Traducción recibida el 14/09/2021:
En el mes de agosto se ha emitió el resultado del recurso de apelación contra la medida de vigilancia especial para una compañera en Génova; La solicitud de revisión de la medida, aplicada con todas las restricciones, ha sido rechazada y ha resultado evidente como, a pesar de la acusación de terrorismo, pilar fundamental del teorema acusatorio, haya caído, la medida se haya mantenido íntegra siempre por la misma razón, ósea «la adhesión a la ideología anarquista», las «abiertas manifestaciones de solidaridad con los militantes de la Federación Anarquista Informal», por «el apoyo a los anarquistas detenidos», por «incitación a la acción directa», por la difusión de material de contrainformación.
En el mismo mes de agosto, a propuesta de la jefatura de policía de Génova, se han dictado nuevas medidas en su contra como corolario de la vigilancia destinada a limitar aún más capilarmente su libertad, golpeándola en el ámbito de sus afectos, añadiendo nuevos límites y dificultades a la autorización, finalmente concedida tras 7 meses de espera, para ir a visitar a su propia familia que reside fuera del municipio donde está obligada a permanecer. Además su permiso de conducir también le ha sido incautado con el absurdo pretexto de que el hecho de poseerlo podría ser funcional a la comisión de delitos. Sigue reproponiendose, sin inmutarse y monótono como un disco rayado, el solito ritornelo: la compañera en cuestión es anarquista, por lo tanto es peligrosa, y lo confirma el hecho de que está sometida a investigaciones en cuanto anarquista. A este paso se podría continuar hasta el infinito.
En estos tiempos de experimentación de herramientas de control social extendidas a grandes sectores de la población, los anarquistas han acumulado una cierta experiencia al respecto y han ya desenmascarado desde hace tiempo las mentiras de la narrativa sobre derechos y libertades a las cual es posible acceder en la sociedad civil y democrática, concediendo en cambio obediencia, delegación y legitimación: resulta bastante evidente el hecho que los efectos de la adhesión al contrato social son mayoritariamente a favor de unos pocos y en detrimento de muchos. Pueden mutar las condiciones contingentes pero la deriva actual de autoritarismo no es una novedad, es la perfección de aquellas herramientas de control social que ya conocemos, por esto los principios básicos de la idea anarquista siempre siguen siendo válidos e indican el camino: preservar el valor de la elección individual, mantener viva la chispa de la crítica, rechazar la concertación con las partes institucionales a cualquier nivel, rechazar la representación de los movimientos y del conflicto, no plegarse a las ocurrencias de realismo político. No se reivindican por estéril sectarismo sino porque son instrumentos de lucha que han apoyado el pensamiento y la acción, ya sea en la calle o en otros lugares, en muchxs o en pocxs, a enfrentar con la teoría y la práctica las muchas odiosas porquerías que estos tiempos infames nos golpean en la cara: la mercantilización de nuestras vidas, el saqueo del ambiente natural, la autoridad y el control social cada vez más omnipresentes, la discriminaciones, la violencia del estado, la propagación de la lógica del beneficio que devasta a la humanidad en una espiral de guerra, miseria y esclavitud. Entre las motivaciones que se dan para justificar la peligrosidad social cobra protagonismo el interés por las cuestiones y las luchas anticarcelarias, y ciertamente no es una coincidencia.
Desde siempre, pero en el último año y medio aún más, las cárceles de todo tipo representan un verdadero y propio artefacto a relojería que podría explotar: en aquellos lugares las cuestiones que hoy en día serpean entre las plazas de cualquier color, pierden cualquier ornamento y se convierten en un verdadera y propia lucha por la supervivencia, y cuando se lucha por la vida, se puede arriesgar a perder toda vacilación y miedo. Luchar contra la prisión en sus formas es luchar contra la institución del Estado mismo, es minar en sus cimientos el castillo de la autoridad constituida, el ámbito donde podría coagularse en el sentido más verdadero y fecundo la práctica de la solidaridad de clase.
Y entre otras en las cárceles de este país están encerrados también nuestrxs compañerxs y parece que manifestar solidaridad con ellos y difundir información o textos que les conciernen equivalga a contagiarse de una especie de virus que desencadena inevitablemente reacciones represivas en cadena; habría que preguntarse por qué el estado se toma la molestia de obstinarse a castigar y a aislar a unos pocos anarquistas que desde siempre, se sabe, no son propio de los especialistas en la función de reunir a un gran número… Porque estos anarquistas también estarán encerrados detrás de altos muros pero son de todas formas fuente activa de contribuciones en el enfrentamiento dialéctico sobre la lucha dentro pero también fuera de las cárceles. Por qué practicar la reflexión y el debate sobre los objetivos y las prácticas enciende la mecha del pensamiento y abre panoramas de posibilidades inesperadas. En esta simple observación está una clave de lectura de las medidas de vigilancia especial que se están multiplicando en Génova, y aquí también está la inspiración para oponerse. Esta medida se aplica sobre el individuo, tiene la intención de restringir la libertad personal y el círculo de las posibilidades, aislar y obstaculizar los contactos y las frecuentaciones; se insinúa entre los pliegues de la vida cotidiana, así como el nivel de control al cual se viene sometido, a través del mecanismo de la autolimitación, que luego tanto «auto» no es si, como en el caso de la compañera, vienen aplicados ulteriores niveles cada vez más rigurosos y asfixiantes limitaciones en el momento en el cual no se resigna a perder libertad y espacios del actuar. Y entonces la respuesta puede ser simplemente actuar en la dirección diametralmente opuesta. Se podrían tener opiniones diferentes sobre el hecho que un camino de oposición a las medidas de vigilancia especial tome o no en consideración el aporte de aquellos compañeros que los efectos de estos proveimientos los están ya afrontando; seguramente las diferentes visiones dependerían de los objetivos que un camino se propone. El hecho de no moverse con la intención de construir frentes comunes de lucha no significa ser sectarios, si acaso indica la intención de rastrearse complicidad sobre la base de un principio que no es necesariamente agregativo. Pero seguramente interrogarse y confrontarse sobre el significado de aquello que sucede y sobre las estrategias para impedir que lxs compañerxs deban afrontar solxs el aislamiento al cual el estado, con todos sus aparatos; podría obligarlxs, es el modo para empujarse un poco más allá y hacer que la solidaridad no solo se exprese como testimonio sino sea también concretamente activa.
Fuente:
//ilrovescio.info/2021/09/14/aggiornamenti-sulla-sorveglianza-speciale-ad-una-compagna-a-genova/