Traducción recibida el 02/10/2021:
EN CALLEJONES ESTRECHOS SOÑAMOS CON REVUELTAS
Sobre el aislamiento y el miedo. Contra la Vigilancia Especial y la represión antianarquista. Breve relato de los hechos ocurridos en la Plaza Lavagna en Génova.
Los «caruggi» de Génova, envueltos en su halo poético: cantados, tocados y pintados sobre lienzo son así, un poco lúgubres y con los edificios tan altos que no se ve el cielo, característico y fascinante laberinto, una vez un lugar de protección y conspiración para quienes evadían constantemente, por necesidad o por aptitud a las leyes y a la autoridad. Sin embargo, hasta la fecha esta poesía parece haberse desvanecido, turistas de cruceros y cámaras están reemplazando lentamente ese cruce de culturas y mundos propios de una de las ciudades portuarias más importantes del Mediterráneo, patrullas de policías se adentran donde antes habrían sido ahuyentados con vehemencia para evitar el estorbo de actividades incompatibles con las normas, habitantes y comerciantes delatores (¡a estos estamos acostumbrados desde hace tiempo!) llegados de los barrios ricos de la ciudad cuando la recualificación ha iniciado su proceso de transformación de un lugar que una vez era considerado, feo, sucio y malo.
Si el período de la pandemia se ha aprovechado para hacer resonar en las mentes la necesidad de Seguridad y Salud, aquí está servida la justificación para todo tipo de endurecimiento de control, restricción y limitación de las libertades. Mientras que la canción infantil propuesta por los medios de comunicación, vehículo parcial de una realidad descrita de manera funcional a aquello que el Estado necesita, es siempre la misma; las calles se llenas de Seguridad: es decir, de individuos sombríos y sombrías equipados con taser, pistola-lazo (bolawrap), porra y spray de pimiento como corolario de la inevitable pistola de ordenanza. Si la tanto buscada seguridad es la misma de las muertes durante los controles de Policía y de Carabinieri por la calle y en el Cuartel, de las inauditas violencias que se consuman dentro de los Centros de Detención para la Repatriación y en las Cárceles perpetuadas por los Soldados, Cruz Roja Italiana y Policía Penitenciaria. Si la tanto codiciada Salud es aquella de las Vacunas Experimentales y del Pase Sanitario, del Distanciamiento Social, del Estado de Emergencia y del jukeboxe de los DPCM de medianoche, desresponsabilizando completamente la globalización, el desarrollo comercial desenfrenado y todas las políticas implementadas por un Dominio capitalista ávido de ganancias y materias primas.
Aquí esta creada de manera completamente funcional un dualismo basado en la moral y la ética entre quien acepta sin ninguna duda las exigencias del contexto de emergencia y los negacionistas, los imprudentes y los ignorantes.
Resulta ya evidente como el mecanismo del miedo sea muchas veces en todos los ámbitos de la sociedad, apoyados por los medios de comunicación y del mundo social, para hacer que la ya profunda división entre quien se adapta sin pestañear y quien «no lo está» se convierta en un acantilado insuperable.
Entre los que no están acostumbrados a inclinar la cabeza se encuentran los anarquistas y las anarquistas. Aquello que anima el pensamiento anarquista es un ideal de libertad, que no prevé la división en clases, que combate a los patrones, opresores y los títeres que los protegen para borrar completamente todas las formas de autoridad sin ninguna mediación política sino con la acción, la solidaridad y la autoorganización. Si la declaración de guerra a los opresores resuena en el corazón de cada anarquista, la represión desde siempre ha funcionado para poner en jaque a quien se rebela y alberga el sueño de ver derrumbarse la sociedad y el sistema que la sustenta.
Para llevar a cabo esta depuración de toda forma de lucha y pensamiento radical, aquí está, el servicio del Estado: Los Fiscales y el Grupo Operativo Especial de los Carabinieri (ROS), la División Investigaciones Generales y Operaciones Especiales (DIGOS) y la Dirección Nacional Antimafia y Antiterrorista (DNAA) solitos espiar las vidas colocando microespías y cámaras en casas y coches, a realizar registros y controles no exactamente casuales y siempre dispuestos con su tesis a crear Asociaciones a Delinquir con fines de terrorismo (art.270),a dar años de cárcel y Vigilancias Especiales.
Precisamente esta última medida de la Vigilancia Especial hasta la fecha es aquella que parece más en boga en los Tribunales de la Bota, lugares donde las instancias represivas después de haber tomado forma en las escribanías de los infames órganos de policía antes mencionados se hacen ejecutivos en detrimento de la libertad de los compañeros y compañeras que, sin embargo, difícilmente agachan la cabeza.
En la ciudad de Génova, aquella apretujada entre mares y montañas, con callejones estrechos donde no se ve el cielo, anclada durante décadas a los sucesos del G8 de 2001 y a sus diversos epílogos, a los distanciamientos y a las disociaciones, es el Fiscal Federico Manotti que con insistencia se obsesiona contra los y las anarquistas.
Ya conocido por la clamorosamente fallida «Operación Replay» del 2014, el Stalker Manotti también ha enviado a juicio, terminado con una sentencia de 14 meses, a un compañero anarquista por «instigación a cometer actos de terrorismo» en virtud de la redacción del texto «A quien no se disocia» que no tomaba las distancias de la acción reivindicada por el Núcleo Olga/FAI-FRI que vio la acción del Director General de Ansaldo Nucleare Roberto Adinolfi.
