Escrito de la compañera Tato (Natalia Collado Pozo) en el marco del llamado internacional “A la mierda las naciones, okupa el mundo” enmarcado en el mes de recuerdo vivo del compañero Mauricio Morales.
Quisiera de partida decir que me gusta este tema porque encuentro en el un positivo e interesante punto de reflexión y manifestaré desde lo que yo personalmente he vivido en las okupaciones. Es inevitable que no vengan a mi cabeza una serie de recuerdos y sensaciones respecto a estos espacios y lxs seres afines que en ellas he conocido y que han sido parte de mi historia y desarrollo como ser antagónico y rebelde de todo un sistema, de toda una civilización.
Aviso que dentro de esta reflexión descarto aquellas okupaciones donde las dinámicas solamente giran en torno a las fiestas, drogas y alcohol pareciendo que es lo único que le da vida y moviliza esos espacios y por ende lxs sujetxs que dan vida a dicha instancia, dinámica que de alguna u otra forma genera o cae en una forma de enajenación más.
Dicho lo anterior, parto por lo básico de centrarme en una definición más clásica de una okupación, que entiendo como una toma de vivienda o terreno deshabitado por la vía ilegal. Pienso de inmediato en las palabras deshabitado e ilegalidad como un quiebre ante ciertos dictámenes sociales, pues por un lado, el acto de apropiación de lo que sería en este caso un espacio deshabitado es un tropiezo en el círculo consumista de tener que pagar por todo. La pregunta aquí es simple ¿Por qué arrendar o comprar un espacio cuando hay algunos y tantos tirados?, ¿Para qué pagar a una inmobiliaria o ciudadana(o) por un espacio que podemos disponer sin dar un peso? Creo que las respuestas son la comodidad y seguridad (esta última entendible desde cierto punto de vista), de partida por una costumbre ya instalada de buscar estas cosas en la sociedad, y que por lo tanto el devenir se vuelve incierto. El acto de “adjudicación” de un espacio también se puede considerar un gesto en oposición a lo esperado socialmente, que vendría siendo en palabras burdas para una realidad burda, el educarse, trabajar como esclava/o, consumir, mantener y multiplicar irracionalmente bienes materiales. De donde se mire es un buen “aprovechamiento”del espacio, incluso en términos personales como lo sería una okupación solo para fines habitacionales, de la cual me parece bien, pero no hablaré pues no tengo mucho que decir al respecto.
Cuando una okupación se levanta y se conforma como espacio antiautoritario y en oposición a las distintas esferas de poder que son parte de una ciudad (que no es más que el simbolismo y materialidad de la civilización), (también puede ser parte del análisis lugares liberados en zonas rurales), se genera un lugar donde puede haber (¡y hay!), crecimiento personal, colectivo (afines) y para un entorno en lucha. Hablo de crecimientos, porque creo que las urbes, la sociedad y la civilización que las engloba no nos brindan un crecimiento importante en niveles más profundos, sino solo crecimientos cuantitativos para perpetuar el orden y mentalidades establecidas. Es en este punto es donde una okupación puede tomar relevancia y más luminosidad, de ser una semilla donde broten otros lenguajes, sensibilidades y conocimientos, como también agudizar las prácticas de reflexión y discusión. Todo esto tan importante para nuestras vidas, porque aquí, o al menos yo, no me considero solamente una persona dedicada exclusivamente al ataque como lo podría ser un/a militar. Yo también busco cultivar mi vida y mis prácticas cotidianas y espero que sea algo que también todxs busquemos es por eso la importancia de talleres, charlas y todo aquello que podemos realizar en estos espacios, ya sea para aprender de plantas, comidas, manualidades, autodefensa, música, etc. La cosa es vivir nuestra vida en constante confrontación, llevando a la práctica nuestras ideas-acciones, toparnos y buscar inquietamente la síntesis o destrucción de nuestras ideas, participar con todo en las conversaciones, foros, entre otras instancias donde se genere la reflexión y la discusión que de sustento, firmeza a nuestros sueños, pues estos no son fijos y estas instancias en las cuales compartimos con otrxs afines nos aporta incluso a vislumbrar cosas que no vemos o de las cuales no somos conscientes.
Las ideas y una práctica cotidiana que se opone a las autoridades es algo que molesta, porque se sabe que de ahí pueden brotar los deseos, acciones y el ataque. No es casual que el año 2010, muchxs de lxs compañerxs que fueron imputadxs y encarceladxs por el caso bombas vivieran en okupaciones o fueran cercanxs a todo un entorno, mostrando de forma evidente una clara persecución política e intentando dar quiebre a todo lo construido, a un entorno que por ese entonces se encontraba bastante “fuerte”, con varias okupaciones importantes y de carácter ácrata, con harto movimiento de actividades e ideas. Dar un exagerado pie a la intención y al mensaje policial-judicial es un error, porque entonces ya estamos muertxs, la cosa no es despreocuparse pero tampoco entrar en una paranoia invalidante y paralizante.
En cuanto al entorno afin este también se ve potenciado por estos espacios que son ocupados como lugares donde poder realizar diferentes instancias ya sea propaganda, actividades, lugar de recaudación para compañerxs presxs, lugar de encuentro con afines, entre otras. Pienso, que en estos espacios muchxs de nosotrxs conocimos a nuestrxs compañerxs y hermanxs, con los cuales afianzamos lazos e incluso complicidades en otros ámbitos. En estos espacios también fueron las primeras instancias de acercarnos al ideal “libertario”, independiente de las reivindicaciones que luego hagamos.
En cuanto al debate de si estos espacios entorpecen un accionar de ataque, por ser “funado” y abierto, tiene poca profundidad, aunque sigue siendo un tema complejo. No hay que mentirse en saber, y es bueno tenerlo en cuenta, de que si somos parte de estos espacios o los solemos frecuentar, es posible y real que estemos más “miradxs”, pero ante eso tenemos que estar más atentxs y ser más cuidadosxs si nuestras opciones son pasar a una ofensiva en acciones es imprescindible armarse de conocimientos que nos permitan, por ejemplo, saber qué tanto seguimiento hay y por supuesto ir dejando de lado esa exposición innecesaria a través de la tecnología, (uso irresponsable y muchas veces superfluo de las “famositas” redes sociales). En este tiempo que he estado en cárcel, puedo decir que muchxs de lxs que hoy se encuentran en mi misma situación de encierro no venían de espacios ocupados ni tampoco eran tan cercanxs a estos y en mi caso particular, sí venía de una vinculación con estos espacios, pero mi detención no se debió por un seguimiento previo. Esto también es un llamado al extremo cuidado y al ser más cuidadosxs independiente de dónde venimos. Comprendo a aquellxs compañeras y compañeros que opten por un camino más clandestino por seguridad y efectividad, y entiendo también a aquellxs que siguen viviendo como quieren en espacios liberados y para eso redoblan sus esfuerzos.
En memoria del compañerx Mauricio Morales ¡Acá no hay caidxs!
Sigues en pie en la memoria activa de compañerxs y hermanxs.
Sigues en pie en cada acción que se lleva a cabo teniendo en mente tu ser.
Tato
Módulo Connotación Pública. Cárcel de san miguel.