[Estado Italiano] Sobre el camino teórico-práctico del compañero anarquista Alfredo Bonanno

Traducción recibida el 07/01/2024:

Recibimos y publicamos esta contribución: ¿cómo llamarla? «ni una fría biografía ni un pésimo resumen del pensamiento de Alfredo» – sobre el camino teórico-práctico de Alfredo Bonanno. Pensado y escrito para el contexto americano y para aquello griego (de ahí los «granos de historia italiana» que contiene), el texto mantiene también su interés en nuestras latitudes, sobre todo para aquellos compañeros jóvenes que rechazan este «clima de aplanamiento y de uniformidad, de piedosa aceptación y de agonía cambiada por respiración y latidos del corazón».

Una vida ilógica
La única manera de conocer la muerte es amar la vida.
A.M. Bonanno

La alegría no necesita justificación.
E.M. Cioran

El 6 de diciembre del 2023, Alfredo María Bonanno ha fallecido en su casa de Trieste. Nacido en Catania, en Sicilia, en el 1937, ha sido un compañero anarquista, filósofo y ladrón, teórico y agitador, editor, traductor y escritor infatigable. Entre sus estudios, además de los clásicos del anarquismo, Hegel, Nietzsche, Stirner, pero también Baudelaire, Paul-Henry Thiry d’Holbach y Maquiavelo.

Con todas nuestras limitaciones, en este artículo intentaremos hacer, de paso, un intento parcial de explicar su figura, su historia.

A finales de los años sesenta, como todo el mundo, también Italia se vio afectada por una agitación libertaria que sacude todos los rincones de la sociedad. El «partido comunista más grande de Occidente» comenzaba a transformarse en un «partido del Estado dentro de la clase obrera» intentando recuperar a traves del sindicato las formas de autoorganización autónoma de las luchas obreras. Empieza la estrategia del «compromiso histórico» con la Demócracia Cristiana, partido mafioso y corrupto en el poder desde hace treinta años; de ahí la «política de sacrificios y de la austeridad», o sea la sistemática concertación subordinada a la patronal. Quien no se alienaba con el paradigma institucional sería posteriormente marginado, criminalizado y reprimido. Para dar sólo algunas cifras: serán alrededor de cuatro mil personas los investigados y los condenados por «banda armada», «asociación subversiva» o en todo caso «hechos vinculados a intentos de subversión del orden constitucional»; más de veinte mil personas las personas denunciadas; para el Ministerio del Interior aquellos del «área social subversiva» ascendían a más de cien mil.

Alfredo comenza su militancia ya en los años 1960 en las filas del movimiento anarquista siciliano y, después de haber trabajado durante unos diez años como empleado bancario y más tarde incluso como dirigente industrial, toma parte en las luchas de esos años. En ese momento histórico, dentro de un contexto social de fuertes reivindicaciones salariales, de luchas obreras y por los derechos sociales, se desarrolló una excepcional efervescencia proletaria, una insubordinación generalizada, que dio origen a una revuelta que por dimensiones, profundidad social, extensión temporal y geográfica, habría hecho la onda revolucionaria más significativa de la Europa occidental desde el 1945 hasta hoy.

La respuesta del Poder no se hizo esperar. Primero con los intentos de golpe fascistas apoyados por algunos aparatos de los servicios secretos y organizaciones paramilitares como la Gladio, luego con el uso sistemático del terrorismo de Estado con el asesinato del anarquista Pinelli arrojado desde la ventana de una comisaría, las bombas en la plaza Fontana de Milán, aquellas de Brescia y de la estación de Bolonia.

