«Ocupamos un espacio vacío». Esta frase es, en sí misma, una justificación tal que la puede entender hasta un niño. Para distraer la atención de razonamientos sencillos, a menudo se interponen argumentos falsos como éticas pretextuosas, útiles sólo para reproducir los esquemas de patrones y siervos.
Cualquier espacio abandonado es un escupitajo en la cara de todxs lxs que no tienen un techo sobre la cabeza, de lxs que no tienen espacio donde expresarse y comunicar y de lxs que se ven forzadxs al círculo vicioso de los guetos urbanos.
Detrás de cada espacio vacío, hay un proyecto de especulación, un ánimo de lucro, un interés empresarial que prefiere ruinas y desolación a perder dinero y privilegios.
No se mendigan las libertades con peticiones, las libertades se toman, de lo contrario no se considerarían tal cosa, sino triviales concesiones. Demasiado acostumbradxs a mendigar migajas al Estado del que solo somos súbditos dependientes e inofensivxs, debemos dejar de ser como niñxs y empezar a caminar con las piernas para tomar nuestros deseos.
Tenemos la exigencia de afinar nuestra crítica social y de experimentar recorridos alternativos al sistema del Estado y del capital, tenemos el deseo de tejer relaciones sociales libres de paradigmas dominantes y de la mercantilización de lo existente para tomar las riendas de nuestras vidas. No nos dirigimos a un tejido urbano hostil, que no queremos catequizar o reclutar para continuar la cultura de la delegación, sino empezar nosotrxs primero a aventurarnos fuera de la selva política convencional para recorrer senderos de autoorganización de nuestras vidas, buscando la reproducibilidad de las dinámicas autogestionarias. «La autogestión es la posibilidad de establecer, según los principios de la responsabilidad individual y el método de la unanimidad (obviamente, no el -democrático- de la mayoría), las reglas de nuestra existencia. Autogestión para ofrecerse la posibilidad de reunificar esferas separadas de la experiencia humana: pensamiento y acción, actividad manual y actividad intelectual, para recuperar esa plenitud que nos quitó la especialización de las tareas impuestas de la cultura del poder». La práctica de la ocupación cobra sentido sólo en la elaboración colectiva de una estrategia útil para no adaptarse a la integración en la sociedad, para retirar una identidad formal o para aislarse en un gueto
Unir autogestión material con un continuo apoyo al ataque a la sociedad a través de los instrumentos de la acción directa (del sabotaje, del boicot, de la contrainformación, etc., etc.), lejos de los cada vez más reducidos y limitados ámbitos de la legalidad, entendemos que es un buen método para subvertir la alienación impuesta y para no fosilizarnos en la autogestión de la miseria que se reproduce en los centros sociales dedicados a la prestación de servicios y entretenimiento cultural.
Ansiamos, pues, la acción directa para crear y expandir la crisis del sistema de explotación, y la autogestión generalizada para enfrentarnos a ella y apoyarnos durante la difícil coyuntura que nos augura el futuro.
Consideramos la ocupación, pues, no como un objetivo a alcanzar para estancarnos, sino como un instrumento útil para experimentar y aplicar las armas de la crítica a la sociedad.