación de la Ley Mordaza hace pocas semanas, ya se afana en concluir una nueva reforma del Código Penal que justifique la aplicación de las leyes de excepción antiterroristas para aquellos que actúen en solitario y que justifique la acción policial-judicial preventiva de ataques terroristas. Es algo que ya se ha vivido en Italia con los distintos montajes antianarquistas, o en Chile con el caso Bombas y los cambios en la Ley Antiterrorista o la Ley de Control de Armas y Explosivos, o en Grecia con la implantación de las cárceles tipo C para frenar la lucha armada. Los partidos políticos encuadrados en un marco cada vez más estrecho, y autocondicionados por su propio papel de aspirantes a la gestión del Estado dependiente de los votos de ciudadanos alienados día a día, se pelean por salir en la foto finish de acuerdo a sus discursos de mierda particulares. Ninguno será capaz de contradecir lo impuesto por las condiciones creadas. No pueden ni quieren por lo que son y el papel que adoptan en el sistema.

La operación Pandora contra anarquistas activos en la lucha contra el Estado y el capitalismo no fue casual. Una operación preventiva, y como tal, justificada a ojos de todos los ciudadanos a la luz de la sucesión de acontecimientos. No encontrarán nada más. Por eso modifican y aprueban aún más leyes que encubran la aplicación de penas de prisión sin pruebas de actos de destrucción de propiedades o atentados físicos contra gestores del capital. La reunión del fascista Fernández Díaz con su homólogo chileno previa operación Pandora tampoco era casual.

Mientras tanto, esos ciudadanos adocenados escasos de sentido crítico, tanto como de dignidad, seguirán debatiendo sobre quién votar en las próximas elecciones, poniendo sus ilusiones de modificación de sus condiciones existenciales en las viejas promesas de los nuevos figurantes políticos y olvidando su miseria cotidiana comentando el próximo partido de fútbol o el próximo escándalo del corazón o el próximo caso de corrupción. La asunción de su propia incapacidad y su delegación en los gestores de sus vidas hace de motor para que el poder siga gestionando a su gusto. Si les toca pringar en algún momento (que les echen del trabajo, les desahucien de su casa, les retiren las ayudas mínimas sociales, les obliguen a pagar más impuestos, les aumenten los precios de productos básicos, les congelen los sueldos o las pensiones, les envíen a la guerra…) y su posible acción de resistencia ante esto está ampliamente criminalizada y penada, tendrán que explicárselo a sí mismos como un efecto colateral para conseguir un bien mayor general (impuesto por el Estado y la Economía) y ni siquiera entenderán el porqué eso es así.

Nosotrxs por nuestra parte no nos olvidamos de quién se beneficia de todo esto. Las nuevas condiciones que continuamente renueva el poder están orientadas a mantener y mejorar las formas de relación capitalistas que el dominio requiere. Esas nuevas leyes, esas guerras, no están separadas de la explotación laboral, la destrucción del territorio, la invasión y destrucción de otras culturas, el aumento de las prisiones y la agudización de las condiciones impuestas a lxs guerrillerxs en ellas, las muertes en las fronteras, etc. Son otras consecuencias del mantenimiento de una economía indefectiblemente orientada al beneficio de unos cuantos por los medios que sea.

Por todo esto, nos repugna la estrecha e interesada visión promocionada del ‘yo soy Charlie’. Ese interés es del Estado, ese interés es del Capital. Ese interés se media por los ciudadanos ciegos y estrechos de miras, y se promociona por los medios desinformativos del Poder. Participar acríticamente de esa marea emocional es alinearse con los Estados y el Capital. No hacerlo no es apoyar a ese Estado Islámico del que hablan. Esa polarización sin matices es otro interés del Poder para aislar y crear su discurso totalitario.