Al funeral de Pinelli [1] asistieron unos centenares de personas, entre los cuales personalidades de una cierta autoridad intelectual como Vittorio Sereni, Franco Fortini, Marco Forti, Giovanni Ramponi, Giorgio Cesarano, Luigi Manconi, así como asistentes de la Universidad Católica de Milán, así como muchos anarquistas entre los cuales el propio Bonanno. Este último publicó, en el 1998, un opusculo titulado Yo sé quién ha matado al comisario Calabresi, en referencia al asesinato en el 1972 del comisario de policía al que gran parte del movimiento anarquista y revolucionario culpaba como autor de la defenestración de Pinelli. Pues bien, en este escrito se sostiene que en el funeral de Pinelli surgió una idea de justicia que antes no existía, un deseo compartido de venganza. Además, la falta de reivindicaciones, la ausencia de siglas que reivindicaran este acto, hizo que aquella acción anónima y vengativa fuera inteligible y clarísima para todos.

En esta época, Italia vive, por un lado, un supuesto «boom económico», para algunos sectores de la clase media y la burguesía, y, por otro lado, «crisis» económicas y fuertes temblores sociales. Es en esta coyuntura histórica que Alfredo funda las «Edizioni Anarchismo» y participa en el debate escribiendo en periódicos como «Sinistra Libertaria» y creando la revista «Anarchismo» (1975-1994).

A lo largo de la década de los años setenta del siglo pasado el debate dentro de las organizaciones de la izquierda extraparlamentaria se centró no tanto en el uso o no de la violencia revolucionaria, sino más bien en cómo y cuándo usarla. Desde las huelgas salvajes a las asambleas de fábrica y de barrio, desde las manifestaciones masivas a la autoreducción de las facturas, desde las expropiaciones proletarias a los sabotajes, se desarrollaba un variado panorama compuesto por estudiantes y trabajadores, desempleados y «marginados» y, entre ellos, un movimiento compuesto por comunistas heréticos e indios metropolitanos, Comontistas [2] y consejistas, situacionistas y autónomos. Además de las Brigadas Rojas, que llevaban adelante la toma del poder y el «ataque al corazón del Estado», existía un archipiélago de siglas (más de seiscientas aquellas utilizadas) que practicaban formas de guerrilla metropolitana. Si el rol de los anarquistas en esta fase histórica, salvo alguna escasa excepción, resultaba más bien marginal, con un antiguo movimiento anarquista de sintésis, se afianzó cada vez más aquello del anarquismo de acción directa, es decir, la experiencia de los grupos de afinidad y de los núcleos autónomos; Experiencias similares también aparecieron en España, Inglaterra y Francia. Fuera y contra la burocracia de todo color, los jóvenes rebeldes intentaron combinar la crítica de la vida cotidiana con la subversión de los roles sociales impuestos.

En este escenario de autonomía proletaria y de «bombas, sangre y capital», por utilizar la expresión de un texto de aquellos años, el anarquismo de Bonanno entrará en polémica tanto con las organizaciones neoleninistas, estalinistas y autoritarias, como con la Federación anarquista tradicional. Asimismo, desde la misma pluma se esbozará una crítica del especialismo, del vanguardismo y del militarismo. Entre las «disputas» de este período, significativa es aquella entre el periódico «Insurrezione», la revista «Anarchismo» y el grupo armado «Azione Rivoluzionaria». Esta última fue, de hecho, una experiencia de lucha armada libertaria a la cual venia rimproverado una serie de contradicciones, entre las cuales « […] aquella relativa a la función de la organización armada que se persiste en el verse como función «guía», como función «primaria». En el confronto del trabajo de masas, en la realidad de la producción y de la explotación; cuando en cambio hubiera sido más exacto hablar de indispensabilidad de la organización armada específica y de la contemporánea importancia de la expansión del trabajo de masas, sin que una cosa esté subordinado a la otra o viceversa» (Contribuciones a la crítica armada libertaria, Edizioni Anarchismo).

En 1977 la radicalización y la generalización del conflicto de clases se agudizó aún más y Alfredo publicó La Gioia Armata, un folleto escrito precisamente porque « […] parecía pues imprescindible evitar que el gran número de acciones que se llevaban a cabo diariamente sobre el territorio por los compañeros, acciones de ataque contra hombres y estructuras del dominio y del capital no vendrían canalizadas hacia la lógica dirigista de un partido armado, como las Brigadas Rojas en Italia, sólo para dar un ejemplo.

