Somos parte de lo que la prensa llama vandalismo, somos parte de lo que la ciudadanía llama delincuencia. Somos lxs individuxs que mediante pequeñas acciones tienden a romper con la asesina rutina, esa que enrostra su peor cara en el cotidiano, el cual pide a gritos ser destruido para dar paso al impulso avasallador de la autonomía y la liberación total.
El saqueo y la destrucción se vuelven innato en un contexto de lucha para revoltosxs, rebeldes y antisistémicxs, sin lugar a dudas aquella práctica espontánea, como también organizada, no decaerá nunca. Desde que lxs estudiantes secundarios, técnicos y universitarios le ruegan al Estado mejoras en la educación, las minorías deseosas de sedición continúan molestando a la autoridad incentivando al desborde generalizado. (1)
Sin pensarlo dos veces nos aprovechamos de aquellas situaciones, abordando desde hace tiempo -en distintos años y contextos- liceos y universidades que permanecen en toma en Santiago de Chile, los hemos saqueado, los hemos destruido, los hemos ocupado para propagar el germen de la anarquía de múltiples maneras, nos hemos beneficiado de todo aquello para propósitos individuales, como también -y lo más importante- para proyectos políticos antiautoritarios. Este año no fue la excepción, sacamos en nuestros macutos electrodomésticos varios y diversas herramientas que nos ayudarán para futuras acciones políticas. Les robamos a los promotores de la desigualdad, la moral y el poder. Por la prensa el gobierno ya ha comenzado a chistar. (2) Por nuestra parte estamos satisfechxs, aunque siempre iremos por más, los lugares sobran.
El saqueo y la destrucción es un ejercicio político, el cual nos deja una sonrisa cómplice con nuestrxs afines cuando le asestamos al blanco elegido cuando previamente organizamos acciones. La rutina se quiebra, no dejamos espacios para los amantes de la autoridad, ni para quienes juegan a la política y van de policías cuidando la propiedad de quienes les arruinan la vida con deudas estratosféricas en las tomas.
Es hora de apurar el paso, no esperamos ni hay que esperar nada de la educación ni de sus marionetas (jefes, líderes, dirigencias, politiqueros), ni negociamos ni hay que negociar nada con el Estado/Capital, hay que empezar a aprovechar para apuntar a la agudización del conflicto contra el poder para verlo derrumbado ante nuestros ojos.
En recuerdo del compañero anarco-nihilista Sebastián Oversluij Seguel quien junto a anónimxs un 19 de noviembre del año 2010 desvalijaran para fines políticos una sala donde había una importante cantidad de computadores y electrodomésticos varios en el campus Juan Gómes Millas de la Universidad de Chile. (3) Esta historia contagiosa nos llama sin dudar a dedicarle nuestros robos y gestos destructivos al Pelao Angry quien cayera muerto en una acción expropiadora en Pudahuel el 11/12/2013.
Banda Ilegalista Sebastián O. Seguel
Invierno, Julio-$hile 2016
(1) El desborde, el saqueo y la destrucción en tomas y manifestaciones estudiantiles las podemos apreciar con notoriedad desde el 2006 hacia delante, con una continuidad en el otoño del 2008, bajando su intensidad los años venideros (no a si las movilizaciones), hasta llegar al reventón generalizado del 2011, con una prolongación hasta la actualidad con variada presencia y fuerza. Todos esos años sin lugar a dudas con una activa, crítica y combativa presencia anárquica/antiautoritaria que no ha dejado a nadie indiferente.
(2) «Municipio de Santiago: Pérdidas por daños en tomas superan los $1.300 millones». 24 horas, 2 de Agosto 2016.
(3) Extraído desde la segunda edición del libro “Promesa de Guerra”, Diciembre 2015.