Recibido el 17/12/2021:
Palabras anárquicas y subversivas desde las prisiones chilenas. Frente al reacomodo del dominio y su perpetuación capitalista: Ni botas ni votos, solo lucha!!
Pareciera que, según lo que la ciudadanía pregona, somos testigxs de un momento clave en la historia de este territorio; que nos hayamos arrinconadxs de espaldas a un precipicio al que, a menos de que hagamos algo, nuestra caída será inminente; al parecer presenciamos una guerra abierta, encarnizada, entre dos polos políticos enemistados a tal nivel que, cual guerra fría, pone en peligro la subsistencia y el futuro de todxs lxs seres en el territorio dominado por el Estado Chileno.
Por un lado el grito de guerra versa: «¡Comunismo o Libertad!», y por el otro: «¡Democracia o Fascismo!». Ante tan dramático escenario se nos presenta la herramienta clave para afrontar este contexto, capaz de detener de una vez por todas, este baño de sangre: la participación en los procesos electorales, en la que será el sufragio el arma libertadora.
No somos ni ciegxs ni sordxs, caminamos con plena consciencia de este y muchos otros aconteceres del territorio más, no sólo nos distanciamos, si no que le declaramos la guerra a toda instancia institucional que busque cualquier perpetuación del Statu Quo.
Desconocemos a cabalidad el falso enfrentamiento de dos sistemas supuestamente distintos, el eje en el cual se disputa la batalla sigue y seguirá siendo el de la Democracia y la administración del Capital; la existencia de una «pugna» de distintas políticas solo intenta justificar la supuesta amplitud del sistema democracia-capital, la esencia «diversa» de este y la supuesta cabida de todo tipo de pensamiento; de ninguna forma queremos ser aceptadxs por un sistema o una sociedad que rechazamos, no queremos que nuestra política sea una más dentro de las opciones de este sistema; queremos destruir toda opción y la estructura que las sustenta. Nada tenemos que ver con el show electoral y su puesta en escena de elecciones, plebicitos, votos y demases, consideramos que esto no es más que el apriete de la clavija, el reacomodo burgués de clase para la mantención maquillada y acorde a los tiempos de un orden impuesto y existente.
Tenemos la certeza que independiente de cuál sea el resultado electoral de este plebiscito nada cambiará esencialmente. Más allá de la coyuntura de quién esté disputando la administración y la gestión de la opresión, el mundo institucional y por ende el de las elecciones nunca ha sido el nuestro. En este sentido, quien vota, quien libremente opta por investir de autoridad a otrx, es tan responsable como el gobernante que dará las órdenes de asesinar, militarizar y encarcelar. Quien vota es quien mediante el acto del sufragio decide delegar parte de su autonomía para fortalecer la cadena de opresión y, por lo tanto, del Estado. No seremos cómplices de ningún gobierno de turno, no lo hicimos a fines de los años 80, cuando, al igual que ahora, el veterano poder político instauró el miedo para restar oxígeno y posición a la lucha confrontacional del contexto -cómo lo fue la lucha armada- desplegando un escenario cívico electoral que pretendía lapidar mediante un Sí o un No cualquier atisbo de ruptura real.
Aquí ya habíamos fijado posición subversiva, y desde aquellos tiempos, esencialmente nada ha cambiado.
La verdad es que no es, ni debería ser, de ninguna forma el objetivo de este texto, convencer o siquiera teorizar sobre la participación de la ciudadanía en los procesos electorales, no sería correcto demandar ni medir según nuestros criterios a esa masa obediente; el punto de interés surge en cuanto leemos a un gran abanico de personajes que se reivindican como actores «antagónicxs» o inclusive se denominan subversivxs, revolucionarixs, rebeldes o anarquistas, realizar abiertos llamados a participar de la vía electoral e inclusive votar por un candidato en específico.
Algunos de los argumentos esgrimidos que justifican este actuar dicen relación con la potencial pérdida de derechos civiles -siempre garantizados por el Estado-, principalmente en el plano de las minorías «vulnerables» o las disidencias.
