Hace unas noches, prendimos fuego a una patrulla de policía en San Luis Obispo, California. Lo hicimos para accionar en solidaridad con lxs presxs en huelga de hambre de Pelican Bay y el resto de California. Las acciones de estxs presxs han sido una inspiración para nosotrxs y nos sentimos identificadxs con ellas porque, como ellxs, no podemos seguir ignorando el constante intento de hacernos sentir, a nosotrxs y a quienes nos rodean, completamente incapaces de afectar las condiciones de nuestras vidas. Se nos ha enseñado a obedecer a nuestrxs profesorxs, porque ellxs saben más. Se nos ha enseñado a obedecer a nuestrxs jefxs, porque pueden despedirnos y no tendríamos dinero con el que vivir. Se nos ha enseñado a obedecer a nuestrxs arrendadorxs, porque es su propiedad. Y se nos ha enseñado a obedecer a la policía y a la ley, porque pueden mandarnos a prisión o asesinarnos. Todo esto, bajo el disfraz de algo llamado democracia. Un sistema en el que, supuestamente, podemos ser «libres» de decidir los caminos de nuestras propias vidas sin la intromisión de una autoridad dominante.
Ya basta
Como presxs, todxs nos encontramos bajo vigilancia constante. Como presxs, debemos trabajar y mantener nuestras bocas cerradas. Como presxs, nuestros hogares ya no nos pertenecen (eso sí, si tenemos la suerte de tener uno). Sin embargo, la realidad de la situación es que, aunque las fugas de la cárcel son muy difíciles y peligrosas, no son imposibles. Cualquier tipo de presx, en cualquier tipo de terreno puede elegir hacer huelga, resistirse y atacar a sus captorxs. Cada cámara se puede destrozar. Cada muro se puede derribar. Cada valla se puede cortar y a cada matón se le puede desarmar. Nos gustaría dar las gracias a lxs presxs de Pelican Bay por pasarnos la llama de la inspiración a través de las rejas de la cárcel. Que prenda y se extienda. Que la muerte de la sociedad-cárcel se encuentre con nuestros dientes en el cuello.