Después de más de 30 años pasados en las celdas de los estados español y alemán parece que por fin se ve una luz al final del túnel para el compañero Gabriel Pombo da Silva. Extraditado de Alemania bajo una orden de detención europea emitida por el tribunal de Albacete por una condena de 3 años y 7 meses, a travès de la aplicación de las redenciones ordinarias, él acaba de cumplir esta pena. El 17 de mayo, el mismo tribunal de Albacete dictaminó una orden de puesta en libertad inmediata, y los días siguientes algunxs compañerxs fueron hasta la prisión para acogerlo a la salida. En vano, pues todavía se encuentra entre rejas.
La dirección de la prisión en la que él se encuentra (C. P. la Moraleja, Dueñas, provincia de Palencia), y distintas instancias judiciales, entre ellas el tribunal de Girona lanzaron rápidamente varios procedimientos dudosos para impedir su liberación. Estos tienen como fin prolongar su encierro por un tiempo indeterminado, a pesar de que hay varios recursos jurídicos en curso.
Que el estado, que hace la ley a su conveniencia sea el primero en pisotearla, es un clásico de todos los tiempos, digan lo que digan los defensores de la democracia.
Igualmente, no hay nada sorprendente en que sus esbirros estén dispuestos a utilizar todos los medios para aplastar a aquellas y aquellos que rechazan doblegarse frente a ellos.
En España, como en otros lados, el endurecimiento de leyes y códigos penales, las oleadas represivas contra lxs “subversivxs”, la amenaza “terrorista” esgrimida frenéticamente son destinados a meter todo el mundo en vereda y hacer aceptar, cueste lo que cueste, un sistema basado en la explotación y en la dominación. Meter y mantener en la cárcel aquellos y aquellas que, como Gabriel continúan contra viento y marea a expresar su rechazo a la autoridad y a la opresión, es a la vez una forma de secuestrarlos y una señal clara dirigida a aquellas y aquellos que de una manera u otra, arremeten contra este orden social.
A intervalos regulares, salen voces de la prisión para denunciar las condiciones carcelarias, la perpetuidad de facto, las exacciones de los verdugos, y a veces también el encierro en sí mismo. Si han contribuido a acabar momentáneamente con las luchas colectivas en el interior, la represión y las reestructuraciones carcelarias no han conseguido aplastar toda revuelta. Y en ocasiones esta revuelta ha encontrado ecos al exterior de los muros. Es esta difusión que rompe la atomización la que temen los poderosos, y es también contra ésta que el Estado y sus perros guardianes llevan adelante una guerra sucia a base de presiones físicas y psicológicas, a parte de las habituales maniobras judiciales y penitenciarias.
La situación del compañero anarquista Gabriel Pombo Da Silva demuestra claramente que él a día de hoy todavia se encuentra en el punto de mira de instituciones que quieren enterrarle en sus mazmorras por lo que él es, por lo qué piensa y por lo que él continúa expresado.
Una manera de responder a esta guerra llevada contra lxs insumisxs es la solidaridad.
A cada una/o le corresponde expresarla de la forma que considere adecuada.
Libertad para todas y todos. Liberación inmediata de Gabriel Pombo Da Silva
Anarquistas sin fronteras, 25 de mayo 2016