En el año 2012 y en el contexto de varias luchas en las cuales participábamos creamos la idea de intensificar visiblemente la difusión y la lucha usando la generalmente pobre fórmula de “el día de”. En este caso no se trataba de ofertas o descuentos de ninguna índole sino de potenciar cierto análisis sobre la conflictividad y el enfrentamiento al orden establecido. Como la fórmula complementaba luchas que ya existían y no buscaba su sustitución decidimos probar. Los puntos básicos de la intensificación eran tres.
Primero, mostrar que la lucha muchas veces llamada ecológica, ambiental o territorial debía ser una lucha anticapitalista, general y no caer en parcializaciones. Las luchas por el medio ambiente no pueden separarse del análisis e intervención sobre el sistema, estructuras y responsables de la dominación en general. Era necesario mostrar el vínculo entre las diferentes tensiones y alcances de la dominación actual. Debíamos explicitar la relación entre cosas tan disímiles como la gentrificación, el “regalo” de computadoras en las escuelas del Estado, la pasta base, el envenenamiento del agua y la militarización de nuestros territorios.
Además de entender la unidad esencial de la lucha, el segundo punto era el del necesario internacionalismo de la resistencia. La ofensiva contra el extractivismo no podía estancarse en fronteras nacionales tan convenientes para la opresión estatal. Una supuesta mejor gestión de la explotación no puede solucionar nada para aquellxs que no sólo quieren que le alarguen la cadena. La planificación del Capital a través de sus órganos supranacionales y nacionales, es general y se organiza para zonas amplias de explotación. Los territorios estatales son simplemente las diferentes administraciones con las cuales lidia el capitalismo
financiero a cambio de una cogestión más amplia de la conflictividad social. El Capital no tiene patria, lxs oprimidxs sólo la han tenido cuando han sido encerradxs. La IIRSA-COSIPLAN es un claro ejemplo de esto, el poder real se acuña y se extiende más por los canales de comunicación de las mercancías en todo el continente que en los parlamentos.
El tercer punto para la intensificación de la lucha por “la tierra y la libertad” era diverso tanto de la cuestión táctica como de la ética, aunque las contuviera. La relación entre las nuevas infraestructuras, los planes de saqueo y el dominio a nivel regional determinaban cosas como el internacionalismo o el análisis integral de la lucha. La nueva derrota y el aplastamiento de las capacidades autónomas de los movimientos sociales, dado por el ascenso de los gobiernos progresistas al poder también determinaba acciones específicas. Reconstruir un imaginario de lucha frente a los mecanismos de domesticación y recuperación de la izquierda del capital es un trabajo duro. Al desgaste debía agregársele el enfrentamiento a sus políticas populistas de
mercado, sus nuevos policías rojos y sus legislaciones “antiterroristas”. El imaginario, esa realidad de lo posible, dio grandes saltos finalmente con la primera derrota del “gobierno indígena” en el TIPNIS, la lucha contra la minera Aratirí, contra Monsanto y una vasta explosión de luchas de orientación no políticas en defensa de la naturaleza en todo el continente.
“No se vende, la tierra se defiende” no ha significado jamás la defensa de un tipo de explotación más benevolente frente a otra más agresiva, sino que ha sido la búsqueda de la creación de nuevos vínculos contrarios a toda explotación. Y es en la lucha donde ese mundo posible asoma la cabeza una y otra vez, incluso con todas sus tensiones.
En cada región lxs compañerxs deberán hacer su propio análisis de estos últimos años, la dinámica social es fluctuante y el Mes por la Tierra y contra el Capital ha jugado su pequeño rol intentando generalizar la lucha. Podemos arriesgar que ciertas ideas han ido cuajando en todos estos años. Pocxs discuten la conexión inexorable de las diferentes luchas, los intentos de análisis internacionalistas, la idea de la ofensiva vinculada a proyectos concretos de lucha y un imaginario común de transformación social. Un imaginario surgido de encuentros, peleas, cientos de actividades, reflexiones, textos, solidaridad, cantos y resignificaciones.
Hoy como en el 2012 volvemos a hacer un llamado a potenciar el accionar contra el capital y en defensa de la tierra, el agua, el aire y las relaciones posibles. O sea, contra toda dominación y por la creación de vínculos que nos potencien en y desde la libertad. Hoy, insistimos sobre la necesidad de la reflexión en torno a la vida que llevamos y a la que podemos llevar. Quien no sólo quiere algo grande, sino que efectivamente busca los medios para conseguirlo deberá arriesgarse.
Mes por la Tierra y contra el Capital, 2018.