El espíritu del libro está todo aquí. Hace ver cómo desde una practica cotidiana de liberación, y de destrucción, pueda venir fuera una lógica alegre de lucha y no un método mortal y esquemático de rigidez dentro de los cánones establecidos por un grupo dirigente.» Recordamos que este libro « [… ] ha sido condenado a la destrucción en Italia. Una sentencia del tribunal supremo italiano lo ha destinado a la hoguera. […] Por haber escrito este libro, he sido condenado a un año y medio de prisión.»

Pero es en el 1978 cuando se produce un verdadero escándalo en el mundo intelectual; sale con las Edizioni Anarchismo mi testamento político, escrito por Jean-Paul Sartre, pero en realidad se trata de un texto de 40 páginas de Joseph Déjacque, un anarquista fallecido en París en 1864.

A principios de los años 1980 empieza una importante fase de reestructuración, gracias a la telemática, del Estado y del capital y, en pleno período «emergencial», la contrarrevolución despliega todas sus fuerzas en un momento de fuerte reflujo del movimiento revolucionario y antagonista. La creación de prisiones especiales y las leyes sobre disociación y arrepentimiento abren un debate sobre la cuestión de la prisionia política italiana. Alfredo publica en el 1984 Y nosotros estaremos siempre listos a apoderarnos una vez mas del cielo; un libro contra la amnistía y contra la «rendición» ventiladas por algunos militantes comunistas. Se vislumbra ahora el fin de la centralidad obreras y del Partido y se relanza, con la práctica del sabotaje generalizado y el ataque anónimo y pulverizado en el territorio, la hipótesis armada. Desde Londres Alfredo escribe La revolución ilógica, donde se destaca la polarización de la realidad, la importancia de la intervención en las luchas intermedias, de la organización informal y del proyecto insurreccional. A principios de los años ochenta, siempre en Inglaterra, esta presente durante la revuelta de Brixton.

Toma cada vez más pie la insuficiencia de una cierta visión ochocentesca de la insurrección anarquista, aquella imaginada con las banderas rojas y negras sobre las barricadas: se observan las revueltas irracionales que caracterizan a las sociedades capitalistas.

Mientras tanto, se experimentan los «núcleos autónomos de base» dentro de las luchas reivindicativas, específicas, y se habla de los «puentes» entre el movimiento específico (los compañeros) y el movimiento real (la realidad de los excluidos en lucha). Así que se participa en las luchas de los ferroviarios del compartimento de Turín, se da vida a la Coordinación de las Ligas Autogestionadas contra la base de misiles de Comiso en el 1987 y se participa en las luchas contra el nuclear y en las manifestaciones antimilitaristas con precisos objetivos de ataque.

Nace la revista Provocazione (1987-1991) y Bonanno es detenido con otro compañero por un atraco en una joyería de Bérgamo en el 1989. Hablando de acciones generalizadas y descentralizadas, va recordado que en Italia, desde finales de 1977 a 1989, se derribaron 1200 torres electricas.

Estos son también los años en los que el anarquista siciliano describe la condición de los jóvenes en una sociedad postindustrial y la división entre los excluidos y los incluidos:

«Hace algún tiempo he propuesto una distinción basada en estos dos conceptos. Por un lado, los «incluidos», encerrados en su castillo teutónico, poseedores de la nueva tecnología y, sólo por eso, dominadores; por el otro, los «excluidos», destinados a un uso pasivo de la tecnología, desposeídos de algo que no será nunca más su arma de «trabajo» y, precisamente por eso, dominados.

