Traducción recibida el 14/11/2020:
En Trento para la tarde del día viernes 6 de noviembre había sido convocada una manifestación contra el cubrefuego y denunciar en la calle las responsabilidades del gobierno y de la Confindustria (patrones) sobre el impacto social de la epidemia.
Desde el medio día la Calle Verdi, donde se había dicho que salía la manifestación, se encontró completamente cerrada con vallas e inaccesible, mientras tanto en numerosos puntos limítrofes con el centro se comenzaron a desplegar los antidisturbios. A las 18.00, horario de la manifestación, se cuentan en conjunto una decena de blindados distribuidos entre la plaza Duomo, Calle Verdi, Plaza Santa Maria Maggiore, Plaza de la Portela: 4 repartos de los antidisturbios en un trozo de calle largo 600 metros, entre la plaza al lado del espacio anárquico El Tavan, el lugar del concentramiento y la plaza central de la ciudad. A esto se añaden la presencia asfixiante de la DIGOS (policía política) que desde hace horas giraba alrededor del espacio anárquico y consistentes bloques de policía sobre las principales calles de acceso al centro de la ciudad, en el cual la policía detiene dos coches y lleva a seis compañerxs a la comisaría.
Poco antes de las 18.00 un nutrido grupo de compañerxs sale del Tavan para llegar a la concentración. A la altura de Santa Maria Maggiore, a mitad de camino entre la sede y la calle Verdi, los antidisturbios intentan rodear a lxs compañerxs. Inmediatamente nos metemos en medio a la calle, viene bloqueado el trafico, se abre una pancarta («Que la crisis la paguen los ricos») y con panfletos e intervenciones al micrófono se explican a los pasantes las razones de la manifestación, y la respuesta, al cuanto evidente, del estado a quien, en esta fase, entiende bajar a la calle, organizarse, luchar.
Bastantes personas se suman al bloque, muchas otras comprensiblemente no intentan pasar el cordón de policías, pero se quedan en la plaza, por lo cual paradójicamente los esbirros, que querían impedir la manifestación, se encuentran estrechos entre unos cincuenta compañerxs (y no solo) que bloquean la calle de un lado y una variada presencia de paseantes, jóvenes, inmigrantes que escuchan las intervenciones (y que por cierto no simpatizan con la policía) por el otro.
Mientras tanto en el lugar de la concentración se encuentran (a pesar de los esbirros y barreras) unas treinta personas que, después de varios intentos, salen a la manifestación detrás de la pancarta «Fábricas abiertas y cubrefuego nocturno. Beneficio y control, no salud», para alcanzar al grupo bloqueado en la Plaza Santa Maria Maggiore. También desde allí se prueba a moverse para volver al Tavan, pero a pocas decenas de metros de la sede la manifestación es nuevamente bloqueada por un cordón de antidisturbios.
Después de un tiempo, la situación se desbloquea, pero la calle delante al Tavan quedpo cerrada por los antidisturbios hasta la noche. Mientras tanto lxs compañerxs retenidos están bloqueados por los esbirros, para no mejor precisadas «notificaciones». Vienen divididxs por géneros, hechxs quitarse la ropa para ser registradxs obligadxs a doblarse, fotos señaleticas, y les vienen tomadas las huellas. Nos movemos bajo la comisaria, donde entre coros, golpes a las vallas y algunos empujones con los antidisturbios, se intenta hacer un mínimo de presión para que lxs detenidxs sean dejados libres, cosa que sucederá hacia la una de la noche, después de más de 7 horas de retención.
Balance: seis hojas de expulsión para tres años de Trento, cuatro teléfonos secuestrados para una presunta investigación por «llevar objetos actos a ofender» (!), secuestrada también una botella de grappa (bebida típica del lugar) que anunciarian como «contenedor de líquido inflamable».
Además, durante las fotos señaleticas la DIGOS roba la mascarilla a una compañera: un intento, más que todo mal hecho, de tomar su ADN.
Al día después, sábado por la mañana, en el barrio de San Pio X un grupo de compañeros y compañeras instala una mesa en un punto de paso, y da panfletos de un texto en el cual invita a prácticas de apoyo mutuo para hacer frente a estos tiempos tan oscuros. Después de un poco llegan diversas patrullas, dos compañeros son llevados a la comisaria, la mesa es quitada.
No nos esperabamos que ir a la plaza habría sido fácil. Las «medidas de contención» que hemos visto en los días pasados parecen evocar las ultimas circulares del Ministerio del Interior (y las ordenanzas provinciales de la junta legista) que permiten la posibilidad de cerrar calles o plazas retenidas «zona de reuniones» a cualquier hora (ya no después de las 21.00), con una simple ordenanza del alcalde (y es difícil distinguir el operado del neo alcalde de centro izquierda de aquello que habría hecho, por la misma manifestación, una cualquiera administración leghista), del prefecto o del presidente de la provincia.
Una demostración más de aquello que nos había empujado a llamar a la manifestación del viernes: cubrefuego, cierre selectivo de las plazas en las cuales se puede encontrar y discutir, prohibición de manifestación, la voluntad declarada de encerrarnos en casa si no para trabajar y consumir, la policía que se convierte en la única presencia permitida en las calles… todo esto no tiene nada que ver con la tutela de la salud. De esta crisis, como de todas las otras, el Estado esta aprovechando para profundizar la propia toma sobre la sociedad, para garantizarse la paz social, sumisión y capilar control policial.
Los patrones, Cofindustria a la cabeza, están teniendo una formidable ocasión de redefinición de las relaciones de explotación y de acumulación de nuevos beneficios. Los disturbios de Nápoles, Florencia, Milán, Turín, las revueltas en las cárceles a las cuales el Estado ha respondido con una verdadera y propia masacre, las huelgas en las fábricas y en el comparto de la logística que han sabido imponer un, siquiera parcial, bloqueo de la producción han sido una primera respuesta de clase a los proyectos de lagrimas y sangre del dúo Conte- Bonomi[1]. La manifestación del viernes entendía dar voz a estas luchas. Otros momentos de conflicto serán necesarios para echar atrás los planes de los patrones y la epidemia de la cual son responsables.
Nota:
[1] Presidente del Gobierno y presidente de Confindustria respectivamente.