Traducción recibida el 01/04/2021:
Para la guadaña de la matanza
Su muerte debe parar
Cada momento
Un respiro de veneno
Cuando sea
Que te sientes bien
Es un paso adelante para morir
lentamente en un puñado de años
Siente la llamada
(Siente) la rabia aumentando
(Escucha) la única voz
El muelle que te empuja a reaccionar
Wretched, siente la llamada
«… a la falta de evidencia de idóneos datos factuales de los que inferir el sustancial distanciamiento del ámbito ideológico».
Esta es una de las frases finales del rechazo -de fecha 17.03.2021- por parte de la Corte de Apelaciones de Trento respecto a la solicitud de revocación de las medidas a las cuales están sometidos los compañeros y las compañeras investigadxs en la Operación Renata. Los burócratas del tribunal -a través de los informes de los ROS y Digos [1]- intentan justificar los ya 16 meses de medidas (obligación de residencia con retorno nocturno) con los cuales los mantienen restringidos en sus obligados domicilios. Su temor es que regresen en los sitios donde han vivido y luchado durante años, y por lo tanto que puedan retomar sus actividades a su entender peligrosas. Exprimiendo las tres páginas de la argumentación del rechazo, estas son las razones de las continuas restricciones. El hecho que en el Trentino los anarquistas no hayan desaparecido, ni las prácticas de ataque, el hecho de que la solidaridad con ellos siga viva, el hecho de que no hayan dicho ni escrito ninguna abjuración a las ideas anarquistas y, por tanto, a su propio pensamiento y a la propia ética, es motivo para que nuestros enemigos sigan manteniéndolos restringidos con medidas que ni por un día serán útiles para el objetivo de descontar las sentencias que han llegado, confirmadas en segundo grado el 22 de febrero ante la Corte de Assise de Trento.
Probablemente el tonto cometido (la caída, por enésima vez, de todo delito asociativo y «finalidad de terrorismo») por parte de la Fiscalía de Trento con adjuntos secuaces con insignias, en intentar detener a quienes para ellos son motivo de dolores de cabeza y de agujeros en el agua investigativos, empuja a estos señores a hacer así de alguna manera que sus sospechas caigan sobre ellos visto que desconocidos son los autores de diversos ataques producidos en este tiempo.
La sensación que tenemos es como si se hubiera colocado una especie de Vigilancia Especial informal, una red de papeles burocráticos, rebotes entre autoridades del Ministerio de Justicia en los que a veces es difícil de entender, ambiente bien descrito por la famosa novela de Kafka El juicio.
Pero si por un lado decimos explícitamente que nuestras ideas y nuestra visión del mundo se mantienen firmes, si nuestros compañeros y compañeras persisten en permanecer cercanxs, como ya hemos dicho en otras ocasiones, no estamos acostumbrados a mirarnos el ombligo, más aún, vistos los últimos meses de represión en este país.
Hagamos una breve pero sustancial lista de las acciones represivas del Estado en los últimos meses:
– 19.01: audiencia en Cagliari para la Vigilancia Especial a cinco compañeros y compañeras.
– 27.01: comienza el juicio en Cagliari por la Operación Lince contra el movimiento antimilitarista en Cerdeña.
– 03/02: diecinueve medidas (entre ellas algunos arrestos domiciliarios) en Florencia por los enfrentamientos del 30.10.20 contra las nuevas medidas restrictivas.
– 23.02: registros en Trieste contra dos activistas de la asociación Linea D’Ombra. Con la acusación de complicidad en la inmigración clandestina, la operación policial investiga a una treintena de personas.
– 24/02: en Génova cinco trabajadores de CALP investigados por la fiscalía local por asociación para delinquir.
– 09/03: treinta y ocho detenciones en Turín (acusación: devastación y saqueo) por los enfrentamientos del 26 de octubre contra las nuevas medidas restrictivas.
– 10/3: la policía interviene violentamente contra los huelguistas de la empresa Texprint en Prato.
– 10/03: veintiún registros y siete medidas cautelares aplicadas en Piacenza contra los porteadores de los Si Cobas por los piquetes frente al almacén de la TNT-Fedex.
– 11/03: a exponentes de la izquierda alternativa de Bérgamo se les imputa los delitos 270bis (asociación con fines de terrorismo o de subversión del orden democrático), 612 (amenazas) y 339 (agravante por daños amenazados).
– 19/03: en la sala de búnker del juzgado de Lecce, más de un centenar de personas son condenadas por su lucha contra el TAP [2] (el juez impone sentencias dobles o incluso triples respecto a las peticiones del fiscal).
