Comunicado recibido el 18/02/2017:
Nota previa: Acá van unas palabras, en torno a los despidos sucedidos hace un mes aprox. en la ciudad de Neuquén, Río Negro, Argentina.
Palabras para la crítica, la reflexión y la acción acerca de la situación de las trabajadoras textiles despedidas en Neuquén. Y en solidaridad con las personas que luchan por querer vivir en libertad.
Yo NO apoyo a las trabajadoras textiles de Neuquén
La esclavitud asalariada es el mayor dominio de nuestros tiempos. Todo tipo de trabajo es esclavitud; siendo eje de la Producción es una de las herramientas más alienante que conoce la Dominación. Yo no apoyo ni aliento al trabajo. Y que se sepa que trabajo es cualquier labor forzada. No hay vida en la voluntad de trabajo sino más bien servidumbre y alienación. Y no es mi decisión una vida de esclavitud sino de libertad.
El patriarcado no es cosa actual, el que nos paremos a analizar nuestras relaciones y ver el dominio de un tipo de persona “según su género” es una tensión de la libertad hacia un equilibrio en las relaciones humanas. Aunque discrepo y disiento de la división domesticada que hacemos de ‘Hombre’ o ‘Mujer’ (o los géneros en sí) que no son más que otra forma de dominio y control estandarizado que perpetua los valores hostiles de la civilización, apoyar un trabajo que generalmente e históricamente se le adjudica al género femenino no es mi intención.
La contaminación que generan las fábricas, en este caso la textil, son potencialmente perjudiciales. En las fábricas textiles los químicos utilizados tanto en la tintura de los tejidos, en las impresiones, lavados o acabados de prendas, y las aguas residuales que estos generan son negativas para la salud en sí, tanto personal como ambiental. Sea directa o indirectamente el uso de colorantes, compuestos, disolventes que generan las fábricas textiles o cualquier tipo de fábrica (todas contaminan), alimentar dicha contaminación no es de mi voluntad.
¿Cómo apoyar la reinserción laboral de cualquier trabajadora sabiendo que genera explotación? ¿Porque apoyar un trabajo que alimenta la dominación?
¿Dónde queda la liberad si apoyamos las fábricas que matan la Tierra?
Me pueden refutar que el trabajo es todo lo que ya sabemos e insistir que sin trabajo no hay dinero y aunque sabemos que el dinero es la razón de la miseria, es lo que nos posibilita no morir de hambre o no morir de frio. ¡Y sí, es cierto! ¿Pero aun así tengo que ser cómplice de la explotación y sus miserias, pidiendo reincorporación a los trabajos?
La solidaridad no es para hacer política, mucho menos para hacer proselitismo.
La solidaridad es ante todo, un deseo de voluntad de cada una. Mi intención es transformar ese deseo en una cualidad de la libertad.
Mi solidaridad nace de mi voluntad; voluntad de crear un mundo nuevo, un mundo libre. Mi solidaridad se basa en un apoyo incondicional por la vida y no por la explotación.
En todo caso algunas vagas ideas pueden ser el compartir alimentos, brindarle a cada una de las personas despedidas herramientas para auto-abastecerse como puede ser algún tipo de huerta comunitaria o no. Alimentos hay en todas partes, basta con acercarse a las verdulerías y tomar aquello que descarta o se cree no será posible comerciar. Contarles que hay otras formas de vivir más allá del trabajo asalariado en una fábrica, charlar y vislumbrar esas formas de vivir. Impulsar la rabia que genera esta forma enajenante de entender la vida, que se potencie y que se extienda en acción solidaria.
Que la solidaridad se despierte. Inquietarla para que se despierte en cada una, y que no se limite, porque no es cosa fácil, no es “así no más”. Que valla, se arriesgue, se tensione, y como se suele decir: que “se la juegue”.
La libertad es asesinada día a día, y de alguna manera soy cómplice; no quiero alimentar esa complicidad apoyando el trabajo, el patriarcado o la contaminación.
Quiero ser solidario.
Yo NO apoyo a las trabajadoras textiles de Neuquén.
Yo apoyo a las personas despedidas de la fábrica ‘Neuquén Textil SRL’.
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