Esta mañana, al amanecer, en los locales del tribunal de vigilancia de Trento, circulaba el aire.
Algún anónimo, alrededor de las 05:00 horas (hora en que ningún paseante podía verse involucrado), había hecho explotar una olla a presión que dentro tenía una bombona de gas, rompiendo chapas y vidrieras.
Esta vez, no hemos leído la noticia en los periódicos, sino en el acta de registro de la Digos (policía política). A media mañana, de hecho, la policía política se presentaba en las casas de cuatro compañerxs, registrando después también los espacios anarquistas El Tavan, de Trento, y La nave de lxs locxs, de Rovereto. Con el habitual artículo 41 Tulps: «búsqueda de armas y explosivos».
La noticia de los registros se emitió a «tiempo real» en los periódicos online, pero no sola. En cuestión de horas, la CGIL, CISL y UIL (los sindicatos paraestatales) ya habían redactado un comunicado condenando el atentado y en solidaridad con los jueces. Y después, en orden, video entrevistas y comunicados de prensa del presidente de la provincia, del Presidente del consejo Provincial, del Fiscal General de la República, del Presidente del Tribunal de vigilancia y de varios políticos. Incluso hasta el Consejo Provincial se abría por la mañana con un discurso de condena del gesto y en solidaridad con los jueces (y ya que estaban, incluso la Liga Norte, a los que hace unas noches se les hizo añicos las ventanas de la sede). En resumen, un coro de servilismo unánime, inmediato y diligente.
No nos interesa saber quién realizó la acción contra las oficinas judiciales. Lo que sí sabemos, por experiencia, es que el tribunal de vigilancia y sus jueces son las instituciones y las figuras más odiadas por lxs presxs y sus familias. Estos funcionarios han convertido en premio lo que debería ser automático para miles de prisionerxs: la concesión de los días de liberación anticipada y de medidas, llamadas, alternativas a la prisión. Detrás de los actos de autolesión o los suicidios en la cárcel, muchas veces, no hay más que una decisión reaccionaria de un juez de vigilancia. Detrás de las palizas de los guardias está su protección de toga. No creemos que políticos y sindicalistas están tan dispuestos a condenar las palizas de los carceleros o las medidas jodevidas contra lxs pobres, cosa en que consiste el «trabajo» de los jueces.
Esta mañana, al amanecer, en los locales del tribunal de vigilancia, circulaba el aire.
Apostamos que en la cárcel, cuando ha llegado la noticia, se ha celebrado.
Lo hemos hecho también nosotrxs, a pesar de la Digos, los jueces, políticos y sindicalistas.