A principios de febrero de 2013, los presos de la cárcel de Saluzzo decidieron sacar de los muros y de los barrotes que les tienen secuestrados un documento en el informan de los abusos y las penas complentarias a la privación de libertad a las que están sometidos. La comida de hambre, el frío de las celdas, la falta de productos de primera necesidad como higiene personal y limpieza de la celda, la falta de concesión de beneficios y medidas alternativas, la explotación laboral y, en general, las condiciones de abandono y miseria, son características compartidas por todas las estructuras carcelarias italianas, pero en la de Saluzzo, los prisioneros han decidido hacer oír su voz. Lo han hecho escribiendo, hablando directamente con lxs compas, que han respondido con una concentración para dar fuerza y amplificar la rabia de las personas encerradas dentro de esos muros. El 16 de febrero por la mañana, día en el que estaba prevista la iniciativa, nos enteramos de que uno de los hombres secuestrados en Saluzzo, y uno de los promotores del documento firmado por 245 presos, Maurizio Alfieri, había sido trasladado a la cárcel de Terni. Enviado de una prisión a otra, Maurizio nunca ha dejado de luchar contra los abusos y la violencia que ha conocido durante su encarcelamiento, promoviendo la autoorganización de los prisioneros y la ruptura con el silencio asesino que rodea el aparato carcelario. Podemos interpretar su traslado como una represalia más contra él o como un intento de obstaculizar la solidaridad con todos los presos de esa cárcel, pero una primera respuesta obvia ha sido la de recalcar, de manera aun más decidida, nuestra presencia ante los muros de Saluzzo.
Unxs setenta enemigxs de todas las prisiones, llegadxs desde diferentes partes del norte de Italia, se encontraron en un campo fangoso a un lado de la cárcel, dejando así a tropas de lecheras de la represión en el lado de la entrada. Durante más de dos horas se siguieron intervenciones desde el sistema de sonido, música y conversaciones salvajes con los prisioneros desde abajo de los muros. La respuesta desde el interior fue fuerte y ruidosa: golpes a los barrotes, coros junto con los de la concentración, risas y gritos de rabia, luces encendidas y apagadas al compás de la música y trozos de papel en llamas. Antes de que llegara la oscuridad, un grupo de solidarixs decidieron dejar una marca haciendo un agujero en la valla que rodea la cárcel. Varios fuegos artificiales iluminaron el cielo y se lanzaron hacia la torre de vigilancia de esos muros, hasta provocar algunos lanzamientos de gas lacrimógeno por parte de la policía antidisturbios alineada por fuera.
Por último, antes de abandonar la concentración, un letrero de unos 3 metros de altura y 10 de largo, hecho con varillas de metal soldadas y trapos empapados en gasolina se pegó fuego de modo que los prisioneros pudieran leer un simple mensaje: LIBERTAD. Entonces nos fuimos, saludando a las personas secuestradas en aquellas celdas, invitándolas a permanecer unidxs y seguir haciéndose oír… también junto a nosotrxs. Esperando que en todas las cárceles haya presxs dispuestxs a organizarse, sin delegar a nadie su propia dignidad y sed de libertad.Un caluroso saludo
El sábado, 16 de febrero por la tarde, algunas decenas de solidarixs se reúnieron en el campo de detrás de la prisión de Saluzzo. Un sistema de sonido a todo volumen disparaba música rock de los ’70, muy apreciada dentro.
Entre un tema y otro, se alternaban saludos, golpes a los barrotes, se gritaban los contactos para escribir a las realidades solidarias y de contrainformación, intervenciones, a veces rabiosas, a veces informativas. Como el texto «Resistir dentro, resistir fuera» o la nueva dirección de Maurizio Alfieri, trasladado unos días antes.
Algunxs solidarixs consiguieron acercarse a las verjas del perímetro para mantener «conversaciones salvajes» con los presos. Esto llevó a una atenta relación entre dentro y fuera, a no hablar todxs a la vez, a parar la música, los gritos y las consignas, haciendo que una concentración sea realmente un momento de cercanía. Cuando alguien desenroscó los tornillos de una de las rejillas, una docena de manifestantes intentaron entrar al espacio entre los barrotes y los muros de la prisión. La policía se alarmó y se acercó al agujero, entonces lxs «intrusxs» se reagruparon sin alejarse de las rejas.
Al atardecer, una sorpresa: siete letras de fuego se encendieron para formar una sola palabra: «¡Libertad» Y, tanto dentro como fuera, se gritaba juntxs, «¡Li-ber-tad! ¡Li-ber-tad!». Algunos fuegos artificiales estallaron en el cielo, otros en la torreta, donde estaban atrincherados los guardas de la prisión. La policía antidisturbios fuera se acercó disparando tres o cuatro gases lacrimógenos y lxs manifestantes respondieron con algún petardo potente.
Después de un último saludo, la concentración terminó y lxs manifestantes se alejaron tranquilamente.
Radio Blackout 105.250FM estuvo realizando el seguimiento en directo de la concentración