Atenas: Ataque incendiario contra la casa de Giannos Papantoniou, ex ministro de Economía y Defensa Nacional

newego_large_t_1101_54139753_type12128Asumimos la responsabilidad por el ataque incendiario contra la casa de Giannos Papantoniou, ex ministro de Economía y Defensa Nacional. Llegamos a la puerta de su mansión en la calle Olympias, barrio de Kifisia, e incendiamos los dos coches que usan él y su «mujer» Roula Kourakou, para sus inútiles traslados. Los guardaespaldas de este cerdo no fueron capaces de garantizarle la seguridad que busca. A pesar de que nuestro pensamiento coqueteaba con la imagen de su mansión en llamas y de él mismo y su «mujer» atemorrizadxs buscando las salidas de emergencia, no obstante habíamos exluido desde el inicio tal perspectiva, dado que en el interior de la mansión se encontraba su pequeño al que no queríamos poner en peligro.

Lejos de una retórica populista, reconocemos en la cara de Giannos Papantoniou un ejecutivo del Poder. No nos interesa enumerar sus estafas, aunque seguro que han sido muchas. De todas maneras, sean corruptos o incorruptibles, los ejecutivos del Estado son un objetivo permanente para las dignidades insurrectas, sin importar si mantienen todavía su puesto en el aparato estatal. Realizamos el ataque en la misma tarde en que, hace 4 años, los pacos asesinaron a nuestro compa Alexandros Grigoropoulos. Hace cuatro años que alguien se fue pronto, un llanto mortal que detonó la revuelta y los eventos que todxs conocemos, 4 años después de ese día, un gran fuego y varias explosiones por fuera de la casa de uno de nuestros enemigos declarados realimentan nuestro odio y dispersan el terror en la dirrección deseada.

A través de los ataques personales, queremos irrumpir en los perímetros seguros de sus vidas. En sus casas, en sus coches, en su vida de lujo.

Reflexiones desde el abismo, dedicadas desde el corazón a aquellxs que se hunden de rabia en su abismo…

Rostros oscuros, cuyas características se ocultan tras una capucha, cuyas entrañas arden. Arden de pasión por una libertad que se debe vivir, por una muerte que tal vez se acerca, por un acontecimiento inesperado que cambió sus vidas.

Durante un instante, se iluminan todos por encima de los fuegos encendidos de las barricadas y las mercancías quemadas de las metrópolis, con ojos brillantes de esperanza por el imposible que se debe alcanzar cueste lo que cueste, por la contradicción que se acaba de armar y ha ocupado su puesto de combate dentro del cargador. Y el arma apunta tanto al enemigo como a nuestras cabezas. Una ruleta rusa que lleva a la locura. Y esta locura, hermosa y peligrosa, nos inunda todos los músculos del cuerpo, todas las neuronas del cerebro, se convierte en piedra en las cabezas de los maderos, bombas en las sedes centrales del orden establecido, balas en los cuerpos de nuestros torturadores. Y volviendo a la base, la contradicción armada dispara, se convierte en cuestión eterna que runrunea y grita dentro de nosotrxs, lágrima que mana por el cambio que queda cada vez más lejano, grito que hace añicos la noche de piedra de los esclavos modernos para informarles de nuestra llegada.

«Cabronazos, os voy a joder, a todos, hoy toqué el final como vosotros tocáis a vuestra mujer o a vuestro hombre, qué proceso tan estándar para vosotros, como sacar la comida del horno, qué novedad para nosotrxs cada nueva experiencia y nueva sensación, un nuevo sentimiento que nace condenado a morir a nuestro lado en algún lugar oscuro de reflexión, cabrones, me cago en vuestro dios, si solo pudiera trazar una línea y disparar al aire como la persona que informa del inicio de una carrera, si supiera correr como un rabioso a través de ríos, bosques y montañas, pero al final, habré ganado un letrero de ganador o perdedor, me cago en vuestro dios.»

