A raíz del desalojo del Centro Social Autónomo La Solidaria el pasado 21 de marzo, la prensa ha iniciado una escandalosa campaña de estigmatización mediática como ya nos tiene acostumbradxs.
Si algo demostró la prensa, diarios, canales de tv y blogs, fue su incansable admiración por la violencia.
Durante los 5 años que funcionó La Solidaria nunca fueron noticia ni su amplia biblioteca social, ni las diversas charlas debates acerca de las distintas problemáticas que hoy afectan a la sociedad (patriarcado, megaproyectos, gentrificación, transformaciones sociales), ni los diversos talleres gratuitos que se desarrollaron. La Solidaria solo fue noticia en la crónica policial. Ya que tanto para el poder estatal-policial como para las empresas de comunicación, la autogestión y la autoorganización de la sociedad, no es más que un delito.
Así, las empresas de comunicación se presentan como un complemento para-policial. Cuando el poder quiere incriminar a un sector de la sociedad no hay como colocar algunas informaciones del terrorismo internacional seguida de los terribles anarquistas que tenían bibliotecas y luego salieron a romper la ciudad sin motivo alguno aparente.
Como tantas veces lo hemos dicho; la prensa apunta, la policía dispara. La prensa prepara el terreno generando una opinión pública negativa y luego inteligencia policial lleva al juzgado a presuntos delincuentes a ser procesados.
Es cierto que hemos podido leer algún artículo en otros medios de prensa que por su estrategia comercial pretenden desmarcarse con la postura para policial que vomitan los medios más grandes, pero no debemos confundirnos, y más allá de las simpatías que tal o cual periodista pueda tener con las luchas sociales, las empresas de comunicación buscan el lucro y si hoy apoyan tal o cual causa, mañana no dudaran en intentar hundirla si a sus intereses perjudica.
Por eso, siempre debemos confiar en los medios de contrainformación propios de los movimientos sociales que no buscan el lucro económico sino la difusión libre.
¿Qué pasó el 21 de marzo?
El 21 de marzo, día fijado por el poder judicial para el desalojo, se convocó a una concentración en repudio del mismo. La misma derivó en que más de un centenar de personas tomaran el control de una de las principales arterias de la capital disputándole el control simbólico de las calles al estado. Durante un lapso de tiempo, con aciertos y errores los símbolos del capital y el estado fueron duramente golpeados.
La prensa intentó disfrazarlo, en un primer momento, como una horda futbolera que iba arrasando sin sentido todo lo que pasara a su lado. Luego, las versiones de que los manifestantes que atacaban todo lo que se movía, fueron cayendo por su propio peso. Ni inocentes transeúntes fueron atacados, ni pequeños comercios afectados en lo más mínimo.
Fueron las grandes empresas del capital y los símbolos del poder los que se vieron vulnerados.
Entonces, ya no eran cientos y cientos de manifestantes enardecidos. Eran un puñado de radicales. Primero se señaló a Plenaria Memoria y Justicia, quién correctamente aclaró que se trataba de un error malintencionado. Luego fueron los cuatro grupos radicales que inteligencia persigue.
Pero a nadie se le ocurrió decir que si eso había podido suceder era solo un síntoma de un mal mayor que su explicación está en el seno mismo de la sociedad.
Ya desde el comienzo de la campaña contra el desalojo de La Solidaria se había explicitado la problemática de la gentrificación, es decir de la imposición de las formas del vida del capital, expulsando a los pobladores pobres hacia la periferia, sea en los asentamientos o viviendas con poco transporte, alejados de los centros asistenciales y de estudio. A cambio, se construye una ciudad en función del turismo y las empresas, derrumbando viejas casonas para construir altos edificios que permanecen vacíos durante años hasta que se venden a elevados precios.
Este proceso, denominado gentrificación, no es más que la imposición violenta de la forma de vida del capital, atacando las formas de vida de la gente de escasos y medianos recursos, es decir, de la amplia mayoría de la población. El capital impone su lógica a través de los desalojos, forzados o inevitables, debido al progresivo aumento del costo de vida en los barrios céntricos.
El capital produce las causas, pero desconoce sus consecuencias. Así, las vidrieras del capital cayeron aquella tarde por la avenida Fernández Crespo. La policía detuvo a dos personas al azar dentro de un ómnibus de pasajeros y luego construyó una acusación plantando testigos falsos que no convenció ni a los jueces y fiscales más reaccionarios.
No conforme con esto, y deseosa de devolver el golpe recibido, la policía, en nombre del Estado y el Capital decidió implorar a su Dios por un castigo para estos revoltosos, y acudió para ello a su bendita Propiedad Privada, la gran culpable de las desgracias colectivas de la humanidad, ya que como dijo un sabio filósofo francés “La propiedad es un robo”.
Con la excusa de un supuesto “hurto” y “daños” a la casa desalojada, la policía desató una campaña de incriminación tratando de procesar como ladrona a toda persona que haya colaborado con la mudanza del espacio desalojado. Esto, además de entorpecer las vidas de quienes son acusados absurdamente de ladrones, generó el problema extra de tener que financiar costosos abogados temerosos de involucrarse en la defensa de un asunto claramente político.
Todos estos acontecimientos que hasta el momento han dejado el saldo de dos compañerxs procesadxs sin prisión, varias detenciones, allanamientos, secuestros policiales y persecuciones, solo pone en evidencia la gran contradicción existente entre las necesidades de la población y la de la propiedad privada puesta al servicio de los intereses del capital especulativo y nunca para beneficio colectivo. Mientras exista propiedad privada, y una organización jerárquica y armada, como es el estado, que la garantiza y defiende, seguirá existiendo pobreza, exclusión y violencia, imponiendo sus vidrieras, sus edificios lujosos y sus automotoras de autos de alta gama.
Mientras, existirá también la rebeldía de las personas que no se someterán a semejante mediocridad de vida.
Por eso queremos sostener y afirmar la necesidad de que existan la mayor cantidad de Centros Sociales Autónomos. Y la necesidad de todxs quienes crean en la utilidad de este tipo de espacios, de apoyarlos y defenderlos. Estos centros, distintos y opuestos a los creados por las empresas culturales o los organismos estatales tiene su valor y su esencia en su finalidad y la práctica que mantienen. Generando relaciones horizontales, antiautoritarias, anti patriarcales, anti capitalistas para poder abrir la brecha que raje esta forma de organización social en mil pedazos y construir desde nuestras prácticas una sociedad que se parezca muy poco a la actual, donde la libertad y la solidaridad primen sobre la propiedad y la jerarquía. Generando así los gérmenes de la autoorganización de la sociedad futura.
Por eso debemos dejar de mirar las cosas desde la óptica del poder, de legalidad o ilegalidad, ya que para el poder todo acto de rebeldía será siempre ilegal. Debemos atender a la legitimidad o no que revisten los hechos, a la necesidad de defender nuestra vida en contra de los internes de empresas y poderosos. Y de ser solidario con quien está del mismo lado de la vereda, como implacables contra quienes están del lado de enfrente, imponiendo la sociedad del Capital, la propiedad, la contaminación y la opresión.
Contra la represión: ¡solidaridad y acción!
Asamblea de ocupantes de La Solidaria.
Montevideo, Mayo 2017.