Recibido el 03/01/2021
Panfleto distribuido en Trento en las últimas semanas frente a la sede de APSS [1]
LA ÚNICA SEGURIDAD ES LA LIBERTAD
El viernes 13 de noviembre, un recluso de la prisión de Spini di Gardolo ha dado fuego a su celda y se ha dado fuego a sí mismo. Ha sido llevado en ambulancia. El gesto está motivado por la negativa, por parte de los guardias, de entregarle los efectos personales que le trajo su esposa. Fue trasladado brevemente a la sala de emergencias y luego reportado a la prisión, a pesar de las quemaduras reportadas. Por lo que se sabe, todavía se encuentra en la enfermería y lleva días negándose a comer.
Desde hace semanas las visitas con los familiares están completamente suspendidas: una medida que es únicamente un regalo a los guardias, y nada tiene que ver con la protección de la salud, visto que el virus se propaga en la cárcel llevado por los carceleros, ciertamente no por familiares durante las visitas con los divisores de plexiglás.
La dirección en un primer momento no proporcionaba información sobre los contagios, y los positivos venían arrojados en las celdas de aislamiento punitivo o trasladados en otras cárceles. Solo dos semanas después de que se conocieron los primeros contagios han sido hechos los tampones a los trabajadores, quienes mientras tanto debían seguir girando por todas las secciones. Por dos semanas los médicos no se han visto y sólo después de una semana de golpear los barrotes se ha presentado el personal médico. Los golpeos a los barrotes han continuado también sucesivamente, ahora sabemos de la institución de una «sección covid» en la que estarían recluidos 38 presos.
Los detenidos con patologías que requerirían tratamientos específicos no se les hace de ninguna manera seguimiento, mientras que se distribuyen abundantemente medicamentos psiquiátricos para mantener a los detenidos débiles y sedados.
La historia de las negligencias de los médicos en la cárcel de Spini di Gardolo es larga y ha llevado a conclusiones trágicas: desde las muertes que podrían haberse evitado con una intervención oportuna del personal sanitario, totalmente ausente por la noche y en los fines de semana, hasta la negativa a realizar la autopsia sobre el cuerpo de un joven detenido, con la evidente intención de cubrir las responsabilidades del penal por esa muerte.
En diciembre del 2018, tras la enésima muerte, y tras el retraso habitual en la intervención de los médicos, los detenidos se rebelan y dejan prácticamente inutilizable gran parte de la prisión de Spini. En los siguientes días, no faltarán las habituales promesas por parte de los políticos y administración penitenciaria. Entre ellas, «incluso» la implantación de la asistencia médica las 24 horas del día, nada particularmente progresista, es más, una condición básica para la gestión de una estructura que encierra a más de trescientas personas. Pero obviamente la promesa siguió siendo tal, de hecho por los relatos de los detenidos parece que la situación de abandono y negligencia incluso se ha agravado con la propagación de la epidemia, con el evidente intento de los médicos de eludir sus responsabilidades. Por otro lado, no se necesita un título médico para comprender que cualquier distanciamiento es imposible en una celda cerrada donde viven apretados entre 4 y 5 presos. Aquello que los médicos de la sanidad penitenciaria saben muy bien pero no pueden decir, en cuanto colaboradores de confianza de los guardias y de la dirección, es que la única «medida de seguridad» que puede impedir la propagación del virus en la prisión es la liberación de los detenidos. Que se trate de un indulto, una amnistía, una ley vacía penitenciarios, o simplemente de un arresto domiciliario pendiente de juicio ( recordamos que más de un tercio de los detenidos no están descontando ninguna condena), el personal sanitario, a partir de la responsable de la medicina penitenciaria de Trento Chiara Mazzetti, debería asumir la responsabilidad de exigir, del ministerio de la justicia, del DAP [2], de la magistratura de Vigilancia, simplemente la excarcelación de la mayor cantidad de personas posible. No sabemos si encontrarán el coraje para hacerlo, ciertamente su cómplice condescendencia con la normalidad asesina de la prisión no augura nada bueno, pero estamos igualmente seguros que los detenidos, sus familiares y quien tiene en el corazón la salud y la libertad de todxs, no olvidarán su responsabilidad en el hacer de las cárceles un semillero de contagio sin escapatoria.
Solidarixs con lxs detenidxs
Notas
[1] Hacienda Provincial para los Servicios Sanitarios
[2] Departamento Administración Penitenciaria