No desconocemos el cambio que supondría, en la validación entonces arraigada de un discurso institucionalmente conservador, la dinámica de gran parte de la sociedad enajenada -lo que tampoco dista realmente del contexto actual-, mas creemos que las luchas reales -de todo tipo-, desde un posicionamiento anarquico, subversivo o revolucionario, nunca deben buscar la validación o la integración por parte de la institucionalidad o la sociedad misma; entregarnos, con nuestras diferencias y particularidades, a la «integración» institucional supone diluir nuestra individualidad antagónica en un espacio que no nos pertenece, y que cuyo único fin dice relación con ampliar el abanico de participación democrática, sin realmente cuestionar sus dinámicas de fondo. No está de más señalar que, a pesar del vaivén en el que se mueven, se extienden o disminuyen, los derechos civiles en coyunturas específicas, no nos cabe a nosotrxs esperar que los administradores de la opresión sean quienes nos otorguen dichos «derechos» -termino ya suficientemente repudiado per se-, nuestra libertad la alcanzaremos por nuestros propios medios y en plena autonomía. Ni la institucionalización, ni aún la socialización de las ideas o políticas divergentes suponen un cambio real en las prácticas individuales o colectivas. A las dinámicas que coartan nuestras libertades se les combate en el conflicto, pero sobre todo con un desarrollo integro individual y una crítica constante, no mediante el sufragio ni la participación ciudadana.
Se hace necesario tener que referirnos a un tema que parecía absolutamente zanjado dentro de los espacios e individualidades que dicen optar por la confrontación contra el Poder. No nos cabe el derecho de decir quienes son o no subversivxs, no somos nosotrxs los encargadxs de hacerlo, es la simbiosis entre la palabra y la acción la única encargada de dar cuenta de esta realidad; si por un lado se plantea el quiebre total con el mundo existente, se hacen constantes llamados a acabar con el capitalismo o con todo ápice de autoridad, resulta a lo menos patético que se plantee avalar todos esos aspectos mediante la utilización del voto como «herramienta» política, acción que por lo demás es un abierto espaldarazo, y refuerzo, a la institucionalidad democrática del capital; aún cuando la misma hace poco más de dos años parecía tambalearse.
Creíamos que el entendimiento de este gigantesco abismo entre la praxis y la palabra era un principio básico en toda individualidad que en su cotidiano se posiciona como un ente «revolucionarix»; pareciera que es cierto que cada día las palabras pierden más su sentido, y que la apuesta por estéticas radicales fuese la motivación primaria de muchxs individuxs «críticxs».
Si no somos capaces de asumir el conflicto en todas sus formas, solo seremos parte de esa masa que despreciamos y de aquellxs que aunque quieran definirse como conscientes u organizadxs, siempre serán parte de un rebaño que clama por líderes y figuras que ostenten poder, para así continuar en la sumisión, con la comodidad e inconsistencia de quienes solo predican destruir esta realidad de miseria.
La represión, la cárcel y la muerte, la hemos vivido en carne propia en Dictadura, con los gobiernos de la Concertación y con Chile Vamos, y tenemos la certeza que esto no será distinto con un gobierno de Apruebo Dignidad ni mucho menos con un presidente del Frente Social Cristiano. Gobierne quien gobierne nuestros objetivos no cambian: la destrucción del Capitalismo, el Estado, los aparatos represivos; el fin de la necesidad de gobernar y ser gobernadxs. No nos interesa un gobierno «menos malo» o un capitalismo verde o más «humano».
¿Nuestra apuesta? Pues la de siempre y con la porfía inquebrantable que nos aconpaña: extender y profundizar el conflicto permanente e irrefrenable sabiendo que no somos salvadorxs ni representantes de nada ni de nadie, salvo de nosotrxs mismxs. Nuestra opción por el enfrentamiento la hacemos en primera persona porque entendemos que golpeando nos vamos liberando y si otrxs asumen también dicho camino, excelente, pero si no es así eso no será motivo para desalentarnos ni menos ceder en nuestras convicciones, cayendo y validando la via institucional. No somos iluminadxs ni mucho menos quienes decidirán lo que vendrá, pero seremos entendidxs por lo que somos, por la praxis, por lo que hacemos siempre en concordancia con nuestras ideas, por la causa que brota y por la complicidad anarquica, subversiva e insurrecta que propaga rebeldía; nuestro caminar en guerra se convierte así en la posibilidad palpable de ser libres.
Prisionerxs subversivxs, anarquistas y mapuche: fuera de las cárceles!!
Agudizar el conflicto; intensificar la ofensiva!
Juventud combatiente: insurrección permanente!
Muerte al estado, viva la anarquía!!
Nuestra es la convicción!!
Mientras exista miseria habrá rebelión!!
Mónica Caballero Sepúlveda
-Cárcel femenina de San Miguel
Pablo Bahamondes Ortiz
-C.D.P Santiago Uno
Francisco Solar Domínguez
Marcelo Villarroel Sepúlveda
Juan Aliste Vega
Joaquín García Chancks
-C.P Rancagua «La Gonzalina»
Diciembre 2021
Territorio dominado por el estado chileno.