Nota: Estas palabras fueran escritas por el compañero el 9 de abril de 2016.
.- No soy, no seré ni quiero ser el «defensor» ni la voz de nadie, mucho menos quiero que lo próximamente plasmado se entienda como tal, ni que él/la receptorx sea omnímodo. Escribo lo que siento y el cómo veo lo que relataré. Tampoco pretendo coadyuvar al «debate» virtual de algo, y no me interesa agradarle a nadie ni que nadie pueda llegar a empatizar conmigo y mis palabras.
«Nos sorprende que haya quienes diciéndose anarquistas ingresen a sus filas a la par que otrxs lo normalizan, comprenden y justifican. Ser parte de la iglesia tiene incluso una seria de nefastas connotaciones carcelarias que no se olvidan o desaparecen porque simplemente una mañana alguien decide salirse de ella.
Si con miedo cedemos ante la presión de la masa, ¿Qué podemos esperar frente a la agudización del conflicto?»
Detrás de aquellos párrafos leo/veo una oligofrenia total, en su mayor exposición ¿Por qué? Porque no puedo llegar a entender como alguien puede tener una opinión tan mayúsculamente idiota y carente de experiencias/vivencias respecto a un «tema» tan delicado y serio que han tenido que enfrentar más de un hermano. Y esto se lo escribo generalizando a todxs aquellos miserables bastardxs que han escupido en contra quien/quienes han ingresado a la iglesia dentro de la cárcel.
No normalizo la acción/decisión evidentemente contraria a ideas, pensamientos y prácticas de quien ingreso a la iglesia. Pero si puedo llegar a comprender a quien ingresó a ella, y no justificar, porque no represento a nadie ni nadie me representa a mí. ¿Y por qué lo puedo llegar a comprender? Porque sé cómo es la cárcel, sé que hay detrás de sus toneladas de hormigón y fríos barrotes, sé cómo es la mentalidad religiosa/machista/ciudadana/autoritaria de la mayoría de los presos, pese a estar en una cárcel demasiado diferente a, por ejemplo, Santiago 1.
Es tan fácil escupir palabras sin sentido en contra quienes en su momento decidieron ingresar a la iglesia sin siquiera saber porque lo hicieron o cual fue la «motivación» que los llevó a tomar aquella decisión. Yo me pregunto: ¿Aquellxs bastardxs que escupen tanta idiotez saben lo que es la cárcel?, ¿saben lo que hay detrás de su tenebrosa estructura?, ¿creen que es solo estar encerrado y aguantar eso? Pues les comunico que aquí es/hay «otro mundo», con un lenguaje/jerga/coa diferente al de la calle. Aquí no puedes decir palabras que en la calle le dices a cualquier persona, aquí cada palabra y movimiento tiene su significado que en la calle no es importante ni se toma en cuenta. El cómo eres te representa, y esa es la identidad/actitud que en ningún lugar debe cambiar, por más hostil que sea.
Quien no ha estado presx no puede ni podrá comprender lo que es aguantar todo esto. Es algo que no se puede explicar en palabras, porque no hay palabras que describan la horripilancia que aquí se «vive»/aguanta. La cárcel es algo que hay que vivirlo para realmente saber lo que es. No quiero que lo último se entienda como que quiero ver a alguien presx, porque no es así. La cárcel no se la deseo a nadie, ni a mis enemigxs. Lo único que quiero de la cárcel es verla/hacerla explosar desde sus cimientos, junto con todxs lxs que aportan a su funcionamiento.
Creo que en vez de criticar a hermanos que ingresan a la iglesia, debería cada cual plantearse que hacer para apoyarlos. Porque esto ya es una realidad y el día de mañana cualquiera puede acabar ahí, por más que no se quiera. Que la solidaridad no sea solo una manoseada palabra, que la solidaridad sea una iracunda acción que le otorgue inyecciones de fuerza y energía al corazón de cada hermano en cautiverio, que sepa que realmente existe apoyo tanto dentro como fuera de los muros, y eso le dé ímpetu y valentía para revertir tan asquerosa situación. No ser unx guía, pero sí acompañarlo mentalmente, porque físicamente muchas veces no es posible. Puede que esto suene muy lindo, pero uno aquí está solo, por más que se tenga el apoyo de gente en la calle o en la misma cárcel que físicamente habitas. Al menos así lo vivo yo, y lo escribo con argumentos y experiencias/vivencias encima: No pude estar con mi hermanito Joaquín cuando golpeó al miserable bastardo Álvaro Corbalán y en ese momento enfrentar a todos los carceleros que ahí estaban; no digo que Joaquín no los enfrentó ni necesite de alguien para hacerlo, porque no es así y así lo dejó en claro. Tristemente nos vemos y compartimos demasiado poco, estamos en pasillos separados y textualmente nos han dicho: «ustedes no pueden estar juntos», mientras que otros presos comparten con sus compañeros. No pude acompañar físicamente a mis hermanos en el repugnante Santiago 1 cuando los carceleros osaron y gozaron poner sus putrefactas manos sobre ellos, y me gustaría encontrarme con alguno de ellos y apuñalarlo. En algún momento la venganza les llegará, estén retirados de su «trabajo» o no, como a sus familias.
