El 3 de febrero me juzga el Poder oficial, con todos sus honores, como a un «terrorista» de turno más en Grecia. Me importan una mierda los que me acusan y, obviamente, no pondré un pie en el juzgado. Venimos de mundos muuuuuuuuuuuy distantes, no hacen falta análisis. En otras palabras, me cago en su justicia. Los cargos no me importan. El caso de los arrestos en Nea Filadelfia es más o menos conocido y, de todos modos, me acusan de prácticas anarquistas habituales, así que no tiene ningún sentido decir cosas que ya se han dicho mil veces.
Digámoslo de otro modo. Cuando alguien ha tirado a la basura la vida «normal» que ofrece este aburrido mundo, ¿cómo puede no cagarse en las cuestiones moralistas de restricción, como leyes del Estado y compromisos como el trabajo? Ahora, sobre el otro cargo, el de organización, apesta un poco, nada más, solo porque yo siempre estuve contra la idea de las «organizaciones». Son demasiado burocráticas para mi gusto anarquista. Prefiero la libertad de las agrupaciones informales o mi propia soledad para combatir lo existente.
Sobre lo más práctico del juicio, no necesito ni defensa, ni mucho menos representación, por eso, no voy a llevar testigos ni tener abogado. No necesito del espectáculo moralista de mentiras de los primeros, ni de los disparates legalistas del segundo. El único movimiento legal que haré es apelar la sentencia (si me condenan y la pena no es la mínima) cuando se acabe el juicio, claramente, pensando que en las apelaciones las sentencias siempre bajan un poco.
Además, dado que más que nada el argumento que se oye, incluso entre los círculos anarquistas, de que la presencia en el juicio es de gran importancia porque nos da la oportunidad de estar en la tribuna pública del discurso es mentira, tiene que dejar de oírse, sobre todo porque, desde hace años, podemos publicar libremente los textos que queremos en Internet, accesibles para cualquier interesadx. A fin de cuentas, no tiene ningún sentido decirles lo que pensamos desde el banquillo de lxs acusadxs, mientras ellos dan un recital de bostezos sobre su elevado sillón. Más que nada, así, estos arrogantes se sienten reafirmados existencialmente.
Por supuesto, como no me interesa el procedimiento, no hay posibilidad de yo quiera que otrxs se interesen y se reúnan, yo qué sé, por fuera de los juzgados, por algo como la solidaridad conmigo. Yo me imagino la solidaridad como una condición permanente de guerra al Poder que no se ajusta de ninguna manera a los calendarios del movimiento. La imagino como un viaje conspirativo sin vuelta atrás, hacia lugares ilegales, como una nueva lucha y, a la vez, una venganza por lxs compas muertxs y encarceladxs. Como una serie de intervenciones violentas, ruidosas y repentinas contra el suave flujo del tiempo autoritario, un enérgico e, inevitablemente, chantajista ejercicio de «presión» contra todos los jueces de la libertad, a favor de todxs lxs negadorxs cautivxs pero, sobre todo, a favor de todo el mundo de la anarquía.
Un escrito adicional por las recientes actualizaciones en las prisiones de Koridallos
Hace ya 8 meses que estoy tras las rejas y, además de la etapa obligatoria de «ajuste» en el espacio de la prisión, admito que también ha habido buenos momentos dentro de la miseria general de la historia. Momentos de desobediencia, insubordinación y ruptura con las autoridades penitenciarias a diferentes fases y niveles, individuales y colectivos. Junto a mi intento de manejar el surrealismo de la situación que supone la realidad supercomprimida de unos pocos metros cuadrados y la realización de la pesadilla diaria en la que ni siquiera puedo abrir una jodida puerta y salir de esta mierda, también hubo un ambiente que equilibraba un poco todo el escenario. Tuve la oportunidad de compartir los momentos descritos junto a buenos compas, viejos conocidos y otros no, una cálida comunidad de personas cuyas diferencias de percepciones no fueron un obstáculo para nuestra estrategia común de ruptura. Por lo tanto, junto a la mayoría de anarquistas del módulo A (de los que ahora estamos juntos en el módulo D), fastidiamos, provocamos, molestamos y enfadamos mucho al servicio penitenciario, el ejemplo más inmediato de Poder ante nosotros. Batallas con su propio significado especial, pequeñas claro, porque la batalla absoluta en la mente de alguien encerradx debe ser siempre la fuga.
Aquella mañana del 13 de diciembre, un típico carcelero decidió hacer un informe directo a la oficina de sargentos sobre una reacción agresiva que recibió de algunos de los compas, en la cual, erróneamente en mi opinión, le cayeron un par de tortas en el patio. Digo erróneamente por el resultado, porque creo que esas tortas se podían retenido y pasar a ser algo más fuerte en algún otro incidente más serio que habría causado, tarde o temprano, uno de estos guardias bastardos que le levantan la manita a lxs presxs. Nos referimos ahora al tipo, al carcelero Yannis Mylonas, que cuando está de servicio y todxs están encerradxs en el módulo, se saca el boli y escribe en los muros los títulos de sus canciones en YouTube, en un desesperado gesto de autoafirmación. Solo que los resultados de la búsqueda empeoran su posición. Me dolían los oídos después de este triste intento musical. Siguiendo con la escena, la oficina de sargentos inmediatamente informó a la fiscalía. Esa misma tarde, el asqueroso alto mando Vasilis Lambrakis, junto a 40 gendarmes y secretas, nos llevó en volandas a los 8 (aunque a diferentes horas) desde la oficina, y nos «repartió» por diferentes módulos de la prisión, como ya se sabe, terminando yo en el módulo D.