Y todavía el torturador de Natascia, Beppe y Robert investigados en la Operación «Prometeo» (los dos primeros hasta la fecha todavía encerrados en la prisión de Rebibbia y Bolonia tras extenuantes traslados, hostigamientos y huelgas de hambre) por el envío de sobres explosivos al exdirector del Departamento de la Administración Penitenciaria (DAP), Santi Consolo, y a los dos fiscales de Turín Roberto Sparagna y Antonio Rinaudo, a su vez portadores del virus de la perseverancia represiva en la Operación «Scripta Manent» y en las investigaciones y detenciones a costa de quien se oponía a la construcción del TAV en el Valle de Susa.
Hasta la fecha, el Fiscal Stalker Manotti requiere 17 años de prisión para Nat y Robert y 18 años y 4 meses para Beppe, ya acusado y luego condenado a 5 años por colocar un artefacto cerca de una oficina de correos en la ciudad de Génova en el 2016 (Poste Italiana que en aquel periodo sufrían ataques en toda la península debido a la colaboración en la expulsión de inmigrantes a través de la compañía Mistral Air hoy Poste Air Cargo).
Sin dejar espacio a más dudas sobre su infamia, Manotti es también el impulsor de las solicitudes de Vigilancia Especial que en un año han visto dos compañeras y un compañero genovés destinatarios de esta medida preventiva, de hecho privándolos de su libertad con la obligación de residencia y regreso nocturno, de parte de sus relaciones negándoles la posibilidad de encontrarse con personas con antecedentes judiciales, de su propia actividad al negarles la posibilidad de participar en asambleas, manifestaciones y momentos en las plazas, buscando de este modo de aislarlos y meterlos «fuera del juego». A ellos vienen contestada la solidaridad con los prisioneros, la difusión de material escrito, la no disociación de las acciones directas, el rechazo a permanecer inertes ante el mundo que los rodea hecho de explotación y opresión, en particular, entonces, adherir a la ideología anarquista, más que sobre la base de delitos (tanto que una de ellas no tiene antecedentes judiciales), con determinación sin revisar los propios comportamientos.
Y es en una de esas plazas donde el cielo parece estar hecho de copos, Piazza Lavagna, que el pasado 15 de septiembre, en ocasión de una manifestación contra la Vigilancia Especial, propio en el día de la audiencia de petición de la aplicación de esta medida, una manifestación determinada y rabiosa, participada por anarquistas y no solo, se ha visto completamente blindada por los cuatro costados por los antidisturbios. Precisamente en este contexto de represión inconmensurable, parte de los anclajes que tenían la ciudad atada a viejos barcos, ahora naufragados, se han quitado. Al externo de la plaza, un centenar de solidarios y habitantes del barrio cantaban coros contra los esbirros y por la libertad, en el interior de la plaza en contraste con los baristas de la movida que regalaban agua a los RoboCop vestidos de antidisturbios, cerraban las puertas y despejaban sillas y mesitas, algunos habitantes literalmente abrieron las puertas de sus casas a los compañeros encastrados en la plaza, gritaban solidaridad ondeando la bandera negra con el «Jolly Roger» desde las ventanas y se demostraban en total desacuerdo con aquella desproporcionada militarización, que es aquella vivida cotidianamente entre patrullas y cámaras de vigilancia. Este viento ha dado energía al interior de la plaza blindada que por más de tres horas ha visto una situación de confronto, pero también de enfrentamiento, de frustración pero también de propositividad entre los compañeros y compañeras que finalmente han salido, reagrupándose a los solidarios en el exterior, sin tener que entregar los documentos a los agentes y sin que sean filmados uno a uno por la Digos y del deber dejar parte del material en mano a los esbirros, pero esto es otro discurso y se afronta vis a vis, no ciertamente sobre un texto escrito.
Sin embargo, si la infamia, la calumnia, la disociación y el plegarse de forma despreciable a los chantajes del poder quedaran todavía anclados a su roca, imposibles de omitir, anular o pretender no haber vivido, por otra parte la solidaridad y la voluntad de combatir el miedo y el aislamiento pueden resultar un camino que si atravesado con determinación puede infligir fuertes golpes a nuestro enemigo.
Nuestros compañeros y compañeras encarcelados, sujetos a medidas cautelares, sustraídos a su libertad son sangre de nuestra sangre, nervios de nuestros nervios y por esto trataremos de no dejarlos nunca solos.
Lo haremos con las palabras y con las acciones y con todas las formas de solidaridad que conocemos, no sabemos si alguno más estará con nosotros o no, quién hará un trozo de camino a nuestro lado o quién abandonará el camino en el primer callejón sin salida, fuertes de nuestras ideas siempre sabremos hacia dónde mirar, incluso si las estrellas a veces no son claramente visibles debido a los techos inclinados de los edificios de la ciudad.
Solidaridad al compañero y a las compañeras genovesas golpeados por la Vigilancia Especial y a todos los sometidos a esta infame medida preventiva.
Siempre cómplices con Juan detenido en la cárcel de Terni.
Con Natascia, Beppe y Robert que se ven juzgados en estos días por el Tribunal de Génova que se pronunciará por la sentencia el 4 de octubre.
Cercanos a Anna y Alfredo que con su corazón ardiente y sus palabras, muchas veces, solos, logran abrir brechas entre los muros de la prisión que los encierra.
Libertad para todos los prisioneros en Italia y en el mundo.
Por un mundo sin cárceles, miedo y aislamiento. ¡Libertad!
Y a vostros esbirros malditos… ¡nunca nos tendréis, vigilarnos será imposible!
Algunos anarquistas y algunas anarquistas en Génova
Fuente:
//ilrovescio.info/2021/09/30/genova-tra-vicoli-stretti-sogniamo-rivolte/