Que los hombres se entretengan parloteando sobre la Revolución, ¡que lo hagan! Las mujeres nihilistas, hartas de tanto aplazamiento, están determinadas a actuar. Pensando en la aniquilación de la burguesía, están listas para sacrificarlo todo por acelerar la realización de este proyecto, del odio inextiguible que las devora, sacarán todas las fuerzas necesarias para superar los obstáculos.
Pero como este grandioso proyecto no se puede realizar en un solo día, se tomarán su tiempo, optando por usar, preferente e intermitentemente, el envenenamiento con el fin de acabar más fácilmente con esa maldita calaña.
Las mujeres nihilistas compensarán su falta de conocimiento científico y trucos de laboratorio mezclando pequeñas dosis en la comida de sus explotadores, sustancias mortales disponibles para lxs pobres y fáciles de manejar para las mujeres más ignorantes e inexpertas.
Entre cientos de ingredientes con resultados indiscutibles, podemos mencionar: el extracto de plomo, que se consigue en un par de días si dejas perdigones o trozos de plomo en vinagre; trozos de carne podrida; o cicuta, que se suele confundir con el perejil y crece en cualquier parte, en zanjas y cunetas.
Al menos, les devolveremos a nuestros despreciables opresores algo de la maldad que nos dan ellos todos los días. Ya no apoyaremos más la tiranía felizmente sabiendo que la vida de nuestros enemigos está a nuestra merced… ¡Quieren ser los amos! Pues, ¡que sufran las consecuencias!
En los tres años de existencia de esta liga, cientos de familias burguesas han pagado el precio fatal, consumidas por misteriosas enfermedades que la medicina no puede definir ni evitar.
Manos a la obra, pues, todas ustedes, que están hartas de sufrir y que buscan un remedio a su miseria, ¡imiten a las mujeres nihilstas!
– Le Drapeau Noir [La Bandera Negra], nº 4, 2 de septiembre de 1883, Lyón (Francia).