– 22/03: medidas y arresto domiciliario para trece militantes del Askatasuna de Turín por los enfrentamientos en Turín el 1 de mayo de 2019
– 23/03: desalojada la ocupación Oulx que durante dos años luchaba contra las fronteras.
– Marzo 2021: diversas denuncias a compañeros y compañeras de la Asamblea contra la cárcel y represión del FVG, por instigación, difamación y ultraje.
Hecha esta lista, no podemos dejar de contar las decenas de compañeros y compañeras que están sometidxs a medidas restrictivas de diversa naturaleza.
Sin olvidar esas decenas de miles de personas que en el sector sanitario han decidido no vacunarse por su propia y libre elección, y que con el nuevo decreto anunciado corren el riesgo de expulsión de los pabellones, suspensiones, despidos, irradiación de los registros.
Está claro que en el último período el Estado está tratando de hacer un tabla rasa, en modo transversal, de lo poco que queda en este país tanto a lo que reguarda las luchas en diversas áreas como en términos de solidaridad básica entre oprimidos y oprimidas.
Ya no hay sitio para ningún tipo de discernimiento, y mucho menos en el mundo del trabajo, sobre todo si toca los ganglios vitales del sistema capitalista, es decir, la logística. Aparato que evidentemente frágil y metido en dificultades por su propio modelo organizativo. En todas partes hay problemas técnicos, accidentes (ver el barco bloqueado estos días en el Estrecho de Suez), pero también sabotajes y ataques.
Muchos han entendido que cuanto más se baje el listón del conflicto, más el poder golpeará lo poco que queda de la solidaridad, de los lugares donde las personas discuten y se organiza para luchar contra las injusticias, de la oposición política y ética a la barbarie, a las políticas represivas, económicas, ambientales, sociales cada vez más vinculadas a un sistema que demuestra su violencia y sus fines de deshumanización técnica.
Durante este año demasiadas personas se han visto envueltas en las decisiones que se toman desde arriba sobre la gestión de la situación sanitaria, un tema en el que no vamos a entrar aquí, pero que creemos que es motivo de reflexión sobre cómo las masas, incluso aquellas de los movimientos de izquierda – se dejan aplastar por las decisiones técnicas y políticas del Estado sin reacción alguna. La imposición de las distintas medidas pseudo-sanitarias está encerrando en un rincón no solo los cuerpos, sino sobre todo las mentes, las cuales están desprovistas en este momento, sacudidas por el caótico flujo de información, de una luz que conduce a la crítica radical de aquello que está pasando y que todos estamos sufriendo. Esta es sin duda una de las principales causas de la falta de respuesta a la represión que se ha extendido de norte a sur.
La falta de encuentro, de intercambio, el filtro de la tecnología, la ausencia de ideas de oposición de clase, de una sana rabia contra todo lo que está sucediendo, unida a la incapacidad de generar momentos de conflicto, está empujando un poco a todos los movimientos a la casi total resignación, a la atrofia, a la ausencia de imaginación. Décadas de represión y descendimiento del conflicto nos han llevado a todxs, incluido el movimiento anarquista en general, a no saber mirar a la cara al enemigo, a reconocerlo, y también podemos decir a sentir una verdadera hostilidad.
De no subestimar el abandono en las cabezas y en los corazones de la posibilidad, de la tensión en el luchar por un mundo diferente y por tanto de imaginar la realidad de hoy como un banco de pruebas para entender dónde y cómo destruir para luego construir el mundo que llevamos dentro.
Quien se encuentra ahora en una fase pasiva, casi depresiva en algunos aspectos, lo invitamos a mirar lejos, no solo en términos de ideal sino también en un sentido estrictamente geográfico. No hay continente que no tenga sus conflictos más o menos encendidos, desde las revueltas a los enfrentamientos generalizados en las ciudades, sin olvidar las acciones directas que en muchos no quieren observar porque para ellos no tienen que ver con la lucha. En cambio, son precisamente aquellas que en los momentos de aplanamiento, a veces comprensible, hacen entender que el espacio para hacer algo está siempre y no es prerrogativa de ningún movimiento. Simplemente es la historia que hace entender que el singular, el individuo que se une a otrxs – si y como quiere – puede hacer si que se reaviven las esperanzas, que la oscuridad del miedo y la apatía vengan reducidas. «Es la chispa que enciende el polvorín», un lema importante para nosotrxs, más aún en este momento. Sembrar cizaña entre explotadxs y explotadores, romper el frente entre los que siguen al Estado y su propaganda y los que dudan. Entre los que obedecen y quien percibe que la historia oficial contada está podrida. Entre quien piensa que la vuelta a la normalidad con sus derivas tecnológicas y medicalizadas será la única solución, y quien de todo esto no quiere saber. Entre los que no se preocupan por el destino de sus semejantes y quien todavía tiene un corazón en el que late la solidaridad humana. ¡Romper este círculo es cada vez más urgente!
