El país se conmocionó cuando se encendieron las llamas que envolvieron la galería de tiro de la policía en Portishead, cerca de Bristol. Que se recuerde, nunca antes había ocurrido tal acto de insurrección en suelo británico ni se había apuntado a un objetivo así de destacado. Los medios de masas se pusieron histéricos hablando de una «red de terror anarquista». El comunicado, que primero se publicó en Bristol Indymedia, se citó por todo el mundo y, rápidamente, se crearon vínculos sospechosos entre el ataque incendiario en Portishead y otros ataques en el Reino Unido.
Tras el ataque incendiario, el periodocucho local de derechas, The Post, publicó un artículo en el que aseguraban que la policía de Avon & Somerset estaba preparando «medidas represivas contra alborotadores y extremistas» y están «monitoreando diversos grupos potencialmente peligrosos». Se referían a un informe de la policía con el título bastante estaliniano: «Nuestras Ambiciones a Cinco Años», en el que señalaban que habían iniciado una serie de operaciones para «recopilar inteligencia sobre organizaciones subversivas». Le seguía otro artículo, del propio editor, argumentando que «Todxs deberiámos apoyar a la policía en su campaña contra lxs anarquistas».
Claramente, este es un intento de la policía y de The Post de amenazar a lxs anarquistas. Deberíamos estar a la expectativa de sufrir mayores niveles de represión estatal, pero no debería impedirnos tomar medidas contra el sistema opresivo que controla nuestras vidas. El Estado, desde que existe, ha tenido el monopolio del uso legítimo de la violencia, que ejerce a través de la policía. Cuando otro grupo de personas utiliza la violencia para alcanzar sus objetivos, el Estado empieza a entrar en pánico, pensando que perderá su control sobre la sociedad, tal y como sucedió en agosto de 2011, cuando cientos de personas se echaron a la calle durante varias noches de disturbios y saqueos sin miedo a la violencia policial.
Al Estado le preocupa otro estallido de rabia, pues podría ser una amenaza a su poder. Una vez que la gente empieza a darse cuenta de que el Estado y la policía no son las únicas fuerzas capaces de utilizar la violencia, el Estado pierde toda legitimidad. Por ello, el Estado necesita reprimir cualquier expresión de tendencia violenta antes de que prenda e infecte a las masas. Esto es exactamente lo que estamos viviendo en Bristol y deberíamos tenerlo eso en cuenta cuando empecemos a sentir todo el peso de la represión policial.
Vivimos en una sociedad violenta. El Estado nos impone la violencia todos los días a través de la policía, los juzgados, las prisiones y el ejército. La idea de que un pequeño grupo de personas encienda fuegos en medio de la noche supone el riesgo de mostrarle a la sociedad el papel crucial que juega la violencia. Debemos recordar que la violencia que experimentamos no es nada en comparación con la que representa diariamente el Estado; en las prisiones, en los juzgados, en las celdas o en países lejanos, mediante guerras y ocupaciones.
Tristemente, la vigilancia intensificada se ha convertido en ley de vida en la sociedad moderna. Estamos siendo monitoreadxs con cámaras de circuito cerrado; cada día de nuestras vidas, por medio de nuestros teléfonos e, incluso, nuestros medios de comunicación social. Uno de los ejemplos de lo profundo que han llegado las raíces del control estatal es el caso reciente en el que se destapó el programa PRISM de la NSA (Agencia nacional de seguridad de EEUU). El hecho de que la GCHQ (su equivalente británico) también se haya aprovechado de este servicio no debería ser ninguna sorpresa.
Tenemos que ser cuidadosxs –tenerlo en cuenta– al comunicarnos entre nosotrxs y con lo que decimos. El silencio puede ser un arma poderosa ante la opresión. Dado que es obvio que nosotrxs, como la policía, no tenemos ni idea de quién prendió fuego a la galería de tiro de la policía, es importante que no empecemos a especular y a difundir rumores que, además de incorrectos, podrían conducir al arresto de personas o a cosas peores.
A principios del siglo XX, migrantes rusxs fundaron la Cruz Negra Anarquista para apoyar las luchas sociales, sobre todo, dando apoyo a presxs políticxs. La CNA de Bristol se creó con objetivos similares en mente y, por tanto, estamos listxs para apoyar a cualquiera que se vuelva una víctima de esta caza de brujas enfocada en lxs anarquistas. Daremos material y apoyo financiero (cuando sea posible) a aquellxs que caigan en las garras del sistema legal opresivo del Estado, sin importar que sean inocentes o culpables.
Les aconsejamos a todxs lxs que estén envueltas en activismo anarquista o radical en Bristol que lean sus derechos, entren en los enlaces de nuestra página web y que estén preparadxs. El apoyo a lxs presxs es un papel crucial dentro de nuestro movimiento y que no se puede ignorar. Si puedes apoyar a la CNA de Bristol, ya sea económicamente o escribiendo a presxs, nos ayudará a poder construir una comunidad fuerte y resistente.
Hasta que todas las celdas estén vacías,
Cruz Negra Anarquista de Bristol