Tras haber estado encarcelado casi 17 años seguidos, me enviarán a «detención preventiva» el 8 de julio de 2013 (Sicherungsverwahrung, término usado en Alemania para la “detención de seguridad” de lxs reclusxs que han completado toda su condena, pero se les considera un riesgo para la “seguridad pública” y, por ello, se les mantiene encarceladxs después del final de la pena), por lo que quiero aprovechar el periodo final de mi sentencia a prisión para escribir una especie de valoración general.
Fase de aislamiento
Aunque este término se siga usando hoy en día, especialmente, en el sistema de justicia alemán, la noción de aislamiento (régimen de incomunicación) era más común en los años 70 y 80. Por ejemplo, Günther Finneisen estuvo en completo aislamiento durante 15 años consecutivos en el Penal de Celle. En mayo de 2013, Peter Wegener cumplió 18 años de encierro, todos ellos en el módulo de aislamiento.
Mi encarcelamiento comenzó en el módulo de aislamiento de Stuttgart-Stammhein, luego, en 1998 estuve en Straubing (Baviera) un par de meses. Después de defenderme a mí mismo, de forma efectiva, en los tribunales contra el cambio a Straubing, me enviaron al Penal de Bruchsal (Baden-Wurtemberg) hasta mayo de 2007. Desde esa fecha he permanecido en “régimen regular” (Normalvollzug), por lo que podía ver a otrxs prisionerxs en el patio, hacerles visitas en sus celdas y ellos en la mía.
Bueno, ¿qué es el aislamiento? Lxs que se encuentran en aislamiento tienen que estar solxs y no pueden ver a otrxs prisionerxs. Hasta a los carceleros solo los ves cuando te llevan al patio o las duchas, o cuando te pasan la comida por la rendijita de la puerta de la celda. Según las condiciones locales, puede que no haya ni radio ni televisión con la que poder distraerte o tener algo de información. Las visitas de amigxs y familiares son muy restringidas: puedes verlxs a través de un cristal antibalas (como en las películas de EEUU) y los carceleros están presentes y escuchan cada palabra. Se leen las cartas que se envían y que se reciben y, a veces, la administración de la prisión las copia para archivarlas. También se anota en una lista la dirección del destinatario y del remitente.
Antes y después de las visitas, a lxs presxs se les cachea de arriba abajo, con desnudo integral incluido (aunque el preso no pueda, ni se le permita, tener ningún contacto físico con lxs visitantes). Esto también pasa antes y después de salir al minúsculo patio, coronado con alambre de púas. Lxs presxs en este tipo de aislamiento ya no son seres humanos, sino fuentes potenciales de peligro; más bien, pedazos de carne a los que se les transporta de aquí para allá bajo vigilancia y control absolutos.
Las celdas de aislamiento tampoco es que sean suites de lujo: todo está desolado, atornillado firmemente y, básicamente, de metal. Está prohibido tener tu propia ropa, por supuesto, y los demás objetos personales (bolígrafos, papel, fotografías) se reducen al minimísimo. Así se vive durante años y décadas completas, no es una cuestión de días o semanas. El caso mencionado antes de Günther F. lo calificó de “escandaloso” el Dr. Feest en sus comentarios a la ley carcelaria.
La llamada “privación” (la prohibición de cualquier tipo de estímulo o contacto con otras personas) tiene efectos perjudiciales inevitables, tanto físicos como psicológicos. Algunxs prisionerxs retenidxs en aislamiento tienen depresiones y hay intentos de suicidio, básicamente porque no soportan la soledad, la ausencia completa de alguien más. Estas personas sólo consiguen aguantar esta situación con sustancias psicotrópicas. Lxs hay que son más fuertes, más resistentes a la carga psicológica, pero también se ven afectadxs por estos efectos dañinos.
A pesar de que ya llevo 6 años en “régimen regular” (lo que quiere decir que la celda está abierta dos horas y media al día entre semana y cinco horas y media, los fines de semana, para poder ver a otrxs presxs), sigo prefiriendo limitar mis interacciones a unx o dos prisionerxs a la vez por razones específicas, ya que cuando hay mucha gente a mi alrededor hay demasiados estímulos para poder gestionarlos. Lxs que han tenido que vivir solos durante mucho tiempo, acaban acostumbrándose a ese tipo de circunstancias de tal manera que ciertos mecanismos también adquieren una realidad independiente. De este modo, algunos de los problemas consisten en capacidad reducida para asimilar lo que alguien dice o para concentrarse en una conversación cara a cara.
