¡Dos años de cárcel, son dos años de más!
El 14 de septiembre de 2013, movilicémonos por todas partes para protestar contra la legitimación de la tortura en el juicio de Sonja Suder y por su liberación.
El 14 de septiembre de 2011 Sonja y su compañero Christian fueron extraditados por Francia y entregados a los maderos alemanes para que les encarceralaran. Christian fue liberado entonces, pero Sonja sigue en prisión. Se fueron de Alemania en 1978 al día siguiente de una feroz represión contra el movimiento revolucionario , por pertenecer al ámbito radical eran susceptibles de ser objetivo de la venganza del Estado. Desde hace dos años Sonja se encuentra en prisión preventiva en el módulo de alta seguridad de Frankfurt-Preungesheim, y desde hace uno se la juzga en un proceso basado en dos testimonios: uno obtenido de un arrepentido a cambio de una disminución de condena, y el otro conseguido bajo tortura en 1978 por un hombre acusado de pertenecer a Células Revolucionarias (RZ). Mientras el arrepentido Hans-Joachim Klein ha testificado sin escrúpulos en el tribunal de Frankfurt para dar la enésima versión de un testimonio plagado de incoherencias y de contradicciones (que el juez no tiene problema en aceptar), Herman F. sin embargo se ha mantenido siempre en lo que declaró en los interrogatorios a los que fue sometido: que son el resultado de cuatro meses de torturas fuera de todo marco legal. Tras un gravísimo accidente, fue interrogado justo después de la operación donde le amputaron las dos piernas y le extirparon ambos ojos. Los maderos utilizaron el dolor, el traumatismo, los medicamentos, el aislamiento, la confusión y la desorientación para rellenar 1300 páginas de declaración forzosa. Detenido ilegalmente en una comisaria, sin abogado, sin asistencia médica, repentinamente ciego y gravemente disminuido, lo que sufrió sólo tiene un nombre: tortura.
El 13 de agosto de 2013, el juzgado de Frankfurt ha procedido a la lectura de los informes de los interrogatorios de Hermann del año 1978, y van a continuar en las siguientes sesiones. Sonja tiene 80 años, han pasado más de 35 años de los hechos de los que es acusada, y puede ser condenada en base a esas declaraciones cuya utilización es una legitimación por parte de la justicia de las prácticas de tortura policiales.
Sonja es perseguida por la policía y por la justicia alemanas desde finales de los años 70. Es sospechosa de haber pertenecido a Células Revolucionarias y se la juzga por tres ataques que causaron sólo daños materiales entre 1977 y 1978: contra la empresa MAN que participaba en la construcción de armamento atómico para Sudáfrica (en tiempos del Apartheid), contra la empresa KSB que fabricaba bombas para centrales nucleares y del ataque al castillo de Heidelberg contra la política de gentrificación. Además se la acusa de haber participado en la preparación logística del ataque contra la OPEP en Viena el año 1975.
Actualmente, sometida a la detención, al juicio, a la amenaza de acabar su vida en prisión, el Estado federal no tiene sólo a Sonja cmo objetivo; quiere liquidar una historia revolucionaria e imponer con fuerza la idea de que es imposible rebelarse impunemente. La condena de Sonja será también la de la rebeldía: rechazando someterse y declarar, sigue denunciando al Estado y su farsa judicial. Su condena será también la de todo movimiento revolucionario. El encarcelamiento de Sonja es un fantasma que pretende amedrentar a quienes luchan en el presente. No se trata de una mujer de 80 años de la que se quieren librar, sino de todos aquellos y aquellas que tienen la voluntad de no someterse.