El miércoles 8 de agosto, al amanecer, agentes del Reparto de Operaciones Especiales de los carabinieri se presentaron en las puertas de 20 viviendas -principalmente en Emillia Romagna, pero también en Roma, Arezzo e incluso en Alemania- bajos las órdenes de la pareja Cieri-Scandellari, nueva generación de fiscales acróbatas boloñeses. En un par de casos, los héroes de uniforme se exhibieron reventando puertas y apuntando pistolas a compañeros atónitos. La investigación tiene 17 personas imputadas por asociación delictiva con finalidad incendiaria y de destrozos provocados por incendio, todo ello agravado por la inevitable finalidad subversiva. Por los pocos papeles que nos han dejado y por los artículos de los payasos del papel impreso, nos enteramos que las acusaciones conciernen a algunos actos específicos sucedidos en Bolonia entre finales del 2010 y mediados del 2011, en particular, los ataques contra una sede de IBM, un restaurante de la cadena Roadhouse Grill y los laboratorios de investigación de la Facultad de Agraria de Ozzano.
Casi todxs lxs afectadxs por las notificaciones y los registros son individuos que nunca han escondido la importancia de la necesidad de análisis y prácticas radicales que no separen la lucha por la liberación animal de la de la liberación humana y de la tierra. Que conciben la destrucción de este sistema como el único camino para obtener la libertad de todxs y cada unx de nosotrxs, mientras que la otra parte del movimiento que se define como de liberación animal apela a las leyes e instituciones para que cese la práctica de la vivisección y de los criaderos relacionados con esta, que presenta el veganismo como el fin de la lucha contra la esclavitud animal y recurre a una improbable abolición de la misma, demostrando solo la preocupación por reformar este sistema y hacerlo más “vegano” y sostenible. En un contexto semejante, parece hasta evidente que lxs pocxs y, cada vez más, aisladxs que continúan llevando adelante ciertos gestos resulten más expuestos a la represión.
Algunas de las personas implicadas se ocupan de la gestión de la Caja de Solidaridad “Aracnide”, otras, del proyecto Equal Rights Forlì, y de estas cajas se han secuestrado 1300 y 1900 euros – a pesar de estar declarados como ahorros individuales – con la evidente intención de golpear la solidaridad con lxs presxs y el trabajo de apoyo y contrainformación desarrollado por estxs compañerxs. Se trata de un precedente gravísimo dentro de la aplicación de delitos asociativos, que tenemos que tener en cuenta de ahora en adelante.
Con esta nueva operación continúa y queda más y más clara la importancia que están teniendo las redes asociativas para el aparato represivo estatal. También es muy importante contextualizar lo que ha pasado dentro del panorama represivo internacional, en el que se está delineando la necesidad de golpear y frenar los ataques del aparato tecnológico, de fundamental importancia para salvar un mercado saturado y un capitalismo en crisis.
Durante el último año y medio, Bolonia ha sido objeto privilegiado de la ferocidad represiva. El 6 de abril de 2011, con la operación “Outlaw”, cerraron el espacio de documentación Fuoriluogo, en la que se investigó a 27 compañerxs por asociación delictiva con finalidad subversiva y se arrestó 5. Desde ese momento, la presión policial va en aumento, se han impuesto decenas de medidas especiales entre órdenes de expulsión y avisos orales, hasta el sabotaje del coche de una compañera y un desalojo en el que se intentó demoler el tejado en el que resistían tres compañeros amenazando seriamente su seguridad.
Con esta última oleada de investigaciones, surge la existencia de una segunda operación, denominada “Mangiafuoco” (Comefuegos), basada también en el instrumento de la asociación delictiva.
El objetivo, declarado a través de los media, es vincular el área animalista con la, así llamado, insurreccionalista. Por el contrario, a nuestros ojos parece evidente que es un intento de la fiscalía boloñesa para acabar de poner fuera de juego a lxs compañerxs que, desde hace años, luchan en esta ciudad.
Lo que estas dos operaciones tienen en común, y el contexto represivo en el que se desarrollan, es la preocupación por detener los ataques a los intereses que rigen este sistema.
Para los que están en el poder, reconducir estos ataques a un área bien definida, sin duda, les sirve para tranquilizar a los colosos que, como ENI, IBM, los bancos, los centros de investigación y la explotación animal, están entre los principales responsables de la explotación y devastación que nos rodean.
Claramente, estos intentos no frenarán el riesgo a que estos ataques se extiendan -sirva de ejemplo Equitalia-, sobre todo, en este período en que se materializan, cada vez más, como forma directa del descontento social que este sistema ya no es capaz de encauzar.