He explicado, me parece de forma exhaustiva, que esta distinción se adapta suficientemente (sin dejar de ser un modelo de razonamiento) a la realidad postindustrial. La tecnología actual es la «riqueza», mucho más allá del simple «capital financiero», que seguirá disminuyendo cada vez más. Esta tecnología no podrá ser compartida por todos. La mayoría (los excluidos) sólo estarán habilitados para un uso pasivo y no entenderán nada más allá del simple presionar algún botón. Los menos (los incluidos) desarrollarán las investigaciones y gestionarán el poder a través de una posesión a ellos exclusiva» (Los jóvenes en una sociedad postindustrial, «Anarquismo», 1988).

Llegan los años ’90 y continúa la descentralización de las estructuras productivas, la flexibilidad y la precariedad. El anarquismo es cada vez más considerado como una tensión ética individual que debe hacer las cuentas con una realidad cambiante y con un Dominio generalizado sobre el territorio, descentralizado. Alfredo intenta explicar este cambiamento de la «nueva» democracia, la transición de la primera a la segunda República, con La tensión anárquica, un libro extraído de una conferencia en un instituto de Cuneo en el 1995. También se organizan conferencias en las universidades griegas donde habla de «Dominación y revuelta». Son los años del semanario «Canenero», un periódico escrito en Florencia por Alfredo y otras varias individualidades, pero también del llamado «Proceso Marini» del 1996, del nombre del magistrado que investiga por una «banda armada» denominada ORAI (Organización Revolucionaria Anarquista Insurreccional), inventada por los investigadores y que tendría a Bonanno a la cabeza. Sesenta y ocho anarquistas vienen acusados ​​de atracos, secuestros, asesinatos, posesión de armas y diversos ataques a las estructuras del poder. Alfredo hara una defensa en el juicio de Roma, los anarquistas hablarán de un «montaje» y lanzarán una campaña por la liberación de los investigados y en «Canenero» se escribirá: «La insurrección tiene deseos y razones que ninguna lógica militar podrá jamás comprender» («CaneNero», semanal anarquista – 20 de diciembre de 1996 – número 43). En cualquier caso, entre duras condenas y muchas absoluciones, el teorema (la existencia de una «banda armada» con líderes, escondites, etc.) no pasa.

En la conferencia de Velletri, en diciembre del 2000, tomó forma, aunque si el proyecto verdadero y propio no despego nunca, la idea de «pensar a una serie de relaciones estables entre compañeros dentro de la cuenca del mediterráneo […]», de ahí el intento de meter en pie «una organización informal que reúna a compañeros y grupos antiautoritarios»: precisamente, la IAI (la Internacional Antiautoritaria Insurreccionalista).

Los veinte años transcurridos en este nuevo siglo verán, de todas formas, a un Alfredo todavía activo y propagandista, siempre ocupado publicando sus textos y siempre de viaje por Italia y el extranjero. Se imprime El Tratado de la inutilidad, libro que ha ocupado muchos años de su vida, así como las revistas «Senza Titolo» (2009) y «Negazine» (2017).

Arrestado en Trikala en el 2009 por un atraco a un banco con otro compañero griego, Alfredo recibirá una gran solidaridad internacional.

Partiendo de una «teoría del individuo», Bonanno ha buscado de superar, gracias al concepto nicciano (Nietzsche, n.d.t.) de «superación», el «falso problema del individualismo y del comunismo». Según admitió él mismo, nunca ha sido un nihilista sino más bien un comunista anarquista en la plena continuación de la tradición de Bakunin, Kropotkin y Malatesta. A la cara de cualquier intelectualismo especialistico, académico, a pesar de una escritura no siempre simple y frente a un pensamiento teórico profundo, denso y articulado, muchas de sus lúcidas críticas y consideraciones han dado una enorme contribución al movimiento anarquista a nivel internacional.

Por lo demás, hay que decir que sus análisis desarrolladas a lo largo de los años sobre «los nuevos puntos de inflexión del capitalismo», las «transformaciones en el mundo del trabajo y de la escuela», la «pérdida del lenguaje», la «miseria de la cultura», la represión y el control social», lamentablemente los vemos materializados en los acontecimientos sociales de hoy.

