Texto recibido el 28 de noviembre:
Podría hacer de este texto una cuestión individual, desligándome de cualquier movimiento o corrientes ácratas y al mismo tiempo resguardar mi ego de los eruditos de la acción y los sacralizadores del anarquismo, pero la esencia misma de estas palabras se encuentra en la necesidad de una proyección, ciertamente no masiva, pero concreta, de llevar la rabia caótica que sentimos a las calles.
Todxs somos conscientes de nuestra posición dentro del entramado social, desde la pasividad pequeño burguesa, hasta la radicalidad nihilista, podemos seguir haciendo análisis sobre los métodos de control del capital, y utilizarlos directamente como respuesta para justificar la victimización y la paz social, o limitarnos a decir que los individuos que conforman la sociedad son en su totalidad nuestros enemigos, en ambos casos la respuesta por la respuesta misma no hacen más que conformarnos con nuestra posición rebelde y auto desplazarnos de cualquier acción que trascienda mas allá de nuestras afinidades.
Desde estas palabras no se buscan atacar ni las acciones dedicadas totalmente a la difusión, ni mucho menos las individuales que buscan atacar las estructuras del poder, sino entendiéndome como parte de una corriente más amplia que mi existencia, intentar entender y enfrentarnos al problema de la falta de una posición antiautoritaria en guerra contra el poder, más allá de los espacios autorreferenciales y de las apariciones virtuales.
Mi posición parte básicamente del hecho que, como movimiento anarquista no constituimos una fuerza que pueda ser una amenaza real al poder en las calles, y me posiciono en negación con la idea generalizada que el problema es puramente cuantitativo.
Referirnos a la cuestión como meramente cuantitativa significa de antemano negar la posibilidad que un individuo actué por sus propias convicciones y pueda ser realmente peligroso, y al mismo tiempo seguir con la perspectiva social en donde un sujeto revolucionario dotado de la conciencia emancipadora vaya a concebir la revolución cuando se den ciertas condiciones.
Sabemos perfectamente acerca de la infinidad de tendencias antiautoritarias que existen dentro del territorio, y no creo que sea necesario un censo anárquico para determinar nuestra existencia, pero cuando la teorización se transforma en una nostálgica representación de luchas pasadas o en la radicalidad estética, se vuelve tristemente aburrido el dialogo e incluso nuestra presencia.
Cada unx tendrá sus razones, algunas más bien ideológicas, u otrxs personales, de lo que estamos seguros es que queremos la destrucción de todo lo que nos oprime, pero no solo en términos materiales, sabemos que nuestras proyecciones buscan también la ruptura del tejido social de dominación, y las acciones que realizamos, incluso quienes nos planteamos la destrucción de toda la sociedad, parten dentro o entre las concepciones sociales, atacamos en la conciencia de saber que existe un otro, un alrededor que buscamos se enfrente con el deseo rebelde, esto no significa que seamos en pos de la sociedad, sino que estamos atravesados por un mundo simbólico del cual podríamos hacernos cargo, antes que resolvernos indiferentes frente al conflicto y el espectáculo social.
De esta manera no pienso realizar una contraposición entre grupo de afinidad o lucha social, sino la trascendencia de ambas proyecciones, ni siquiera por un fin ideal, llámese revolución social, sino por la simple idea, de romper con la paz social, hoy, por nuestras propias convicciones, y hacer de nuestras ideas una amenaza que se expanda más allá de nuestro hacer cotidiano.
Ahora bien, creo que sería consecuente plantearnos el ¿Por que? de nuestra presencia en conflictos sociales, entendiendo que si bien a todxs nos gustaría ser participes del caos masivo en las calles, la lejanía que encontramos con ese panorama, no solo se debe a una flaqueza de nuestro lado, sino a un entorno social pacificado por años de asistencialismo democrático y la triste izquierda siempre amiga del poder, aunque sobren ejemplos de tensiones sociales en los últimos años donde no existió una presencia antiautoritaria generalizada, no es mi intención entrar en una autocritica revisionista, sino ver hacia el presente próximo. Sabemos que los años de buenos modales gubernamentales, y crecimiento social se van a venir abajo, el show progresista va a exponer masivamente su posición y la crisis económica perjudicará a lxs mismxs de siempre, frente a esta realidad venidera será nuestra responsabilidad tensionar el conflicto, con nuestras perspectivas tanto sociales como antisociales, o seguir justificando nuestra lejanía buscándole las contradicciones ya conocidas que son parte de todos los movimientos.
Por un diciembre Negro,
La practica insurrecta en las calles
Muerte al estado y que viva la anarquía
individuo antiautoriario.’