Es difícil para nosotras, la mayoría oprimida del planeta, que seamos capaces de parar el colapso que viene, cuya presentación y desarrollo ni tan siquiera nos atrevemos a aventurar. Sin embargo no cabe la mansedumbre del “nada se puede hacer”. Ser conscientes individualmente del problema supone reducir nuestro consumo en petróleo y todos sus derivados, en carne, en viajes en avión, en ropa, etc., etc.. Afrontarlo individualmente nos encamina hacia el “vivir más y mejor con menos” transformando nuestro modelo de vida vigente hasta ahora. Esta deriva en nuestra cotidianidad individual es, a día de hoy, necesaria pero insuficiente, pues la crisis climática es estructural, radicalmente política. Ser consecuentes con que lo qué está en juego supone, además, enfrentarnos y luchar contra un sistema social, el capitalista y los estados bajo los que vivimos, que hacen a la humanidad en su conjunto ser un cáncer para la vida en la Tierra.
Nuestra labor como anarquistas va dirigida a extender, por un lado, entre la población del planeta la idea de que hay que producir/consumir solo bienes que satisfagan las necesidades básicas de la mayoría, respetando el equilibro con los ecosistemas; en otras palabras impulsar la concienciación sobre la emergencia en la que vamos a vivir a corto plazo. Este respeto a la biodiversidad planetaria, a la casa en la que vivimos, nos hace manifestar, por otro lado, que la vida que merece la pena ser vivida solamente podremos alcanzarla cuando nos enfrentemos al sistema de producción capitalista (¡si hasta quieren comprar Groenlandia para extraer sus minerales!, ¡si están quemando la Amazonia en busca de pastos que alimente la carne que consumimos!, ¡si están viendo negocio inmobiliario en el deshiele del permafrost siberiano!, etc., etc.) , responsable último de un desastre ecológico que parece imparable. Los Estados y los organismos internacionales, ahora mismo, en sus agendas públicas, plantean soluciones parciales y técnicas del llamado capitalismo verde (que no deja de ser una nueva oportunidad de negocio). Estas falsas soluciones emanadas de los parlamentos estatales e internacionales ¡no son más que parches que no inciden en las causas reales del problema!.
Presumiblemente, sin embago, en la agenda oculta de las más altas instituciones capitalistas está el aplicar el ecofascismo como herramienta de equilibrio ecológico de los seres humanos sobrantes (barbarie que ya se manifiesta en los desplazamientos poblacionales hacia el norte rico de hambrientos refugiados medioambientales).
Es necesario prepararnos para el post-colapso medioambiental que viene organizándonos en comunidades basadas en la autosuficiencia desmercantilizada, sin clases sociales ni propiedad privada, autoorganizadas sin tutelas estatales en base a la libertad, al apoyo mutuo y al cuidado desfeminizados y a la solidaridad.
La batalla es ahora, ¡la hora de salir a la calle!. Hacemos un llamamiento a la movilización del 27 de septiembre en Madrid, la HUELGA MUNDIAL POR EL CLIMA.
¡LUCHAR CONTRA EL CALENTAMIENTO GLOBAL ES LUCHAR CONTRA LA BARBARIE CAPITALISTA Y DEL ESTADO!.
RESISTIR EL ECOFASCISMO ES ORGANIZARNOS POR LA LIBERTAD, EL APOYO MUTUO Y LA SOLIDARIDAD.
FEDERACIÓN LIBERTARIA DE MADRID