Comunicado recibido el 27/11/2016:
Escribo a altas horas de la noche, al menos para mí que día tras día mis ojos se abren a las 7:30 de la mañana de un intranquilo dormir para ver el gris hormigón y las grandes puertas de seguridad, aún así es el mejor momento para escribir lo que siento. Solo logro oír a un preso que «alaba al señor», una música que no me gusta pero tampoco me desagrada y un sonido que detesto al cual he tenido que acudir varias veces: una cierra carcomiendo el metal.
Siete meses estuve en régimen de castigo y aislamiento en la cárcel de Máxima Seguridad, y, por petición mía, hace cinco meses fui trasladado a la Cárcel Santiago 1 tras un par de asquerosas y tediosas audiencias, en donde directamente fui clasificado al módulo 16 (presos reincidentes) para luego, por situaciones que ocurren en prisión, fui cambiado al módulo 25 (igualmente de presos reincidentes) donde actualmente me encuentro hasta lo que más pueda estar sin que se me presente un problema el cual haga, por decisión de los carceleros, ser cambiado de módulo.
Ha sido más de un año en Cautiverio, en el cual mi mente y cuerpo han fieramente sentido a segundo en esta subterránea realidad presidiaria, en donde ocurren sucesos inimaginables para los seres que no lo han «vivido» en sus propias carnes. He sentido la soledad tanto y tantos meses que mi hermético corazón ya se ha acostumbrado a la constante amenaza de un bisturí tras de si, nada ni nadie logrará borrar las cicatrices que ahí de por vida quedarán y con las cuales abrazaré la muerte vengando todo lo que a mi y a quienes están conmigo han logrado hacer. ¿qué no más que odio y enérgicas sensaciones de venganza te puede producir sentir los golpes de carceleros que cobardemente se atrincherados custodian la llave a la «libertad», jueces y fiscales decidiendo por sobre uno. Abogados «defendiendote» y el tener que voltear tu caminar porque un muro te impide seguir? ¿No será más fácil adaptarse al sistema carcelario, evadir los problemas y tragarme el amargo sabor a humillación, aceptar sumisamente los dictámenes judiciales y dejarte intimidar por presos y carceleros que son de carne y hueso como uno? ¡NO! Nada de eso va conmigo. Las leyes del Poder ni de la prisión son las mías y haré lo que pueda sin límite alguno para cumplir mis fines.
Estoy en un módulo en el que, a diferencia del 33/34/35 y 11 (primerisos), se resiste una realidad de matar o morir, aunque desprecie demasiado mi existir humano tanto como a quienes lo reproducen. Un módulo donde hay al menos cinco presos asesinados a manos de otros presos. Un módulo que constantemente está siendo allanado por los carceleros y antimotines, un módulo que controlan los preso y no la autoridad. He visto presos apuñalados, quemados con agua hirviendo, a otros que en una oscura escalera por la cual debes pasar por obligación sin saber quien es quien los han golpeado sin dejarlos subir a las celdas. He visto bajar tranquilamente la escalera por la mañana a un preso mientras otro le lanza un cuchillo al cuello. Como docenas de presos golpean y apuñalan a otro expulsándolo del módulo. He visto, y sin poder hacer nada, como carceleros golpean hasta aburrirse a otro preso, reflejándome en el por ya haber pasado por esas situaciones. Nada de eso lo impide una cámara de «vigilancia». No es agradable ver que presos se asesinen entre sí, sabiendo que todos están en la misma situación carcelaria, que todos duermen donde mismo, que comen lo mismo y «comparten» el mismo patio. Como tampoco es agradable tener que acudir a una cuchilla (porque peleas «a combo» no existen) porque en el módulo hay problemas y con 200 presos en un mismo patio, no a todos les debes agradar, por más que no te lo digan.
Aquí no es solo estar encerrado y resistir eso, no. No estoy por un «chiste» preso. Entre presos me he ganado el respeto que hoy tengo porque así lo he decidido. Nada de «buscar refugio» en una iglesia aquí dentro. Ni un sometimiento ante nadie. Todo aquél párrafo espero sea una visualización más clara y directa de lo que es la cárcel o lo que a mi me ha tocado enfrentar. Y que cada prisionerx, esté donde esté, vive. Un día a día de Guerra en sus diferentes ámbitos carcelarios. El ánimo no decae completamente y la guerra sigue…
Confinaron el cuerpo de mis hermanxs tras unas similares jaulas como de la que hoy escribo mi odio y orgullo al papel. Y con eso creyeron o pensaron intimidarme; un flemoso escupitajo en el rostro del poder y una guerra hasta las últimas consecuencias fue y es mi furiosa respuesta.
