El Estado (y su gobierno de turno), fiel al dogma de tranquilidad, orden y seguridad está promoviendo, sin escrúpulos y de manera desesperada, la aniquilación física y psicológica de sus enemigxs: penas exterminadoras, prisiones de tipo C, porras y gases; éstas son solo algunas de las prácticas que aplica.
Su objectivo primordial es difundir el miedo y consecuentemente prevenir cualquier organización y participación en acciones combativas fuera de la ley que buscan golpear el sistema existente y su defensores.
Por cierto, bastardos sostenedores de este mundo, que leáis bien: no importa cuantas prisiones vayáis a construir, ni cuantas cámaras vayáis a colocar, ni cuantos «perros» desatareis para cazarnos, porque nosotrxs estaremos aquí, ilegales y delincuentes, hasta su destrucción o la nuestra. Na hay cabida para ambos.
En cuanto a la prevalente apatía generalizada (e individual), los compromisos, la inercia democrática, el silencio, todo eso equivale a complicidad y pesa de manera análoga a los sujetos que siguen esta postura.
Estando en guerra, el miércoles, 9 de julio, de madrugada, trás la votación de la ley por la construcción de prisiones de máxima seguridad, nos tocó a nosotrxs golpear, colocando 2 artefactos incendiarios en 2 vehículos de la empresa de seguridad Force (en la calle Ilektras, barrio de Kalamaria). Este «negocio» es por su naturaleza y los productos y servicios de control y represión que ofrece un objetivo de ataque.