Y una vez se ponga el sol llevando consigo a su desconocido pozo, significados y objetivos, desafíos y deposiciones, estos rostros desconocidos emergen del mismo punto desconocido que quienes lo buscaban se perdieron en este vagabundeo trascendental, ahora son felices, sonrientes con un poco de alegría prestada por la creación catastrófica que se preparan para propagar, convencidos de que esta vez tocarán el cielo estirando las manos hasta que les duelan las extremidades.

Queremos un poco más de tiempo, solo para conseguir poner nuestros caóticos pensamientos en un supuesto orden, para definir la variable de nuestras vidas asfixiadas en los sucios sótanos de la vida sin sentido del mundo moderno y salir a la superficie a por una bocanada de aire. Solo una bocanada que durará lo suficiente como para que corramos, nos enamoremos, lloremos, abracemos a nuestrxs amigxs y padres, para que nos ríamos con todas nuestras fuerzas, para que amemos a nuestrxs cercanxs y odiemos a nuestros enemigos, para que miremos al horizonte, al universo de infinitas posibilidades. Y en el instante en que la asfixia nos domine volveremos a ponernos las capuchas y nos armaremos una última vez, esta última vez, la palabra venganza tomará las dimensiones terroríficas que siempre soñamos, quemaremos a los portadores del desprecio humano y la opresión acumulada, maderos y jueces, funcionarios del Estado y políticos, la tormenta autoritaria que nos golpea se convertirá en cenizas. Y en ese momento exacto en el que hemos montado un maravilloso baile sobre los cadáveres de todos ellos nos damos cuenta de que la alegría de la victoria no tiene ningún sentido porque no tienes tiempo, intentas tomar otra bocanada de aire, vivir el mundo al que diste forma en tu cabeza durante tantos años de lucha con la plastilina de la imaginación anarquista, empiezas a marearte, una bocanada de aire, joder, solo una bocanada, pero ya habías cerrado tus acuerdos cuando estrechaste la mano con el aire que te había susurrado con una triste queja: solo tienes una bocanada, hermanitx. Que le den, eso  fue todo, si el tiempo fuera una persona de verdad, seguro que la hubiera asesinado con gusto, con ojos bien abiertos sorbes tus últimas imágenes y olores, piensas a ritmo desenfrenado, sabes que sigue la infinidad de la nada por eso tienes que pensar mucho. Poco a poco, empiezas a perder la comunicación, después de un rato todo se había apagado…

Buscamos el instante fatal…

Es decir, el espacio temporal en que habremos abolido todo aplazamiento de reivindicacion de posicionamientos absolutos, pensamientos, prácticas, cualquier enfoque ético que disuada de los movimientos destructivos, con el único objetivo de completar la  experiencia momentánea, los deseos irreprimibles, los instintos más violentos.

El instante en que el pensamiento y la acción se enamoren locamente, empezando un baile  mágico e ilegal de pasión y riesgo bajo la luz de las estrellas.

El instante en que cualquier miedo sea otra ocasión para romper las barreras y vivir fuera.

Fuera de cualquier ley que nos ordene, de cualquier sociedad que nos subordine, de cualquier compromiso que nos guiñe el ojo descaradamente.

Vivamos fuera de su realidad, construyendo focos generalizados de caos e ilegalidad para  cualquier criminal de pensamiento y acción. Invitando a todxs lxs inadaptadxs de este mundo a  profanar toda ética, a todxs lxs extremistas a sangrar toda mediocridad, a todxs lxs locxs a matar toda lógica.

Imponiendo el demonio irracional que hemos alimentado durante años en las entrañas.

¡Ejecutemos el poder de la mayoría!
¡Viva la nada creadora!
¡Viva la Anarquía!

Honor eterno a todxs lxs caídxs de la lucha liberadora anarquísta

Minoría Combatiente / Comando Alexandros Grigoropoulos