Sin embargo, creemos que se debe hacer un paréntesis sobre su ser internacionalista. Respeto el actual contexto internacional de guerra imperialista que estamos viviendo hoy (enfrentamiento USA.-UE-OTAN y Rusia), o más en general en esta fase de nacionalismos (hoy repintados en clave soberanista), fundamentalismo religioso y racismo de Estado, reportamos precisamente la posición publicada en 1989 sobre «Provocación» (n. 19) en merito a la «cuestión palestina»:

«[…] Es necesario, por tanto, estar en contra tanto del Estado de Israel que del Estado palestino, por cuanto la lucha contra el primero, que existe y es operativo, se pone en términos prácticos, mientras que contra el segundo, que sólo es in nuce [1989], se pone en términos políticos.

Necesitamos apoyar el establecimiento de una federación de comunidades de trabajadores, palestinos e israelíes, libres de federarse como quieran, de establecer sus propios programas y de tomar decisiones organizativas y de producción, al margen de la peliaguda interferencia de los grandes Estados y, en particular, de los Estados Unidos.
Es necesaria una colaboración práctica y ideal, productiva y cultural entre el pueblo palestino y aquello israelí, para poner fin a un conflicto nacional y racial que no tiene razón de existir en cuanto en aquellas tierras, hay sitio para todos los dos pueblos, preservando y superando las diferencias de raza, cultura, religión y tradiciones.

Necesitamos estar junto al pueblo palestino, pero también junto al pueblo israelí, especialmente los sectores más desheredados y miserables de los dos pueblos que son llevados a la masacre mutua por una política internacional de grandes intereses y explotación».

En este sentido, Alfredo tenía muy cerca de su corazón la causa de la liberación palestina, habiendo participado en la lucha directamente sobre el campo y habiendo sufrido torturas por parte del Mossad.

Ha tenido mucho coraje (en el sentido etimológico del término; cor, agis = actuar con el corazón), en este sentido, Alfredo, poniendo en juego toda su vida, consumiéndola con ardor -lentamente pero continuamente, como quema la vela de la cual nos habla Max Stirner – contra el abuso de poder y la dignidad ofendida, contra el fraude ideológico y toda la entera organización científica de este orden mortal. La vida ilógica de Alfredo está toda aquí; en el haber creado una fractura en el interior de la lógica racional y del mundo burgués, en el haber dado vuelta el orden del discurso: «Toda la máquina de la tradición cultural de Occidente es una máquina de muerte, una negación de la realidad, un reino de lo ficticio que ha acumulado todo tipo de atrocidades y de abusos, de explotaciones y de genocidios. Si el rechazo de esta lógica de la producción, es condenado como lucura, es necesario explicar la diferencia entre locura y locura».

Frente a nosotros tenemos la fría y monstruosa realidad pero también la convicción obstinada y revolucionaria, pero absolutamente no determinista, que « […] estamos seguros de que cada singular momento de nuestra vida, incluso el más mínimo soplo de esperanza, el simple sonrojo repentino por una sensación placentera de la que ya no nos creíamos capaces, estamos seguros de que todo esto no se puede perder y que el mundo del futuro se construirá precisamente sobre estos materiales, que no se pueden acumular, que no se pueden cuantificar, productivos de aperturas ni siquiera pensables » (Sin una razón).

Hoy, de hecho, las cuestiones éticas y metodológicas planteadas en el pasado siguen todavía abiertas: frente a la guerra y a la «Cuarta Revolución Industrial», frente a la barbarie y a la violenta «Transición» en curso, entre drones y la inteligencia artificial, la explotación algorítmica y el dominio digital, ¿cómo podemos bloquear la construcción de este tecno-hombre desrealizado y atomizado del siglo XXI?

