El 14 de febrero a las 07:30 de la mañana, policía y DIGOS (policía política italiana), con la colaboración de la imponente presencia de la jefa de la brigada anticriminal de Trento, Anna Maria Ceci, irrumpían en las casas de varixs anarquistas y solidarixs en Trento, Rovereto, Treviso y Bolonia en búsqueda de un texto peligroso reproducido en un cartel igual de peligroso aparecido en las calles de Trento el pasado diciembre.
El cartel en cuestión tenía el texto ya distribuido durante el juicio por los hechos del 28 de octubre de 2010 en la Facultad de Sociología (Universidad de Trento). Ese día, algunxs antimilitaristas interrumpieron, lanzando bombas de humo y pintura roja, en una conferencia sobre seguridad y el rol de Italia en las «misiones de paz», en la que participaban el prof. Toniatti, ex decano de la Facultad de Derecho, y algunos oficiales del ejército. Esta acción llevó la detención de nuestro compañero Luca.
Desde entonces, la furia contra él se ha hecho patente en varias ocasiones: desde la detención inmediata hasta la «simple» residencia obligatoria, luego de vuelta al arresto domiciliario y a la prisión, pasando por varias intimidaciones, entre ellas, amenazas de palizas en la Jefatura de Policía de Trieste.
Evidentemente, alguien no tolera un poco de pintura roja en su linda ropa aunque no tiene problema alguno en ensuciarlo de la sangre de las muchas guerras actuales, de las cuales estos señores forman parte activa.
Pero volvamos a los registros.
Parece que el cartel buscado con tanto celo contiene una amenaza grave, un crimen cuyo castigo establece penas de prisión de hasta un año.
«Un poco de pintura es lo mínimo» aquí esta la frase que hace que el prof. Toniatti se sienta en peligro.
Pero la única amenaza que vemos es la de los propios jueces relatores y todos aquellos que cooperan con los mecanismos bélicos, al poner en práctica contra lxs que viven en lugares golpeados por los conflictos armados.
La única amenaza que vemos es la que sufren las personas obligadas a escapar del terror que la guerra produce.
La única amenaza que vemos es la que pende sobre aquellos que, huyen de los escenarios del combate pero carecen de los documentos apropiados, corren el peligro de que se les encierre hasta un año y medio en uno de los numerosos CIES esparcidos por Europa o, incluso, a que se les envíe de vuelta antes de llegar.
También las fuerzas del orden, por su parte, querrían representar una amenaza cuando se presentan en las casas de algunxs compas en busca de… ¡un cartel!
Pues bien, el hecho de ser consideradxs una amenaza para quienes viven de la guerra no puede hacer más que darnos satisfacción y vamos a continuar, más testarudxs que una mula, siendo una amenaza para los patrones de la guerra y para sus siervos.