Comunicado recibido el 16/11/2018:
De negras balas y sensibilidades revolucionarias.
Una de las significancias de ser revolucionario, creo yo, pasa por la sensibilidad. Sensibilidad que te permite fijar una posición dentro de esta forma de vida actual impuesta he incrustada bajo la supremacía capitalista de una clase dominante y el conjunto de eslabones estructurales que perpetúan un control sobre la vida de millones de niñas, niños, mujeres y hombres. Hoy el dominio se expande y buscan controlar sus espacios, territorios, tiempos, sentimientos y cualquier atisbo de libertad que aun quede.
La sensibilidad revolucionaria nos permite tomar posición consciente y no solo constatar realidades. Somos enemigos de este Estado, ya con varias décadas de lucha y convicción en la piel, revindicamos el continuo histórico de este hacer subversivo y hoy, 2018 nos situamos en un tránsito de más de una década desde la caería-persecución y posterior prisión que enfrentamos como enemigos de este Estado kapitalista.
Todos estos años como rehenes en sus cárceles dan cuenta de un caminar ininterrumpido donde se han forjado complicidades fértiles en esta decisión de lucha que nos sitúa en la certeza de nuestro hacer subversivo permanente, reinventándonos y apañándonos en un latir libertario.
Hace más de una década atrás -no fue la primera ni será la última- nos topamos de frente con los celadores y guardianes de la clase dominante, del capital, de su política y sus lujosas vidas.
Ellos, la policía de los ricos resguardaban los bienes, las riquezas violentas y robadas, despojadas a millones de proletarios. Defensores de quienes sostienen una política democrática siniestra de explotación, rimbombante de promesas, un mundo de devastación, usurpación y envenenamiento de la tierra y quienes la habitamos. Una política concreta de mendrugos, migajas y leyes a la medida del control y resguardo de sus intereses empresariales.
Aquel 18 de octubre del 2007 nos enfrentamos a su estructura, a su democracia hedionda a pasta base y lacrimógena, sustentada en el robo y sometimiento de los más frágiles, a aquellos gobiernos que sentados en la misma mesa se traspasan el poder de izquierda a derecha y viceversa, poco importa. En esta realidad comprendemos que justicia es sinónimo de lucha, es así como nuestros actos fueron y son expresiones del sentido libertario, de nuestra energía vital que sigue latiendo en el presente.
Hay que ser claros, no nos hemos enfrentado a individuos o nombres concretos, no los conocíamos…combatimos a lo que representan, sus policías, sus instituciones, sus actos y prácticas. Nos hemos enfrentado sin titubeo a sus instituciones, su historia y presente de torturas, desapariciones, violaciones, robos y asesinatos. Tenemos buena memoria y no olvidamos.
Pero también combatimos a sus defendidos, a la política de los poderosos y su mundo de miserias. Como revolucionarios nos enfrentamos y combatimos, responsables de nuestras balas negras de justicia, con la misma entereza de la lucha que nos motivó a enfrentar la dictadura es que sostenemos este continuo de confrontación.
Nuestra sensibilidad revolucionaria nos permite abrir los ojos ante tanta podredumbre y miseria de forma transversal en el cotidiano. No somos ni podemos ser indiferentes ante la injusticia, la desigualdad y la violenta riqueza de unos pocos en desmedro de muchos, en un modo de vida que legitima, permite y avala el sometimiento y la humillación en complicidad con la ignorancia cultivada y reproducida sobreviviendo en-y desde- el consumismo. Estamos frente al resultado de un coctkel que fraguado durante décadas nos muestra la veteranía con que gozan los poderosos en su ejercicio de sometimiento y control.
Estos encarceladores de la vida se reinventan, acrecientan sus estructuras, ajustan las clavijas represoras, se articulan dictando leyes, reformas, construyendo más y más cárceles, levantando empresas de la modernidad que nutridas de pobreza y rentables en lo ideológico escupen políticas ciudadanas de paz social que solo buscan sostener el lujo cotidiano de su propio existir.
El control social que ejercen es permanente y cualquier individualidad, expresión, organización o colectivo que se rebele en conciencia contra su democracia, tendrá en respuesta la criminalización por parte de la maquinaria del Estado. Estamos frente a una permanente cacería y asecho contra vidas rebeldes, consientes y libres. La maquinaria opera de forma transversal sobre el respirar de niñxs, adolecentes, adultos. No nos asusta, ni tampoco permanecemos insensibles o indiferentes.
Ante este escenario, solo una muestra: Karceles infantiles repletas de niñxs pobres, negocio enmascarado con eufemismos y rostros de política democrática que busca crear una opinión púbica para justificar muertes, violaciones, hambre y desamparo en la macabra administración de su negocio infantil. Solo una muestra de lo real en que se expresa este orden ciudadano impuesto por el Estado-karcel-kapital.
Hoy la urgencia de un presente en subversión nos mueve, lejos de las utopías, las resignaciones, el silencio o la reconciliación de vitrinas y democracias. En la cárcel o en la calle, nuestro caminar rebelde sabe identificar a los enemigos, sabe permanecer siempre ofensivo y cómplice e indómito por la liberación total.
¡Contra el Estado carcelero: Subversión autónoma y permanente!
¡Mientras exista miseria habrá rebelión!
Juan Aliste Vega
Prisionero Subversivo
Modulo J-Cárcel de Alta Seguridad
Noviembre 2018