Como norma general, solo leemos o escuchamos sobre lxs que se encuentran en aislamiento cuando pueden informar a lxs demás de forma activa (a través de cartas, ya que no caben más posibilidades). Lo triste es que hay mucha gente en aislamiento a lxs que no se escucha ni ve porque no tienen la capacidad de difundir información o llamar la atención sobre su situación.
Abu Ghraib, el centro de tortura del ejército de EEUU (cerca de Bagdad), ya cayó en el olvido, se convirtió en un escándalo público por unas fotografías. En la era de Internet las imágenes se hacen cada vez más efectivas (y donde no haya fotos, casi no existe información). Esta es la seguridad que tienen las autoridades judiciales: sus actos no aparecerán en un periódico y nunca se harán públicos.
Cumplimiento de la condena
A primera vista, puede parecer progresista que a lxs presxs y lxs que están en “prisión preventiva” se les permita comprar pantallas planas y la PlayStation 2. Sin embargo, en ambos casos, tuvieron que luchar en los juzgados. Además, no será muy útil, al salir de prisión, el haber conseguido el título de campeón en varios juegos de la PlayStation, mientras nunca se ha visto un ordenador y no se sabe usar uno de manera competente. Porque los ordenadores (por no mencionar el acceso a internet) están prohibidos en prisión, por lo que después la excarcelación ningún/a presx sabe usarlo.
Hay pocas mejoras de las que informar, aparte de estas innovaciones técnicas. De hecho las tuercas de la seguridad se han apretado más y más con los años. Año tras año hay nuevas restricciones: primero, se prohibieron las botellas de cristal, luego la cinta adhesiva, la cola fría, los palos de escoba, etc. Además, la posibilidad de moverse dentro de los edificios de la prisión se ha reducido en muchos sitios. Mientras hace unos años lxs presxs podían visitarse unxs a otrxs por todo el edificio de la prisión de Bruchsal, Mannheim y otras instalaciones, hoy solo se les permite estar en su propia sección y se les castiga bestialmente si intentan visitar a alguien en otro de los módulos. Mires donde mires: ¡cámaras! Así que aquí tenemos una similitud con lxs que viven en condiciones de libertad: ni un solo paso fuera de la celda sin observar y controlar.
Grupos de “ruso-alemanes/repatriadxs” de los estados de la Comunidad de Estados Independientes (CEI, antiguas Repúblicas soviéticas) están bajo “control” especial en las prisiones. Aunque parezca que hay poca solidaridad entre lxs prisionerxs, lxs que están relacionados con los estados de la ex Unión soviética muestran solidaridad entre ellxs, separados del resto, no cooperan con las instituciones, se ayudan lxs unxs a otrxs (por ejemplo, con tabaco y café). Este tipo de acciones y la formación de una “subcultura” crear tal fastidio al sistema judicial, que intentan romper esta solidaridad entre los grupos mediante extremos sistemas de seguridad, vigilancia y control. Hasta a lxs que no se unen a esta “subcultura” pero han nacido en alguno de los ex estados de la CEI, según su certificado de nacimiento, se les imponen automáticamente medidas de seguridad y se les hace demostrar, sobre todo, al centro penitenciario, que se han distanciado de lxs presxs que se siguen relacionando así. Estos años, algunxs me han contado que, durante su infancia en la Unión soviética, les llamaban “putos nazis alemanes”, para que les llamaran “putos rusos” y lxs trataran así en las prisiones después de migrar a Alemania.
En esta valoración general, una de las experiencias más depresivas es la de la muerte en prisión. De vez en cuando, he informado sobre el fallecimiento de presxs, aquí habría que mencionar a Willi. Él era un compañero preso seropositivo, al que el poder judicial le dejó morir en prisión (a pesar de todos sus desesperados intentos de pasar su corto tiempo de vida en libertad antes de morir). Su muerte debió ser sintomática para el desarrollo del proceso penal alemán: de implacable dureza, hasta el final.
Los evaluadores
La valoración estaría incompleta si no se mencionara el papel y el poder de los evaluadores (psiquiátricos). En general, cualquiera que quiera la libertad “condicional” antes de cumplir su condena será evaluado, a menudo, por psicólogos de la institución, pero en muchos casos con evaluadores externos
Para obtener la orden judicial con la excarcelación, normalmente, se necesita que el evaluador diga si “sobre el recluso, el riesgo de su peligrosidad, que se hizo evidente a través del delito cometido, ya no persiste” o no (véase sección 454, párrafo 2 del Código Penal procesual alemán). En la práctica, estos expertos deciden sobre la libertad o encarcelamiento (continuado), si la opinión del evaluador es positiva, entonces, lxs afectadxs serán excarcelados, si no, se quedarán bajo llave.