Aquí estoy solo. Solo cuando discuto con un/unos carceleros; solo cuando hace unos pocos días un carcelero me golpeó mientras mantenía las manos esposadas, rodaba por las escaleras y quedaba tirado en el suelo. Mi respuesta (momentáneamente) se limitó a insultos y dignamente intentaba mantenerme en pie. Ya rodeado de carceleros me decían: «diste jugo toda la noche, ¿creíste que no te íbamos a ir a buscar?» (De noche había tenido problemas con ellos, y les grite insultos –o la verdad de su miserable vida- harto rato). Terminé en una jaula de castigo 28 horas, con la encomienda «castigada» 20 días y mi cuerpo con diversos dolores que se prolongaron hasta ahora; estoy solo las veintiún horas de tedioso encierro en esta lóbrega jaula; he enfrentado solo a los pacos que hace más de cuatro meses me cazaron mientras me gritaban y apuntaban con sus nueve milímetros; solo enfrente a las veintenas de pacos que me vigilaban, revisaban y preguntaban tonterías; solo cuando me engrilletan de manos, cinturas y pies; solo voy al excitante encuentro con mi anhelada muerte. Todo esto no lo menciono como una víctima de algo, porque no lo soy; rechazo esas cobardes posturas. Sé a lo que me enfrentaba desde el momento que conscientemente decidí vivir mi vida en un constante accionar y no palabrerías vagas, y no me arrepiento de nada. Demasiado fácil es enarbolar lindos discursos de «muerte a la autoridad» y cuanta otra cosa más, pero vivirlo en acciones y no palabras es muy diferente y para nada fácil. Si le deseas la muerte a la «autoridad» algo debes hacer por apurar aquel placentero proceso. ¡La guerra no acaba en el encierro!
Lo de la soledad lo menciono para que se «entienda» el por qué puedo comprender a quienes han ingresado a la iglesia. Porque de seguro él que tomó aquella decisión no lo hizo por comodidad, de seguro lo hizo por la soledad que se vive aquí dentro, la inseguridad al no saber cómo es la cárcel, aún más cuando no se ha tenido experiencia con ella. La presión de la masa de presos que no solo te enfrentan con golpes, sino que con cuchillas, que en las cárceles abundan. Aquí los problemas no se «solucionan» con un simple: «péscate a combos», sino que es: «péscate a puñalás», y si puedes sales vivo, sino, solo serás otrx de lxs tantxs presxs que muere día a día. Los problemas no los puedes evadir como cundo estás en la calle, ahí te mueves de un lugar a otro y ya está. Aquí solo te queda enfrentar lo que venga o acobardarte, que para mí no es, no ha sido ni será una opción.
Me hermano con aquellos que por miedo o inseguridad ingresaron a la iglesia, y asimismo salirse de ella y enfrentar lo que después pudiera venir. Valoro harto su valentía. Me hermano con todxs quienes resisten día a día el encierro en alguna jaula del mundo, sea humanx o animal…
A aquellxs criticxs, jueces sin su martillo que juzgan y critican a quienes ingresaron a la iglesia les entrego mi infinito odio, desde ya y no en el anonimato les digo que los considero mis enemigxs. Son igual de jueces (si es que no lxs mismxs) que aquellxs que juzgaron a quien/quienes el año 2011 posicionaron un artefacto explosivo (que lamentablemente no detonó) en una casa en la comuna de La Reina, y quien/quienes amenazaron con reventar una escuela; igual de jueces que aquellxs que juzgaron una acción en Macul con Grecia el año 2013, en donde lanzaron cócteles molotov contra un bus del transantiago que paso por sobre la barricada de quienes ahí estaban y en donde salieron unxs ciudadanxs «afectados» por el vengativo y hermoso fuego, y son igual de idiotas que aquellxs que decían ser el «Cordón Macul» argumentando que quienes atentaron contra el bus no lo eran, JA! Seguramente criticaban unxs miserxs universitarixs populachxs; son igual de jueces que aquellxs que critican/criticaban (hasta de otros lugares del mundo) la bomba en el Metro Escuela Militar en 2014, en donde resultaron varixs ciudadanxs heridxs y una «señora sufrió» la amputación de sus dedos que meses después saldría en la televisión desfilando su mutilada mano; son igual de jueces que aquellxs que pedían a gritos la muerte para lxs que incendiaron un banco en una manifestación en Grecia, en donde el resultado fueron las cenizas de la sucursal acompañada con la muerte de tres trabajadorxs que se encontraban adentro; y podría seguir dando mil y un ejemplos más. A todxs aquellxs jueces sin su martillo lxs defeco y orino. A la ciudadanía espero le explosen infinitas bombas, porque «la inmunda vida ciudadana no solo se encuentra en los cuarteles». Estoy contra la civilización y en la ciudadanía/humanidad considero es el objetivo más civilizado (me incluyo), son quienes están aferradxs al progreso y se empeñan en seguir destruyendo todo lo indómito, todo lo salvaje por sucio y asqueroso plástico llamado dinero.
¡Viva la individualidad! ¡Fuerza a quienes conspiran!
¡¡UN AFECTUOSO BESO Y ABRAZO A CADA PRISIONERX EN GUERRA!!
Kevin Garrido
Cautivo en guerra
Matadero/Cárcel de Máxima seguridad
09 de Abril del 2016
Santiago de Chile