Venimos del ataque a comisarias, a cuarteles policiales y carcelarios, a centros de divertimento de los poderosos, a iglesias e instituciones del estado-capital. Hemos fabricado artefactos explosivos, conocemos sus usos y consecuencias a la hora de actuar, venimos de las lógicas y prácticas de la conspiración desde hace años.
Nos organizamos informalmente, sin dirigencias y reivindicando la autonomía, forjando redes clandestinas que no lograrán ser detectadas por la represión. Nosotrxs seguimos, porque jamás hemos parado…
Ante el artefacto explosivo detonado recientemente en el Subcentro, que ocasionó diversas heridas en varixs transeúntes, sin ser jueces, levantamos y defendemos nuestra posición.
En las acciones que nosotrxs hemos perpetrado, en las complicidades que hemos materializado, en los ataques que otrxs compañerxs han llevado a cabo, a lxs cuales no conocemos personalmente pero con lxs que compartimos anónimamente el camino de la acción directa, siempre se ha identificado claramente al enemigo.
Enemigo es quien detenta el poder o se arma en su defensa, pasando a ser blanco y objetivo de los ataques, pero no quien avala o sucumbe pasivamente ante el domino.
No somos parte de la ciudadanía en tanto ésta se deja someter y perpetúa el orden, pero aquello no equipara el rol de la ciudadanía con el de los poderosos, el del esclavo con el del amo. No es la ciudadanía en general, ni cualquier transeúnte el objetivo de nuestras acciones.
Entendemos el ataque y la autodefensa como un acto que desafía y busca golpear a toda la maquinaria que intenta someternos, así como también protegernos y resguardarnos frente a la avanzada de cualquier fuerza represiva, independiente del uniforme que vistan.
Quien decida asumir la violencia para defender la comarca de los poderosos, se sitúa en el campo de batalla y debe asumir el costo de aquello, pero esto, bien lo señalan otrxs compañerxs por ahí, no es un combate ni un golpe que se da de manera ciega, sin tener claro a quien se golpea.
No puede quedar a la casualidad la posibilidad de que circule un poderoso o un civil cualquiera, los golpes de la acción transgresora son certeros y saben encontrar en el objetivo tanto a la infraestructura del poder y la represión como a los sujetos que la detentan.
Es el Estado y sus políticas del Terror quien considera las vidas como simples números en las estadísticas de sus cuotas de poder, por ello avanza devorando y aplastando impasible, nosotrxs nos distanciamos de aquello en proyecciones e ideas, pero sobre todo en prácticas, que innegablemente nos diferencian. Ante esto no debe quedar espacio a la duda.
Anhelamos y accionamos por la destrucción y el combate al enemigo, nos armamos en medios para lograr aquello, utilizamos y reivindicamos el uso de la violencia para hacer frente a la autoridad, pero nuestros golpes no buscan causar daño a cualquiera que simplemente transite por la ciudad. Aquello supondría que cualquier persona, por el hecho de circular es cómplice y colaboradora del poder, sin tener absolutamente ningún fundamento para sostener lo planteado. Esas no son nuestras formas, ni el fondo, ni horizonte del camino de acción directa que transitamos hace años.
Del mismo modo como no dejamos nuestra seguridad al azar -aprendiendo de las propias técnicas de avanzada del enemigo- tampoco dejamos a la casualidad, la seguridad de quienes puedan merodear por los alrededores de nuestros blancos de ataque. Por ello no confiamos o delegamos en la buena labor del enemigo el cuidado de cualquier civil, tanto en evacuación o acordonamiento del área. No somos indiferentes ante el dolor o daño que puedan recibir unx simple transeúnte.
No es la ciudadanía quien debe temer por nuestras acciones, de sentir terror debiese ser por la miseria de vida que impone el Estado a través de cada uno de los engranajes que conforman su maquinaria de destrucción, por el gatillo fácil de la policía, por la criminalización de cualquier conducta que se salga de los patrones de fijados como normales, por las asfixias económicas que lleva al suicidio o el por el avance del control social. Aquí quienes deben temer a nuestros actos, en cada aspecto de sus vidas y seguridades, son los representantes del domino… Nos estamos acercando.
No escribimos para desmarcarnos la utilización de la violencia, sino que para reivindicar el uso que le hemos dado, dejado en claro nuestras ideas en la lucha insurreccional, que no contemplan el ataque a civiles.
El llamado es a actuar, en la complicidad de lxs afines, proliferando los grupos de ataque, accionando por la liberación, pero teniendo claro nuestros objetivos a difundir y el enemigo a atacar. Nuestras prácticas son parte del mensaje. Nuestros golpes deben ser certeros, sin miedo, pero sin imprecisiones.
Terrorista es el Estado
Saludamos los últimos ataques a iglesias y cuarteles policiales
Contra toda forma de poder, por la Anarquía y la Liberación Total…Seguimos creciendo…
Núcleos de Ataque por la Liberación
[ 14 de septiembre de 2014 ]