En mayo de 2013, la revista política “Frontal 21” del segundo canal público ZDF informó de las revisiones del sector sanitario. Las aseguradoras sanitarias y de asistencia le orden al MDK (Servicio médico del seguro de enfermedad) examinar a lxs que necesitan cuidados para averiguar si el nivel de cuidados a largo plazo (1, 2 o 3) se concederá y, si es que sí, cuál. En decenas de miles de casos las evaluaciones estaban mal (el ZDF documentó el trabajo de una asesora independiente y ella sola desenmascaró varios cientos de evaluaciones falsas). A lxs que claramente necesitan asistencia, se les denegará a pesar de que, en la mayoría de los casos, la necesidad es evidente. Así que (he aquí el quid de esta pequeña divagación), si ya hay tal nivel de evaluaciones simplemente mal en un sector que está básicamente ahí para juzgar defectos físicos y limitaciones. ¿Por qué iba a funcionar mejor el área de la psiquiatría (forense)? ¡En un sector donde los criterios son aún más difusos y dependen más de la visión global del experto!
Sobre todo, como los evaluadores psiquiátricos tienen la decisión final en la excarcelación, no tienden a un abrumador optimismo en sus valoraciones: nadie quiere aparecer al día siguiente en el Bild-Zeitung (prensa amarilla más popular de Alemania) bajo el titular: “¡ESTE evaluador puso al LOCO en libertad!”, si la valoración resultó ser equivocada.
A diferencia de lxs que reciben asistencia médica, no hay ningún grupo de presión capacitado ni autoridades independientes para revisar los informes del recluso. En la práctica, el tribunal acepta los informes palabra por palabra y emiten su decisión sin ningún tipo de investigación crítica (sin embargo, hay casos en que ocurre todo lo contrario, como el del Penal de Bruchsal, donde el informe totalmente positivo para el recluso X lo reescribió el juez que estaba a cargo del caso hasta que se le pudiera denegar la excarcelación a estx presx, condenadx por un delito de drogas). Por lo tanto, encadenan un mal informe con otro, sobre todo, para presxs con largas condenas.
En mi caso, precisamente debido a la inminente “presión preventiva” (y en todos estos casos), para que me excarcelen, un evaluador tendrá que concluir que la posibilidad de reincidencia es prácticamente inviable; un informe que (incluso para lxs que nunca hayan tenido problemas con la ley penal) es difícil de conseguir, ya que trata de predecir que no voy a volver a hacer algo. Es decir, los tribunales esperan que los evaluadores hagan una predicción para años. Pero, ¿cómo va a poder predecir un/a psiquiatra que alguien vaya a hacer algo o no en un mes, en un año o en dos? Esa es una de las razones por las que decidí no hablar con psicólogos o psiquiatras.
Ya en los años 60 había estudios que probaban que la “peligrosidad” de lxs presxs está sumamente sobrevalorada (por diferentes razones cada vez). Está la tesis del Dr. Michael Alex del 2010 (“Ex post facto detención preventiva: una debacle constitucional y político-crimina”) en la que demostró que, de 77 expresxs clasificadxs como extremadamente “peligrosxs” y relacionadxs con alta probabilidad de recaída, 50 de ellxs nunca volvieron a tener problemas con la ley. De lxs otrxs 27 que cometieron delitos, 10 de ellxs fueron condenadxs a multas y a 5 de ellxs se les suspendió la condena. Solo a 12 expresxs recibieron penas sin suspensión, generalmente, por robo, fraude y delitos con drogas. En tres de casos se impuso la medida de la detención preventiva. Por lo tanto, solo tres de los 77 casos que pronosticaron de “peligro extremo” fueron reales: menos del 4% de los casos, a pesar de que a lxs 77 expresxs los hubieran clasificado el juzgado y los expertos de extremadamente peligrosxs y se suponía que recibirían “detención preventiva”. Sin duda, este problema del evaluador no va a cambiar pronto, por lo tanto, la perspectiva de lxs prisionerxs es más bien pesimista.
Detención preventiva (después de cumplir la pena)
Para mí, fue todo un alivio saber que me sentenciaban a “detención preventiva”. Así, el poder judicial no podía presionarme, en ningún momento, con amenazas de aprobar la orden de detención preventiva o, de repente, solicitar contra mí (que todavía es legalmente posible).
