Traducción, imágenes y videos recibidos el 16/09/2020
Brenner-Alpes, 7-de mayo de 2016: alrededor de700 manifestantes se congregaron en el Brennero para-manifestarse en contra de la fortaleza europea y los controles fronterizos. La manifestacion termino en fuertes enfrentamientos.
Brenner-Alpes, 7-de mayo de 2016: el-hombre en silla de ruedas intenta detener la linea de la policia.
Declaración ante el tribunal de Bolzano
Todos los días el sistema de las fronteras aplasta a miles de personas. Aquello que está sucediendo entre Siria y Turquía, entre Turquía y Grecia, en el archipiélago del Egeo, en la frontera entre Bosnia y Croacia, en los campos de detención de Libia, en el Mediterráneo confirma que los muros y la caza de los pobres son el rostro del nuestro presente. Mientras las mercancías viajan libremente de una parte a otra del planeta, los seres humanos son despiadadamente divididos entre los que pueden cruzar las fronteras y los que no: entre los sumergidos y los salvados, para citar las palabras de Primo Levi. Prima un orden económico – devastador en su lógica de guerra y cada vez más saqueador de materias primas, ecosistemas y autosuficiencia alimentaria – establece las condiciones por las cuales millones de mujeres y hombres se ven obligados a abandonar las tierras en las que nacieron y se criaron; luego, un gigantesco aparato de alambre de púas, vigilancia electrónica y campos de concentración empuja a esta «humanidad de desperdicio» a una terrible carrera de obstáculos; quien sobrevive a la selección deben entonces estar tan agotados y temerosos como para aceptar cualquier condición de vida y de trabajo en los países a los que llegan. Y es precisamente por esto, finalmente, puede ser señalado por el racismo institucional y social como un chivo expiatorio al que investir de cualquier culpa.
Cuando, a finales de 2015, el Estado austriaco declaró su intención de construir una barrera antiinmigrantes en el paso del Brennero, las quejas de las instituciones italianas se referían única y exclusivamente a las repercusiones negativas que ese muro habría tenido en el tránsito de las mercancías. Como emblema de un pasado que no pasa, la rueda de prensa sobre el proyecto de la barrera fue realizada directamente por la policía austriaca y el conjunto se presentó como una mera «solución técnica» de gestión de la frontera. La expresión de por sí – «solución técnica» – debería haber hecho hervir la sangre.
Mientras se realizaba el baile de las declaraciones cruzadas entre los gobiernos de Austria e Italia, los controles policiales en los trenes OBB ya se estaban llevando a cabo en territorio Italiano y la «solución técnica» se trasladaba más al sur. Durante meses cualquiera que no tuviera la cara blanca ni siquiera podía subirse a esos trenes, tanto en Bolzano como en Verona. El sistema de fronteras, de otra forma, es un dispositivo móvil, todo uno con las redadas de la policia y con los centros de detención administrativa. (Y debería hacer bien reflejar el hecho de que la misma «solución técnica» se adoptó meses antes para controlar y rechazar los positivos de Covid-19 entre los conductores y pasajeros que se dirigían a Austria: los potenciales «infectados», esta vez, éramos nosotrxs).
Por todas estas razones, algunx ha bloqueado trenes OBB varias veces; por esto, en los meses previos a la manifestación del 7 de mayo de 2016, se ha insistido por muchos lados sobre el concepto «si no pasan las personas, la mercancía no pasa»; por esto los discursos sobre cómo hacer fracasar la gestión de esa abominación llamada «solución técnica».
Aquello que los fiscales han presentado como una especie de plan urdido por algún «jefe» y ejecutado por muchxs «seguidorxs», era simplemente el sentimiento que a aquella injusticia se necesitaba reaccionar. Los «honestos ciudadanos» que hoy no quieren distinguir aquello que es legal de lo que es justo, – que se duermen, es decir, en esa obediencia contra la cual advierten las palabras de Hannah Arendt («Nadie tiene derecho a obedecer») que con gran hipocresía, las instituciones han hecho colocar delante de este tribunal – recuerdan de cerca aquellos que se giraban para otro lado cuando en este país se deportaban a los judíos y se fusilaban a los partisanos.