En realidad, esta fue una reacción normal por parte de las autoridades penitenciarias, pero con una notable cooperación de presos-cabecillas que, desde el momento en que vieron el peligro de perder sus –con todo, envidiables– privilegios adquiridos (una manera sería, por ejemplo, a través de un registro de todas las celdas, o sólo de celdas específicas aparte de las nuestras; algo exagerado pero no improbable, como una estrategia de la maldita prisión para crear fricciones internas entre lxs presxs, en la lógica del divide y vencerás), corrieron a acordar con el servicio que estos chicos malos anarquistas se piren de la zona. Obviamente, la conclusión tras esto, es que los privilegios del módulo A están inseparablemente ligados a la calma del módulo. Por supuesto, a decir verdad, todo esto más o menos se esperaba. En relación con la opresión por parte del servicio penitenciario, un posicionamiento determinista se ajustaría absolutamente a la descripción de la situación. Es decir, nada raro, pues como dije, estuvimos siempre contra, contra y contra, mientras las pequeñas acciones/experimentos dentro de un ambiente extraño y pasivo aumentaban con progresión geométrica. Con precisión matemática nos encontramos –más allá de la distancia– básicamente trasladados, y en unos pocos días probablemente imputados con castigos disciplinarios. Para mí, un castigo disciplinario de hasta 2 años lo puedo asumir porque no me cuesta nada (a menos que algo extremo suceda con los resultados del juicio). Lo descrito anteriormente son todos momentos arriesgados e incómodos, pero también un recordatorio a nosotros mismos de quién coño somos, dentro de esta (por lo demás) asimilativa y repetitiva cotidianeidad, dentro del clima generalmente podrido por las palizas raciales, las jerarquías, los complejos homófobos y el machismo abundante de la mayoría de los presos.
Y aunque no me sorprendió la actitud despreciable de muchos presos, porque no esperaba nada mejor de los grupos cerrados –informalmente o no– y jerárquicos, como los creados en el módulo A, muchos de ellos procedentes de países de la antigua URSS, muchos de los albaneses y los bravucones, no escondo que me chocó cuando otro grupo organizado, el de la Conspiración de Células del Fuego, comenzó a posicionarse en contra de nuestra actitud antiautoritaria. Me gustaría mucho creer que esto sólo representa a las mismas personas que he oído expresándose de manera hostil antes, pero desafortunadamente no puedo, juzgando también por cómo se mueven generalmente. Así que la culpa es colectiva. La razón por la que digo esto son los recientes «comentarios» (los que lo necesitan saben a qué me refiero) que hicieron sobre los recientes acontecimientos y la huelga de hambre/sed de los chavales, que muchos son idénticos a las cosas que nos dijeron en discusiones repentinas durante los últimos meses. Y dado que estas son cosas serias, cuando dices abiertamente «estas movidas que causáis son inútiles en la cárcel», teniendo en consideración los comportamientos autoritarios y la actitud general de los últimos meses, junto con su intento estresante de transmitir exagerados escenarios alrededor de las consecuencias de una ruptura con el servicio penitenciario, pues joder, quedarás expuesto. Asco. Personas que dejaron su propia huella en la historia de la guerra contra lo existente, algunxs con largas condenas y otrxs, esperando por las que estén por caer, personas a las que yo siempre defendí ante las calumnias de los bocazas anarcofóbicos –y continuaré haciéndolo allá donde haga falta– cayeron ante mis ojos. Si permaneciesen en una actitud neutral, es decir, distanciarse y preocuparse de sus propios asuntos, yo me mantendría en un nivel de sorpresa, como cuando entré por primera vez y no estaría molesto como ahora. Pero ninguna excusa –no importa lo buena que sea– es suficiente para tapar la vergüenza de contraponerse, usando enfermas tácticas de difamación, a los que son casi los únicos que hacen directa –aunque no sea gran cosa– la ruptura con el régimen de la prisión.
El incidente con el guardia, por lo tanto, fue la razón de los esperados créditos finales de mi breve paso por el módulo A de las cárceles de Koridallos. Del módulo A, nunca olvidaré la intensa movilización de algunos presos que siempre se veían en la oficina de los sargentos, especialmente, tras algún pequeño jaleo en el módulo. Desafortunadamente, este fue el único tipo de «movilización» de presos que vi desde que estoy en prisión, porque por supuesto las protestas que tuvieron lugar en el módulo A, a parte de una que llevamos a cabo con los compañeros y 2 o 3 personas más sin ninguna participación real de los otros presos, no cuentan para mí, ya que siempre se hicieron después de un… acuerdo con el sargento de turno. Lo único seguro es que tras este movimiento represivo muchas cosas cambian. Cómo marcharán las cosas de ahora en adelante es algo que nos toca responder a nosotrxs. Me despido por ahora…
Yannis Naxakis,
Módulo D de las prisiones de Koridallos.
3/1/2014
PD 1: Honor a Sebastián Oversluij Seguel que el 11/12/13 cayó asesinado, durante un atraco, por las balas de un guarda de seguridad, en Santiago de Chile.
PD 2: Fuerza al huelguista de hambre Spyros Stratoulis [Spyros finalizó su huelga de hambre el 10/01/2014]