Me investigaron, siguieron mis pasos y lograron cazarme con sus pistolas apuntando a mi cabeza. Expusieron mi rostro en la televisión y diarios difamándome, con un cúmulo de idioteces inargumentadas. Falsamente me tildaron de anarquista y supusieron que ante el gran número de policías agacharía la cabeza y no respondería. Me sentaron en una de sus salas de espectáculos por más de seis horas a oír las palabras que desparramaba un fiscal con un vomitivo hedor. Ante los discursos de jueces y fiscales inculpándonos a mí y a mi compañero y amenazándonos con docenas de años en prisión esperaron caras de tristeza o preocupación sin saber que nos reiríamos e insultaría en sus caras. Fuertemente me engrillaron las manos por más de veintiún horas, y ante todo el dolor mi mano continúa danzando con un bolígrafo. Pretendieron aniquilarme en una cárcel de máxima seguridad y sus jaulas de castigo y no consiguieron debilitar ni un solo pensamiento e idea mía. Sigo firme en lo que creo y quiero para este repugnante mundo civilizado y sus progresistas inmundxs. La destrucción y libertad son un volcán en mi interior.
Hace un par de semanas (11 de noviembre) tuve una audiencia de re-formalización en la que soy acusado de un nuevo atentado explosivo. Por lo tanto, hasta el momento estoy formalizado por: atentado explosivo a la empresa chilectra ubicada en avenida el parrón (el nuevo hecho), atentado explosivo a la 12 comisaría de San Miguel (en conjunto con Joaquín), atentado explosivo a la escuela de Gendarmería de San Bernardo, tenencia de material explosivo y porte ilegal de arma blanca. Con una pena efectiva de 38 años de prisión (que es lo que solicita la fiscalía). Diversas han sido las ocasiones en las que he certeramente afirmado que de nada ni nadie me arrepiento, hoy vuelvo a reafirmar lo dicho. Imborrable es aquello. De nada soy una «víctima» ni me intimidan las miles de páginas que el miserable fiscal lleva a las audiencias. El tiempo es solo tiempo, mi libertad la conseguiré legal o ilegalmente, y todo lo escrito es sin tapujo alguno.
Jamás suprimiré de mi memoria los golpes directos de pie y puños a los policías y sus feas caras de cobardías, los días y noches corriendo con fuego en las manos hacia la autoridad, las alarmas chillando al unísono de locales ardiendo, a lxs ciudadanxs corriendo y gritando despavoridxs mientras una micro incendiandose ilumina la noche. Las noches en donde la ciudad retumbaba por una explosión y su esplendor causando el terror. Jamás olvidaré a la policía correr buscando refugio ante una lluvia de tiros ni las hermosas curvas de una bala cuarenta milímetros…
«En los tiempos difíciles nunca hemos abandonado la lucha, puede que los perros ladraran al rededor de nosotrxs, pero sus respiraciones nunca nos llegaban a tocar, nos estuvimos mirando unx al otrx, asegurábamos nuestras decisiones, chequeabamos nuestras armas, preguntábamos a nuestro odio y decíamos «vamos otra vez…esta vez hasta el fin…»
A mis hermanxs de años: Ignacio, Joaquín, Manuel y Amaru, toda mi fuerza y energía está junto a ustedes. Insumisos dentro y fuera de los malditos muros! Natalia: que alegría me dio el enterarme que ya no te encuentras bajo toneladas de hormigón. Cuídate mucho estés donde estés hermanita. La cárcel no es eterna…
Un llameante abrazo a cada prisionerx en guerra y prófugxs.
A lxs terroristas de Individualistas Tendiendo a lo Salvaje, a Lxs Nihilistas Destructorxs, a lxs Anarquistas de praxis, a cada célula incendiaria ya lxs guerrerxs del sur del país que se oponen al avance de la civilización: un gigantesco saludo rebalsado en fuerza y resistencia.
Por lo Inmoral e Indiscriminado ¡¡Viva el Terror, las explosiones y el fuego!!
¡¡Muerte a la civilización y todo progreso humano!!
Kevin Garrido Fernández
Cautivo en Guerra.
Cárcel Santiago 1/Módulo 25.
Santiago de Chile.