Últimamente se viene notando una culminación importante de la violencia ultraderechista-fascista. El fenómeno no es ni fortuito ni aislado. Desde hace tiempo, tanto el Poder estatal como los media, han ido preparando el terreno, intentando por una vez más imponer su propia realidad virtual: desde el «peligro de desestabilización» del diciembre de 2008 y la «inseguridad generalizada» de la etapa que sucedió a la rebelión del diciembre, se ha pasado a los «peligros de la inmigración ilegal» en combinación con una histeria comunicativa sobre la «nueva generación de terroristas».
En estos últimos, desde luego, los políticos y periodistas del régimen y los que reproducen su ideología, no sólo no incluyen a los grupos fachas y paraestatales, sino que no dejan de respaldarles y encubrirles.
En este ámbito todos estos organismos paraestatales tienen la oportunidad de aplicar, a salvo y respaldados por el Estado, su nueva táctica: un terrorismo generalizado y armado contra lo que sus amos no se atreven a llamar abiertamente y dejan que lo hagan los cortos de los fascistas: «el enemigo interno». Este término comprende las fuerzas de resistencia al totalitarismo y el Poder y de solidaridad con el «enemigo externo» de la propaganda neonazi, es decir los inmigrantes. La lista de las agresiones racistas-fascistas es larga. Ya desde la rebelión del diciembre de 2008 hemos visto varias veces a los títeres paraestatales al lado de los grupos antidisturbios. El enero pasado, en Lárisa, en la manifestación por los detenidos en diciembre con la ley antiterrorista, cuando fueron rechazados por los manifestantes, recibieron, de forma provocadora, la protección de la policía. Muchísimos han sido, en varias ciudades, los ataques a manifestaciones anarquistas, izquierdistas y antifascistas, a locales auto-gestionados y a emisoras de radio, así como a inmigrantes y a ciudadanos en medio de la calle. En el ataque al local de los inmigrantes en Atenas, fue usada una granada de mano militar. En el ataque a los antiguos juzgados, que ahora es lugar de alojamiento de muchos inmigrantes, fueron usadas granadas de ruido seco y brillo de la policía. En él contra el centro social libre Buenaventura en Tesalónica, fue usado un explosivo parecido a los que han sido usados reiteradas veces por paraestatales. Un ejemplo ilustrativo del papel de los media es el encubrimiento del ataque y robo de tiendas de inmigrantes árabes, el noviembre pasado en el barrio ateniense de Neos Kosmos por 40 fachas portadores de mazas. Todos los medios de información burgueses hablaron de ajuste de cuentas entre inmigrantes, sin emitir casi nada de la marcha de solidaridad con los inmigrantes que sucedió al ataque, ni siquiera rectificar los días siguientes su mentira fabricada.
Los fascistas aparentemente desconocidos y al tiempo conocidos actúan a base de un plan. Sus bases de operaciones son sus orificios y los aparentemente desconocidos y al tiempo conocidos sótanos (para)estatales. Últimamente han empezado a tener actividad en el barrio de Aghios Panteleimonas, bajo la protección de fascistas lugareños o no, que se autodenominan «comités de ciudadanos», una versión posmoderna de los «ciudadanos indignados» de otros tiempos, que actuaban a modo de guardia civil en cada enfrentamiento del movimiento anarquista con las fuerzas de represión. En sus apariciones en común con maderos, policías secretos y paraestatales, el movimiento anarquista responde con anti-manifestaciones. A pesar de su presencia cuantitativamente floja, en Grecia durante los últimos años la faceta más moderada de su «ideología» está en aumento. Frente a esta gente que se siente atraída por las ignorantes en historia e irrisorias simplificaciones del neofascismo, el mundo de la libertad y de la resistencia al fascismo tiene que enfrentarse con su discurso y donde sea necesario con obras.