«Un clima de aplanamiento y estandarización, de piedosa aceptación y de agonía descambiada por respiración y latidos del corazón. Nosotros rechazamos la pertenencia vital de esta muerte sustancial y es por esto que queremos ir más allá, por esto queremos afirmar la alegría como visión de la vida y no como un miserable atrincheramiento defensivo», escribe la revista «Negazine» en el 2017.

Por tanto, para concluir, lejos de querer reproducir modelos servilmente, a evitar cualquier intento de mitificación, Alfredo ha vivido una vida contradictoria, ilógica, como es la de todos nosotros, inmersos en una realidad que es a su vez ilógica, si se mira con atención.

Una vida atenazada por las pulsiones de muerte y por la voluntad de potencia, afligida por las heridas de los golpes recibidos y enriquecida por los arrebatos de amor desinteresado.

Entonces, si por un lado Alfredo ha sido simplemente un compañero entre otros y como muchos otros, durante la larga historia de la lucha contra la opresión, por el otro ha llevado a las extremas consecuencias su discurso y sus prácticas. Un ejemplo de coherencia, una espina clavada en la parte de la moral, un «loco Don Quijote» para muchas personas bienpensantes y pusilánimes, que ha pagado con años de prisión y represión. Eclipsando la cuestión: «Yo no soy un hombre, soy dinamita», habría dicho Nietzsche.

En el fondo, debemos continuar a desear, a jugar, a odiar a los enemigos de siempre y a amar la vida.
Porque, por otra parte, solamente la autoorganización de los procesos sociales y la pasión revolucionaria en el medio de su desencadenamiento siguen siendo un punto fundamental para una verdadera… revolución ilógica.​

Simone LeMarteu y Nada Lestricón
TecnoMondo, diciembre del 2023

*Nota. Para ser sinceros, no queríamos correr el riesgo de hacer ni una fría biografía ni un pesimo resumen del pensamiento de Alfredo. Pero aun así nos hemos asumido la responsabilidad de poder caer en este peligro, quizás no pudiendo evitarlo por completo.

Hemos citado sólo los textos que para nosotros son más significativos respecto a la masa de libros, notas, anotaciones y conferencias. Como recordaba el propio Alfredo, «además de mis dos tesis como era costumbre en la época, he escrito para otros, desde el 1969 al 1997, cerca de 150 tesis (de laurea, n.d.t). Porque si es verdad que Alfredo, rechazando cátedras y saber académico, nos ha hablado varias veces de la importancia de la cultura, también nos ha advertido diciéndonos siempre que «de las bibliotecas salen los masacradores».

Fuente:
//ilrovescio.info/2024/01/05/16229/

Notas:
[1] Video: el funeral del anarquista Pinelli
//www.youtube.com/watch?v=zhIQj2ReAGM
//www.youtube.com/watch?v=gloCmwbTpzk

[2] Es la primavera del 1971. Un grupo di venteañeros de buena familia y de buenas lecturas deja Turin para establecerse en Ponte en Egola, Toscana, en una casa abandonada. La idea es aquella de romper con las organizaciones politicas y praticar en la vida cotidiana la revolución. De hecho, aquella de Ponte en Egola se convierte en una comuna.
Al núcleo originario deTurin, se unen chicos de Milan, Genova, Florencia, atraídos por la misma necesidad de radicalidad. Los acomuna el deseo de vivir contra las reglas, «sin reserva y sin tiempos muertos». Se inspiraran al comunismo de los Consejos, a los situacionistas y a las empresas de la Banda Bonnot. Hacen uso de drogas, pratican pequeñas ilegalidades, rechazan la familia y el trabajo. Escriben articulos y pamfletos. Se definen comontistas, de Comontismo, traducción de la Gemeinwesen de Marx, o sea «comunidad del ser». Sobre el muro del casal, con la pintura roja, esta escrito: La revolución no es una cosa seria.

Algunos de sus textos:
//www.criticaradicale.nautilus-autoproduzioni.org/category/gruppo/comunismo/

Video: la revolución no es una cosa reria
//archive.org/details/la-rivoluzione-non-e-una-cosa-seria