Recibido el 12/04/2020:
2º de «Madrid Cuarentena City», mediados de abril, publicación por la guerra social en tiempos de estado de alarma.
En este número podéis encontrar:
-Todo va a ir bien.
-Trabajo, producción y consumo. La rueda de la explotación continúa.
-Crónica de la guerra social en estado de alarma.
-La solidaridad como arma.
-La ciudad: caldo de cultivo para enfermedades y control social
-De aquellos fangos estos lodos.
-Llamamiento a extender la okupación: «Okupa la cuarentena»
TODO VA A IR BIEN
Todo va a ir bien.
“Es la historia de un hombre que cae de un edificio de 50 pisos.
Para tranquilizarse mientras cae al vacío no para de decirse:
Hasta ahora todo va bien.
Hasta ahora todo va bien.
Hasta ahora todo va bien…
Pero lo importante no es la caída, es el aterrizaje.
Como en la metáfora de la película francesa de «La haine», vivimos en un mundo que venía condenado al desastre. La destrucción continuada de los ecosistemas para extraer materias primas, la degradación sistemática de la corteza terrestre por los monocultivos y la agroindustria, la expulsión o aniquilación de especies, la transformación de los océanos en estercoleros, los daños irreversibles en la capa de ozono… han tenido un avance exponencial en los últimos años. Nos han encaminado hacia una más que evidente transformación, para mal, de la vida en la tierra.
Al mismo tiempo, hemos generado sociedades aniquiladoras de lo diferente, enemigas del riesgo y la aventura. Perpetuadoras de jerarquías y autoridades, esclavas de un sistema económico que prima el discurrir de la mercancía por encima de todo. El beneficio como única ideología. En las que lo virtual se impone a lo real. La simulación a la experiencia.
Estas últimas semanas se iniciaron campañas en lugares como Italia o España en la que se pedía a niñxs que dibujasen carteles con arcoíris y el mensaje “todo va a salir bien” o “andrá tutto bene” para luego colgarlos en los balcones o edificios públicos. Lamentablemente, este iluso e inocente mensaje implica complacencia con todo lo anterior, un anhelo de regreso a una realidad autodestructiva para las personas y perjudicial para nuestro entorno.
Y todo esto lo hemos ido acompañando con una autoinculpación, considerando a los individuos como culposos agentes responsables de la transmisión de un virus, cuando es evidente que las enfermedades no se convierten en pandemias por el hacer de unas cuantas personas, se necesitan, y desde luego se dan y se daban, una serie de condiciones de infraestructura (como el hacinamiento en grandes ciudades, por ejemplo), ambientales, de movimiento, etc
Asumimos, entonces, los mandatos en tono paternalista y patriarcal, de quedarnos en casa por nuestro bien y el de lxs demás. Pero cuando se nos prohíbe ir solxs, o con las personas con las que compartimos casa, por la calle, ¿estamos respondiendo a criterios médicos o de orden público?
Mientras, aplaudamos en los balcones y colguemos carteles… pero quizá no va a ir bien. Es posible, incluso, que hagamos lo que hagamos no vaya a ir bien. Las posibilidades de recuperación del planeta son infinitas, no lo es tanto, sin embargo, que en este resurgir tras las cenizas podamos seguir existiendo como especie. Pero no vamos a negarnos el placer de disfrutar de este trayecto, aunque sea el último. Vamos a enfrentar, pelear, experimentar, imaginar… Señalar y golpear a lxs responsables de esta realidad y alejarnos con nuestras prácticas de su perpetuación.
Otro mundo es posible, decían los clásicos eslóganes izquierdistas, otro final del mundo es posible, es la consigna que no nos queda más remedio que adoptar, y lo hacemos con pasión. Muchxs sin esperanza, pero con la llama en los ojos de cuando estás tan cerca que puedes asomarte al abismo.
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