En el sitio carmillaonline.org, en el artículo publicado el 21 de marzo, «AAA Asociación a delinquir se busca», hay una propuesta para el 25 de abril que puede ser una de las pocas propuestas a tomar en un panorama general plano o como mínimo en la defensiva. No es una jornada resolutiva pero es entre las pocas que puede levantar un poco los ánimos, que permite salir del letargo de las restricciones impuestas, que haga de vehículo para otros discursos en las calles.
Quien no percibe el peligro de esta deriva autoritaria, quien reclama como única opción las decisiones impuestas por el Estado y los técnicos, es mejor que se dé un sonoro despertar, porque no luchan ahora contra ciertas políticas que tienden a medicalizar la sociedad en un sentido represivo, que tienden a excluir las libertades de los individuos, será después despertado por la amarga realidad de encontrarse volcado sobre él toda la pasividad acumulada.
Por otro lado, también nos toca constatar que hace dos años, en el análisis sobre las investigaciones contra el movimiento anarquista, decíamos que aquella represión específica era preparatoria de una represión más generalizada. Y aquí estamos a hacer un recuento de las realidades golpeadas en toda Italia y la total incapacidad -incluido el movimiento anarquista- para dar respuestas adecuadas incluso a solo uno de los ataques realizados por el Estado en las últimas semanas.
Algunos podrían objetar que al menos sobre la cárcel lo hemos probado. Es cierto que en el último año se ha hecho un esfuerzo considerable para intentar plantear la cuestión carcelaria respecto a los hechos de marzo de 2020. Pero una cosa es denunciar, contar, hacer un trabajo investigativo, otra es poder para dar respuestas a aquellos muertos. Creemos que de esto todxs somos conscientes.
Sin embargo, fuera de este país las luchas continúan, también ellas reprimidas, pero ciertamente más vivas. En las últimas semanas destaca en particular modo Grecia, donde, desde la huelga de hambre en Koufontinas, la respuesta a las políticas del Estado y a la violencia de la policía se ha ampliado. En Francia, los ataques a las infraestructura del capital y del estado continúan a cadencia semanal, en Chile los movimientos nacidos de las revueltas del 2019 continúan a pesar de la feroz represión, en el Líbano, las personas reducidas al hambre continúan enfrentándose a la policía, etc.
Por lo tanto, la mirada debe entrelazarse con una visual mucho más amplia, para comprender el andamiento geopolítico del conflicto de clase del que Italia es solo una pieza, en este momento uno de los menos interesantes.
Es un poco como si en el fondo nosotrxs también estuviéramos esperando volver a nuestras pequeñas cosas en la vida, a creer que una vida sencilla pero tranquila todavía está a nuestro alcance. Para quien escribe esta «alarma», este observar la realidad con cierto sentido de urgencia, de inquietud, pero también de un deseo de revolucionar de una vez por todas este estado de las cosas, es el acicate a un cambiamiento de enfoque, a una conciencia que nada volverá como antes, que el cambiamentó actual es profundo y que no hay tiempo para descansar en la lucha de hoy.
El muelle que te empuja a reaccionar, decía un grupo anarco-punk de los ’80. Eso es, aquel muelle en este momento está aplastado, no encuentra el impulso para el salto. Sin embargo, estamos convencidos de que cuando el gancho que lo sujeta se rompa, entonces el muelle saltará con fuerza hacia arriba, alcanzando la claridad de las ideas, de los proyectos soñados noches y días durante años. Y en ese momento tal vez podamos construir algo diferente.
Rompamos el gancho lo antes posible.
Notas:
[1] Reparto Operativo Especial de los carabinieri; DIGOS: policía política
[2] Trans Adriatic Pipeline
El Oleoducto Trans Adriático (TAP) es el tramo de un gasoducto que, junto con el TANAP turco, conforma el corredor gasista sur. Este oleoducto debe suministrar el combustible fósil a Austria extrayendo de las reservas del Mar Caspio (Azerbaiyán) y pasando por Italia donde llega a través de un túnel submarino con desembarco en el puerto deportivo de San Foca, en la provincia de Lecce. Aquí, un túnel subterráneo recorre algunos kilómetros más para resurgir en una estación de empuje y luego en una terminal de recepción que se extiende por 12 hectáreas ubicada a poca distancia de cuatro pueblos. Los habitantes de la zona se han movilizado en contra de la construcción de estas plantas.