Y ahora entramos en el mérito del proceso. El delito de «devastación y saqueo» – en cuanto tal y más aún por como ha sido interpretado por los fiscales – deriva directamente del código fascista de 1930. Ya había aparecido en el 1859 con el artículo 157 del código del Reino de Cerdeña en el 1889 con el artículo 252 del código Zanardelli. No solo, en esos casos, se hacía explicito referimiento a la guerra civil y a la masacre, sino que las penas previstas oscilaban entre los 3 y los 15 años. Con el código fascista, sin embargo, desaparece esa cosita llamada guerra civil, mientras que la pena base prevista por el artículo 419 comienza a partir de 8 años. Luego ha llegado la «democracia nacida de la Resistencia», se dirá. En efecto. El artículo sigue siendo el 419 y las penas previstas son las mismas. Ahora bien, como de esta manera se alcanza el absurdo jurídico por el cual, frente a él, se arriesga decididamente menos con la acusación de participación a una «insurrección armada contra los poderes del Estado», aquello definido por el artículo 419 se ha quedado por largo tiempo un así llamado delito latente. Uno de los pocos casos en los que se ha aplicado desde el 1945 hasta finales de los noventa (del siglo pasado) han sido los levantamientos insurreccionales que estallaron en el 1948 tras el atentado a Togliatti (jefe del partido comunista), levantamientos durante los cuales en algunas ciudades los partisanos tomaron las calles con las ametralladoras… Hoy el umbral de la disidencia aceptada se está bajando por lo cual se intenta aplicar – y en algunos casos incluso se ha logrado – el delito de «devastación y saqueo» a manifestaciones por las cuales es incluso grotesco hablar de «destrucción de gran alcance». Y así llegamos a la petición, formulada en esta sala hace unos meses como si fuera una normal lista de la compra, de 338 años de prisión. El todo de frente a una indemnización de daños solicitada por el Ministerio del Interior de 8 mil euros… Dejamos pues a los abogados la cuestión – en realidad mucho más política que «técnica» – de la forma tan desenvuelta con la cual se contesta a decenas de personas el delito de concurso material y moral en resistencia y daños en virtud de la simple presencia en esa manifestación.
Como emerge de los panfletos y de los otros materiales citados, e incluso de los videos que han sido obsesivamente mostrados en las pasadas audiencias, la intención de esa manifestación era bloquear las líneas de comunicación; de hecho, la manifestación fue cargada por la policía y carabineros justo cuando se desviaba hacia las vías. «Si algunos no pueden cruzar la frontera, entonces no pasa nada ni nadie»: ciertos conceptos éticos a veces necesitan de una generosa demostración práctica.
Las fronteras matan. Por ahogamiento, por congelación, por incidentes en los senderos de montaña o en las vías férreas. O sino directamente, con el plomo de la policía, como ha sucedido en Grecia gracias a la legitimización de facto por parte de la Unión Europea. De todo esto no queremos ser cómplices.
A cada uno lo suyo. Por cuanto nos respecta, el sentido y el espíritu de aquel 7 de mayo nos lo reivindicamos con la cabeza en alto. Como señal de rabia contra las miles de formas del racismo de Estado. Como expresión de solidaridad en el confronto de una humanidad perseguida. Y como gesto de apoyo. Hacia lxs jornalerxs en luchan en el sur de Italia, hacia las mujeres inmigrantes que se rebelan a la trata, hacia lxs internadxs en rebelión en los lager de la democracia. Hacia aquellxs, que en cualquier parte del mundo, no rehúyen ni transigen, porque aman la libertad de todas y de todos hasta el punto de jugarse la propia.
No nos hacemos pasar por víctimas de la represión. Somos conscientes de aquello que comporta nuestra posición al lado de los damnados de esta tierra y contra los planes del poder.
Que el tiempo de la sumisión se pare.
Bolzano, 11 de septiembre de 2020
Agnese Trentin, Roberto Bottamedi, Massimo Passamani, Luca Dolce, Giulio Berdusco, Carlo Casucci, Giulia Perlotto, Christos Tasioulas, Francesco Cianci, Andrea Parolari, Mattia Magagna, Sirio Manfrini, Luca Rassu, Roberto Bonadeo, Marco Desogus, Gianluca Franceschetto, Gregoire Paupin, Claudio Risitano, Guido Paoletti, Daniele Quaranta