Digan lo que digan desde el Ayuntamiento, esto no es un conflicto entre particulares, es un conflicto entre dos formas de vida: las que queremos una vida en común y relacionarnos mediante redes de apoyo mutuo tejidas entre iguales y aquellos que aquello que defienden es la propiedad privada —independientemente del uso que se haga— y la supremacía de unos sobre los otros.
Barcelona en común ni es, ni será representante de las que estos días estamos aquí, primero porque nosotras no tenemos representantes —y a la vez tampoco aspiramos a representar a nadie más que nosotras mismas—, y segundo, porque su opción institucional no es ni será la nuestra. Nos negamos a servir de excusa para que los diferentes partidos políticos se lancen dardos electoralistas lanzando mentiras sobre nosotros. Nunca hemos negociado con nadie, independientemente de las falsedades que divulguen los políticos: quién firmó un contrato para mantener la paz social —CiU— pagó más de 65.000 € de un fondo sin justificar al conocido especulador Manuel Bravo Solano, cantidad que casi cubre lo que éste pagó en su día por el espacio.
Justifican este contrato por nuestra supuesta labor social, intentando hacer una distinción entre el Banco y el resto de espacios ocupados, pero que no os confundan: somos la misma gente. No hacemos labor social y humanitaria, lo que queremos es generar redes de apoyo mutuo y crear un mundo fuera de la lógica mercantil. No queremos cubrir los agujeros de miseria que crea el capitalismo, queremos acabar con ellos. Y, para conseguirlo, todas las herramientas son válidas y necesarias.
Las que tejen redes, las que recuperan casas para quienes sufre desahucios, las que ocupan para crear hogares y espacios de encuentro, las que hacen fiestas y otras actividades para pagar todos los gastos derivados de la represión judicial, las que cortan las calles para que avancen las manifestaciones, las que se enfrentan con la policía: somos todas las mismas porque todos son caminos de una misma lucha.
Se está hablando mucho violencia, de la nuestra, pero quien dice criticar toda forma de violencia se niega a reconocer que esta sociedad está impregnada de violencia en sus mismos fundamentos: la violencia que hay en los desahucios, en los Mossos homicidas que quedan impunes, en la persecución de los manteros y en el rechazo de los refugiados, así como la violencia que bajo la excusa incuestionable del antiterrorismo destroza puertas a las cinco de la madrugada y secuestra nuestras compañeras. Si alguien quiere hablar realmente de violencia, hablemos, pero partiendo del hecho que las desigualdades de esta sociedad no desaparecen porque hay una organización especializada en actuar violentamente para mantenerlas. Esta organización se llama policía, sea del país que sea, del color que sea, bajo las órdenes del gobierno que sea.
La policía es la parte visible y explícita de esta violencia estructural. Pero esta violencia también la encontramos en el chantaje laboral, cuando asumimos que nos humillen y nos roben por miedo a la miseria; o la encontramos —como ya se ha dicho en los desahucios—, cuando la propiedad de una vivienda es más importante que la necesidad de un techo; la encontramos en el sexismo que niega el feminicidio que se está produciendo; o en esta Europa que da la espalda a los refugiados de las guerras que nosotros mismos estamos provocando en sus países. Esta sociedad capitalista se basa en la violencia, cualquier debate serio tiene que partir de esta premisa.
El conflicto en las calles por el Banc Expropiat ha empezado en el momento de desalojarnos, y se acabará cuando podamos volver a entrar. No tenemos nada que negociar porque no aspiramos a nada más que a reabrir el Banco Expropiado en el mismo lugar donde siempre hemos estado; si quieren negociar , que lo hagan entre ellos, Generalitat, Ayuntamiento y Bravo Solano, no es nuestro asunto. No queremos otro espacio, queremos este, donde está, con sus vecinas. El Banco es nuestro porque lo hemos construido segundo a segundo con todas las personas que han ido pasando y que lo han hecho vibrar con centenares de experiencias diferentes; el Banco es nuestro y lo defenderemos hasta el final.
Es muy simple: la única solución al conflicto que han abierto es que nos dejen volver a entrar.
27 de mayo del 2016
Villa de Gràcia
fuente: Bancexpropiatgracia