Comunicado a mis padres
Sé que os debo mucho. Me tuvisteis, me alimentasteis, me abrevasteis, me criasteis. Hasta me amasteis. O, al menos, eso decís. Porque las cosas son un poco distintas.
Me trajisteis a un mundo donde cada día os veíais obligados a dejarme y correr al trabajo. Me trajisteis aquí y, después, buscabais donde aparcarme. Me llevasteis al colegio y, como no os bastaba con eso, me llevasteis a una serie de tutorías y clases, y me creasteis la angustia por un futuro incierto. Dado que mi futuro era tan incierto, dado que habéis hecho de este planeta un lugar peligroso, ¿por qué me trajisteis aquí? ¿Qué es mi vida? ¿Las dos horas de tele y videojuegos al día?
Quiero conocer el mundo, abrir las alas y volar y verlo todo en un instante. Quiero salir, conocer a lxs demás, jugar, divertirme, sentirme feliz y no preocuparme de si mañana voy al colegio sin la tarea hecha. Quiero soñar con un mundo donde no busquen donde aparcarme, donde no tengan siempre trabajo, donde no sea peligroso conocer a lxs demás, donde no me asuste el futuro, donde no haya ni amos ni esclavxs.
Veo vuestra miseria, pero no me he acostumbrado a ella, ni quiero acostumbrarme. No bajaré la cabeza porque vosotrxs lo hayáis hecho. No quiero convertirme ni en esclava ni en patrona de nadie; quiero que me dejéis en paz.
Estos perros guardianes de uniforme que os asustan, no me dan miedo. Vosotrxs veis en ellos algo de orden y seguridad. Dejad de reíros de mí, porque veo perfectamente lo que ese orden es: hipocresía, al igual que la seguridad, ambos son el mayor peligro.
Son símbolos del Poder. Los del vuestro, de los profesores, de los políticos, de los mayores que viven así. Vosotrxs aprendisteis a vivir así, yo no. Si quieren meterse conmigo, que vengan. No tienen ninguna posibilidad y más les vale tenerlo en mente. Estoy enfadada y soy peligrosa. Somos muchxs, estamos en todas partes, estamos hasta en las casas de los asesinos. Allí donde estén, no podrán esconderse de nosotrxs. De una manera u otra, seguiremos en pie, no ellos.
No os cabreéis conmigo, hago lo que me enseñasteis. Decíais que la revuelta es desorden y destrucción. Ahora que me rebelo, tendréis desorden y destrucción.
Os quiero. A mi manera, pero os quiero.
Aunque tengo que construir mi propio mundo para poder vivir mi vida en libertad y, para ello, debo destruir vuestro mundo. Es lo más importante para mí. Para decirlo con vuestras palabras: este es mi trabajo.