Hoy, ya casi no se sabe que fueron los representantes de los partidos comunista y socialdemócrata los que, durante la República de Weimar, intentaron obstaculizar la introducción de la “detención preventiva”. Ya en 1928, nada más y nada menos, Kurt Tucholsky (cuya frase “Lxs soldadxs son asesinxs” se convirtió en el grito de batalla de millones de personas) se posicionóclaramente en contra de la “detención preventiva” (“Abajo la detención preventiva” en: Die Weltbühne 1928, pág. 838-840). Fueron los nazis los que introdujeron la detención preventiva el 24 de noviembre en 1933.
Durante el período posterior a 1949, fueron representantes del despiadado justicia nacional socialista, como Eduard Dreher (que, siendo el fiscal supremo de la Corte Especial de Innsbruck, ejecutó buena parte de las penas de muerte de 1943), se les permitió hacer carrera en el sistema judicial de la Alemania occidental y fueron significativamente responsables del análisis y, por tanto, de la puesta en práctica de los párrafos de la “detención preventiva”.
Ya en 1952, la justicia de la República Democrática de Alemania había decidido que la “detención preventiva” es “fascista en su contenido” (mediante sentencia de su Tribunal Supremo desde el 23 de diciembre de 1952) y, por consiguiente, se tenía que prohibir en el territorio de la Alemania oriental.
Actualmente, comparado con nuestro sistema penitenciario, las condiciones de encarcelamiento de la “detención preventiva” son seguramente un poco más agradables y relajadas (aunque, obviamente, lejos de alcanzar las condiciones descritas en los artículos sobre la cárcel de Friburgo, de la prensa burguesa, que les lame los zapatos a ministros, políticos y funcionarios de prisiones con titulares como “Hotel tras las rejas”). Aun así, ¡aunque la jaula se pinte de oro, jaula se queda!
Mis perspectivas de futuro
Mis perspectivas de futuro pueden no parecer muy agradables, pues, tengo que esperar pasar la próxima década en detención preventiva. Sin embargo, estoy en una posición afortunada por conocer gente, amigxs y compas que me acompañan, me escriben, me visitan y me apoyan de forma activa.
Además, hay grupos que han estado mostrando solidaridad constantemente, como la Cruz Negra Anarquista de Berlín, el Socorro Rojo alemán, o Gefangenen Info (“Info de presxs”). Me gustaría mencionar también a la asociación de Berlín Subscripciones gratuitas para presxs, que organiza periódicamente las suscripciones a periódicos y revistas para cientos de prisionerxs, yo incluido.
Por eso, estoy con ánimos porque superaré la próxima etapa relativamente indemne como alguien “detenido preventivamente” en lugar de “recluso”. Al menos, estaré mejor que lxs que no han tenido la suerte de contar con este enorme apoyo; lxs que siguen encerradxs en sus celdas olvidadxs del mundo y viven una vida que nada tiene que ver con la dignidad ni con la libertad.
Se pueden encontrar actualizaciones en las páginas de apoyo: i /ii
Thomas Meyer-Falk, skinhead rojo anarquista, sigue negándose a colaborar con ningún evaluador psiquiátrico. El compa fue arrestado por el atraco a un banco y lleva encarcelado desde 1996. No solo no ha sido liberado, sino que para colmo, lo trasladaron recientemente a otra prisión. Desde 1998 se encuentra en Bruchsal, desde principios de julio de 2013 se encuentra detenido “preventivamente por razones de seguridad” en el conocido infierno de Friburgo:
Thomas Meyer-Falk,c/o JVA (Sicherungsverwahrungs-Abteilung),Hermann-Herder-Str. 8, D-79104 Freiburg, Deutschland/Alemania
Ayuda financiera a través de la cuenta bancaria del penal:
Empfänger (Beneficiario): Zentrale Zahlstelle Justizvollzug
Konto (Cuenta): 4552107
BLZ: 600 501 01 (BW-Bank)
IBAN: DE25600501010004552107
BIC-/SWIFT-Code: SOLADEST600
Verwendungszweck (Asunto): “Meyer-Falk, Thomas, 15.5.1971, SG1-AK10”
Para el más mínimo ingreso (por ejemplo: al mes mediante domiciliación), es importante indicar el asunto deseado con los datos exactos dados anteriormente entre comillas, para que el dinero llegue a manos de Thomas.