El Estado recurre a diversas estrategias para eliminar a sus enemigxs e incluso a quienes alcen la voz para cuestionar el orden imperante. Intenta cortar de raíz cualquier iniciativa rebelde; para este propósito cuenta con un eficiente aparato judicial el cual posee un amplio abanico punitivo que va desde acusaciones leves, que por lo general terminan en multas o penas remitidas, a la utilización de instrumentos duros entre los que el comodín de la Ley Antiterrorista es una carta que pierde novedad y se hace frecuente en el tablero de juego. Para lxs que hemos asumido la cárcel como una posibilidad dentro de la lucha contra la dominación, vemos el actual contexto político proclive para que esta posibilidad sea más cercana para muchxs más, varixs son lxs que no saben si mañana estarán durmiendo en una celda y para quienes ya estamos dentro, por cuanto tiempo más estaremos en ellas. La situación por momentos se torna confusa al encontrarnos frente a una maquinaria avasalladora movida por sus paranoias y alucinaciones que, en definitiva, constituye una de sus tantas maneras de ejercer el dominio. La rapidez con que se han sucedido los diferentes golpes represivos alimenta esta confusión, más aún al ser las acusaciones sumamente “imaginativas” acompañado todo por la espectacularidad otorgada por los medios de comunicación del Poder. Quienes ejercen y sustentan la dominación jamás entenderán nuestras formas antiautoritarias, por lo que intentan amoldarnos a sus lógicas.
Como se ha podido ver, son heterogéneos los colectivos, espacios e individualidades golpeadas por la represión, los cuales presentan distancias y cercanías a la hora de entender el Estado y su función, y a su vez el cómo se enfrentan los embates del Poder, la prisión y de qué forma y con quienes establecer alianzas. Ante esto se dice que es preferible superar lo que nos distancia dándole prioridad a nuestros elementos comunes con el propósito de hacer frente a los golpes del Poder de manera eficaz, planteamiento que a todas luces privilegia la cuestión numérica antes que la determinación y voluntad, aspectos fundamentales para nosotrxs. Somos conscientes de la importancia de establecer alianzas, el asunto es con quién. La Historia ha dejado en claro las consecuencias nefastas que han significado para lxs anarquistas alianzas con grupos autoritarios y/o a favor de la política institucional, los que siempre se inclinarán por el Poder aplastando finalmente cualquier iniciativa libertaria. ¿Es que debemos agachar la cabeza y dejar pasar aspectos que para nosotrxs son indispensables? De ninguna manera.
El ceder en aspectos éticos importantes ha dado como resultado, entre muchas cosas, el ir cada vez más a remolque de movimientos izquierdistas, ciudadanos y demócratas con lo que nada tenemos que ver, ellos sostienen el Poder que nosotrxs intentamos eliminar de nuestras vidas. La confrontación es inevitable, es necesaria para el crecimiento político. ¿De qué forma nos diferenciamos de quienes defienden y refuerzan el actual sistema imperante? Con nuestros actos y su coherencia.
Ahora bien, si como anarquistas vemos inviable cualquier alianza o proyecto común con grupos o personas ligadas a la institucionalidad, de la misma manera pensamos que es imposible generar vínculos con quienes optan por estrategias para hacer frente a la represión que no compartimos en absoluto, ni deseamos avalar por ningún medio. En los periodos marcados por la represión, detenciones y cárcel, nuestras convicciones y su coherencia entran en juego, se tensionan de forma inevitable, pero no todo vale a la hora de evitar entrar en prisión e incluso salir de ella. Creemos que hay opciones que quiebran nuestra dignidad y en definitiva sepulta lo que somos y las ideas que defendemos. La petición de indulto representa una de esas opciones.
Como presxs anarquistas manifestamos que no somos ni seremos parte de movilizaciones o manifestaciones antirrepresivas con quienes opten por seguir la estrategia del indulto (sea o no parcial). No queremos caminar junto a ellxs por la mencionada diferencia insalvable, no queremos ser cómplices por omisión de una estrategia que para nosotrxs representa un punto de inflexión determinante. Y si finalmente las consecuencias de nuestras convicciones nos llevan a que encierren nuestros cuerpos por más años, lo seguiremos llevando con la cabeza alta y con la dignidad por delante.
Del Estado no queremos su perdón, sólo deseamos su destrucción.
Mónica Caballero y Francisco Solar
Junio de 2015
C.P. Villabona
(traducción al griego en obras)