La manifestación contra el proyecto neocolonial de megaminería a cielo abierto, Plan Norte, cuyo objetivo es explotar el subsuelo del norte de Quebec a beneficio de empresas mineras del país, se convirtió en una batalla campal entre rebeldes y la policía antidisturbios, de una intensidad y duración raramente vistas en Montreal.
Se reunieron unas 2000 personas entre militantes nativxs, ecologistas, estudiantes en huelga, anarquistas y sindicalistas, la manifestación alteró sobremanera el Salón de empleo del Plan Norte, que tuvo lugar en el Palacio de Congresos de Montreal el pasado viernes, 20 de abril. Sobre las 12:30, un grupo de manifestantes consiguió acceder al interior del inmenso edificio, a pesar de estar custodiado por masivas fuerzas antidisturbios:
Expulsadxs violentamente a golpe de porra y pelotas de goma, se unieron entonces a sus compas por fuera del edificio. Frente a la violencia de la policía, que no dudó en usar gases lacrimógenos a quemarropa y tirar granadas de humo, lo que hasta entonces había sido una mani normal, se convirtió en un momento insurreccional que duró toda la tarde.
La multitud empoderada empezó a contraatacar a los maderos, tirando piedras, bolas de pintura y cualquier otro objeto que les caía en las manos. A pesar de las numerosas cargas policiales, la gente se reagrupaba sin cesar y muchas veces llegaron a flanquear a los maderos, obligándoles a replegarse. Completamente desbordada, la policía de Montreal tuvo que pedir refuerzos de la policía provincial (Sûreté du Québec).
Se levantaron barricadas en varias intersecciones, las vitrinas del Palacio de Congresos, del Centro de comercio mundial, de Québécor (imperio mediático de Quebec), así como las de los bancos, se reventaron y se abrió una boca de incendios hacía los maderos. La masa exaltada, sobre la que flotaban banderas negras y verdes, cantaban: “¡El Capital nos hace la guerra, guerra al Capital!”.
Mientras tanto, dentro del Palacio, el primer ministro de Quebec hacía reír a sus amigos burgueses, inversores y otros parásitos al declarar, con una ironía fascista, que quería ofrecer a lxs rebeldes que se enfrentaban fuera a los maderos “un empleo, en el Norte a cuantos pudiera”, una alusión que recordaba a los campos de trabajo del Goulag soviético.
¡No al Plan Muerte! ¡Solidaridad con los pueblos nativos y lxs rebeldes de todas partes!