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Al recomendar este folleto de bolsillo no pensábamos sólo en destacar un trozo de historia de la denominada Conspiración Células del Fuego, sino que también nos dispusimos a escribir en el marco del llamado de agitación y propaganda por la memoria del compañero antiespecista y antiautoritario Javier Recabarren, a dos años de su muerte al ser atropellado por un bus del Transantiago.
Puede que haya sido la simpleza del texto la que nos haya hecho recordarle, pueden ser también los interesantes planteamientos políticos que instala la Conspiración en este breve relato de su recorrido inicial, o quizás tuvo que ver derechamente con que la CCF levanta en una parte de su escrito el recuerdo del compañero Kostas Pappas, quien también fue muerto en circunstancias similares, en Grecia. Muy probablemente, sea un cúmulo de todo lo dicho, lo cierto es que fue inevitable no querer aportar, por lo menos desde la sencillez de esta propaganda en fortalecer la memoria del compañero Javier.
Y cómo no sentirse llamadx a hacerlo, si Javier en sus once años de existencia fue mucho más que un niño resignado a vivir la vida como la normalidad y la monotonía dictaba. Puede que, generalmente, la realidad disponga que encontrarse con un/a compa de aquella edad es más bien difícil, considerando las dificultades y obstáculos que muchas veces son necesarios franquear para irse concientizando en una sociedad que desde que nacemos nos escupe mierda prefabricada y predeterminada. Y sin embargo, estas letras hoy son para y por él, en reconocimiento de la afinidad que nos encontró, más allá de que no lo hayamos conocido directamente. Fue el camino de lucha que elegimos transitar de tantas múltiples formas, el que nos obsequió, entre otrxs valiosxs compañerxs, a un pequeño (o deberíamos decir, gran) rebelde que en sus anhelos de libertad optó por posicionarse en nuestro mismo lado de la barricada, no sólo encapuchándose y desatando su espontaneidad en episodios de lucha callejera, sino que también solidarizando activamente con lxs compañerxs en prisión o en actividades contrarias al poder y llevando adelante también la lucha por la liberación animal.
Un ser que en su corta vida demostró consecuencia entre su querer y su hacer irreverente, entre la palabra y la acción. En palabras de la CCF, un sujeto revolucionario, de esos capaces de liberarse de las obligaciones del presente, de cuestionar el dominante orden de las cosas y de tomar parte en el crimen de la búsqueda por la libertad.
Sin duda a Javier le quedó mucho por vivir, tanto por aportar, y eso entristece cada vez que la pérdida de un compañero se hace palpable en el día a día de esta guerra, no sólo cuando se cumple otro año más de conmemoración. Sin duda Javier podría haber escrito mil páginas en su historia, pero el tiempo no le alcanzó…y por lo mismo, si desde nuestra sencillez podemos aportar a seguir escribiendo su recuerdo, a reivindicar el camino que él también decidió recorrer, lo haremos atravesando las distancias que esta sociedad también suele determinar, ya sea en términos etarios o de experiencia, oponiéndonos con todas nuestras fuerzas a eso, a verlo como la sociedad querría que lo viéramos, sólo como un niño más, lejano, inofensivo. Javier fue mucho más que eso, fue una pequeña chispa que despertó tempranamente su conciencia y quiso oponerse a lo establecido, a lo socialmente esperado para él; una chispa que avanzaba rápidamente hacia una llama creadora. Lamentablemente un engranaje de este sistema apagó, un 18 de marzo del 2015, de un solo soplo esa llama, ese fuego que ardía en su alma…fue un segundo donde el tiempo se detuvo para él, no estuvo más, fue un momento de oscuridad…y contaron con dejarlo ahí, con enterrarlo como víctima de un accidente más…pero no, hay quienes nos negamos a eso…y hay vidas indómitas que renacen de sus propias cenizas.
¡Contra el olvido y la indiferencia, COMPAÑERO JAVIER RECABARREN, PRESENTE!