Buenos Aires, Argentina: Volante por la libertad de lxs presxs

JUSTICIEROS

Pedir justicia en esta sociedad policial, sólo es pedir cárcel. Es delegar el látigo, la tortura y la guillotina. Pedir juicio y castigo al Estado de turno, es pedirle a Dios que sea fuego consumidor con los pecadores. Es pedirle al juez que ordene reprimir, y después pedirle justicia por el asesinato de un protestante a quién la policía misma(o cualquier fuerza), reprimió por esa orden del juez. Es una total hipocresía y una infamia. Un presidente, un político, un religioso, un patrón, un empresario, un capitalista, un juez, un policía, un carcelero, un trabajador conformista o aspirante al poder, no atacarán jamás su trabajo, lo defenderán y justificarán. Creer esto, sólo refleja el buen trabajo que hizo el sistema para domesticar, sumir y conformar a sus creyentes. La ley y el orden son inventados y sostenida por justificadores de los privilegios del capital, del Estado y la Religión que nos oprime día a día. El justiciero quiere venganza por el robo a su propiedad, por la humillación y el pensar distinto a su religión, por no respetar su poder, por rebelarse contra su autoridad, por no adaptarse al sistema terrenal y divino. El ciudadano desesperado por justicia reclama, que al tener sus impuestos pagos al día, es dueño de las fuerzas de seguridad, las cuáles, le merecen respeto e inmediata reacción contra quien viole su propiedad o atente contra su vida o la de alguien que les interese. Piensan siempre (como buenos patrones) que ellos serían mejores vengadores y harían mejor el trabajo sucio, que sus inútiles empleados pagados por sus impuestos. Y de no conseguir esto, se siente usados y frustrados. Pero a pesar de todo, siguen confiando en la ley y esperanzados en que algún día habrá justicia terrenal o divina.

El Juez: el verdugo, el ejecutor de la ley, el corrector de conductas antisociales, el rey de la pena y la condena. No existe un buen juez, son todos criminales legales. Es el dedo de Dios. El fusil de la patria. El carcelero de la propiedad privada. El defensor y representante del poder. El poder. En un Juicio laboral, maneja el azote salarial. En un juicio por el robo a la propiedad, maneja el azote carcelario. En un Juicio Religioso, maneja la lapidación moral. En un juicio de lesa humanidad, él siempre es y será, el más inhumano. La respuesta sería muy sencilla, si se comprendieran las raíces del problema. Si se mirará con ojos y mente abierta a la naturaleza, a la naturaleza de las cosas y la de humanidad, de la cuál, también forma parte. Los árboles tienen raíces como toda la humanidad. Los incendios causados intencionalmente o por un rayo, han arrasado, quemando hectáreas y hectáreas de bosque. Lo mismo que la autoridad a hecho en la humanidad, a lo largo de la historia. Pero si las raíces de vida, siguen intactas por dentro de esos árboles, la vida vuelve a desarrollarse nuevamente. La autoridad puede ser quemada, incendiada, arrasada, pero si sigue existiendo su raíz autoritaria, solo será sustituida continuamente y habrá sido en vano tanta destrucción. Igualmente comparar a un árbol con una persona en ésta sociedad, sería injusto para el árbol. Puesto que ellos, siempre continuaron con su propósito solidario y fraterno en el paso por la vida. La humanidad no. Está fue absorbida por el poder, la autoridad, la desigualdad, la ambición, el control, la indiferencia. Los árboles crecen según el clima donde su semilla alla sido esparcida por el viento, por eso no tienen fronteras. Pero el humano cree que fue plantado intencionalmente por un ser perfecto, superior y con el único propósito de servirlo y adorarlo. Dividiéndolos por razas, géneros y líneas imaginarias. Los árboles bailan con el viento, se alimentan del sol y la lluvia. El humano los combate, les teme y utiliza como ganancia. Los árboles convierten el dióxido de carbono y la energía del sol en oxigeno, esa es su riqueza, brindar aire puro a otros habitantes que los rodean. El humano se siente dueño de todo lo que lo rodea, y por eso, sólo por beneficio propio, comparte un poco su riqueza. El bosque crea una vasta fuente inagotable de flora y fauna, de ilimitadas posibilidades de vida, de múltiples especies, de protección contra los embates climáticos. Las sociedades actuales son una competencia constante, una explotación, sumisión, egoísmo y devastación contaminante, de todo el que habite en ellas. . Justamente por esto, no puedo ser partícipe de ésta injusticia. No puedo, porque soy consciente del origen de esa injusticia, a la cuál ellos llaman justicia. Yo prefiero ser partícipe de la revolución social, que destruya y ajusticie al poder de raíz, la autoridad (humana y divina) y las leyes que la justifican, junto a sus sicarios defensores. Conozco la raíz de tanta agonía y por eso comprendo toda acción directa contra la autoridad en la sociedad actual, sea individual, grupal o colectiva. Porque sé que sólo así, habrá verdadera justicia para la humanidad y para el mundo que habita.

Por Libertad a Todxs lxs Presxs.
Por la destrucción de todas las Cárceles.
Por la Anarquía.

20-12-2017