“¿Es la sociedad enemiga de lxs anarquistas? Ni pensarlo, respondemos nosotrxs”
-Compañerxs por la acción liberadora anarquista
La cita anterior es de un artículo, publicado en el diario Diadromi Eleftherias (Camino a la Libertad), nº 134, enero de 2014, pág. 5. Dada la pureza de las intenciones de lxs autorxs del susodicho texto en cuanto a la proyectualidad anarquista más general, pero también por la dura crítica que lanzaron a la CCF y, en general, al anarquismo nihilista-insurreccionalista, creo que se debe hacer una clarificación, sin que constituya una defensa.
Esta clarificación puede ser que sea innecesaria para lxs que han profundizado en esta corriente, pero es necesaria para lxs demás. En la guerra desatada contra las clases “peligrosas”, es decir, contra los grupos sociales, colectivos e individualidades, que el Poder trata de definir según sus propios criterios, los anarquistas nihilistas e insurreccionalistas, parecen ser –desafortunadamente debido a la ausencia de solidaridad por parte de fuerzas sociales más amplias– una vanguardia de acción del espacio anarquista. Una vanguardia, no una élite, que solo ella actúa usando como instrumento metodológico la contraviolencia y el ataque directo, distinguiéndose de los varios proyectos anodinos de activismos de desobediencia civil (que no sólo no preparan el terreno para la insurrección, sino que por el contrario la obstaculizan) y devolviendo, así, el miedo a los poderosos.
Sin embargo, estos últimos no se componen sólo de hiperacumuladores de riqueza (políticos, magnates navieros, empresarios, industriales, etc.), sino también por empleadxs del sector público y privado, trabajadores autónomos o incluso por simples obreros.
Se componen también por los que son desertores de clase, optando por atacar a sus semejantes, ya sea por explotarlo directamente en beneficio propio o para que se pongan a favor de sus propios explotadores (creyendo que así, garantizarán su propia supervivencia). Desde la limpiadora, que denunciará la empleada al empleador, hasta el segurata de bajo sueldo que protege la riqueza de los “patrones” y el soplón desocupado o el pensionista de pocos recursos que se chivata de un luchador anarquista o un migrante mantero. Apelar al engaño o la necesidad, es sólo una excusa. Por tanto, el enemigo no sólo está en las mansiones, también está en las casuchas. A nuestro lado. En nuestra primera familia involuntaria.
Se trata, pues, de una guerra contra la falsa cohesión social, contra la sociedad misma, que es per se opresiva y estructurada para reproducir así la dominación. Una guerra por su completa destrucción, a fin de hacer emerger de sus cenizas la perspectiva de co-creación de otra sociedad, con otros criterios.
Lxs que opten por seguir coherentemente este sendero de fuego, deben ser conscientes del amplio abanico contra el que luchan y que deben atacar directamente, con sentimiento y sangre fría, con espontaneidad y violencia llena de rabia mínimamente organizada. Desde el momento que se toma esta decisión, la ruptura será total y estaría bien que supieran que su elección cambiará su vida, posiblemente se la quitará, pero en todo caso, seguramente les conducirá por el sendero de la libertad.
La postura coherente del núcleo de miembros presxs de la CCF, y también de las demás células informales, que sin piedad ni arrepentimiento y sin tregua, continúan, como otrxs, atacando a los poderosos y sus estructuras, muestra la fuerza de la expresión en el presente de la praxis insurreccional en el ahora y la naturaleza indomable, propia de toda persona que decide rebelarse. Lo fundamental es: La lucha por la Anarquía no puede más que pasar por encima de las cenizas de la sociedad existente.